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La adaptación al cambio: el negocio de la resiliencia climática

 

Resumen

Este libro analiza el surgimiento de negocios, así como los planes y la preparación para enfrentar eventos climáticos (p. ej., incendios, inundaciones, tormentas y huracanes) y nuevas tendencias (p. ej., sequías) por parte de compañías líderes en sectores estratégicos: tecnología, telecomunicaciones, alimentos, banca y seguros.

La tabla de contenido de este libro, a través del perfil de cada una de las compañías analizadas, refleja los siguientes temas:

i. Responder a los eventos climáticos

ii. Aprender de los desastres

iii. Hacer más con menos

iv. Asumir y manejar riesgos

v. Comunicar los cambios y comprometerse con el clima.

Esta obra presta especial atención al desarrollo de estrategias de comunicación que estimulan la resiliencia, tanto por parte de las compañías, sus directivos y empleados, como externamente, en el suministro y cadena de valor, comunidades e inversores, entre otros, para mitigar los riesgos inherentes a los negocios y a la humanidad.

La adaptación al cambio hace énfasis en las soluciones en desarrollo para problemas reales que compañías enfrentan en tiempo real. Lo mejor es entenderlas tal como actualmente se presentan y comprender que los planes de resiliencia de las empresas están en evolución, junto con sus enfoques prácticos y pragmáticos en repuesta al cambiante clima y en forma más crítica a sus cambiantes objetivos de negocio.

Los lectores se beneficiarán al aprender cómo compañías reales, con problemas reales, están enfrentando, en tiempo real, una crisis que nos afecta a todos y cómo están usando su perspicacia en los negocios para crear soluciones a situaciones rápidamente cambiantes, basadas en la incertidumbre.

 

Palabras clave: negocios, cambio climático, calentamiento global, sostenibilidad, resiliencia, manejo del riesgo, desarrollo sostenible, incertidumbre, Naciones Unidas, Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC), National Communication Association (NCA), Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático COP21.

 

Adapting to Change: The Business of Climate Resilience

 

Abstract

Get an inside look at how companies with cutting-edge sustainability programs are innovating in the face of extreme conditions related to climate change. Adapting to Change profiles the current efforts of Citi, Sprint, ConAgra, Stonyfield Farm, The Hartford, and IBM to improve climate resilience, with a focus on five themes:

i. Responding to weather;

ii. Learning from disaster;

iii. Doing more with less;

iv. Taking a risk —and managing it;

v. Communicating change, collaborating on climate.

In these pages, readers will discover strategies that encourage resilience and mitigate risk across vastly different sectors, both internally —with managers and employees— and externally —through supply chains, in communities, among investors— with valuable insight for business professionals in all categories.

Adapting to Change stresses pragmatic answers to real problems that companies encounter every day. It focuses on the challenges climate presents to the  farms pro led and how each company —with the help of employees and other stakeholders— faces them head on. One in a collection of books curated by world-renowned business ethics expert Mary Gentile, this book illustrates how today’s sustainability leaders are using business acumen to find solutions —while cutting costs and creating new business opportunities— in a rapidly changing environment.

 

Keywords: Business, climate change, global warm, sustainability, resilience, risk management, sustainable development, uncertainty, United Nations, Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC), National Communication Association (NCA), United Nations Framework Convention on Climate Change COP21.

 

Citación sugerida

Goodman, A. (2017). La adaptación al cambio: el negocio de la resiliencia climática. Trad. Gilberto Rincón González, Julie Alejandra Cifuentes Guerrero. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario / Centro de Estudios para el Desarrollo Sostenible CEID Colombia /Klimaforum Latinoamérica Network (KLN).

DOI: doi.org/10.12804/mu9789587389784

 

 

LA ADAPTACIÓN AL CAMBIO

EL NEGOCIO DE LA RESILIENCIA CLIMÁTICA

 

 

 

 

Ann Goodman

 

 

 

 

 

 

 

—Traductores—

Gilberto Rincón González

Julie Alejandra Cifuentes Guerrero

 

Goodman, Ann

La adaptación al cambio: el negocio de la resiliencia climática / Ann Goodman; Manuel Guzmán-Hennessey, prólogo; traductores Gilberto Rincón González, Julie Alejandra Cifuentes Guerrero. -- Bogotá: Editorial Universidad del Rosario: Centro de Estudios para el Desarrollo Sostenible CEID Colombia: Klimaforum Latinoamérica Network (KLN), 2017.

 

250 páginas. -- (Colección Cultura, Educación y Ciudadanía)

Incluye referencias bibliográficas.

Título original: Adapting to Change: The Business of Climate Resilience.

 

Administración de desastres -- Negocios -- Factores climáticos / Empresas -- Aspectos ambientales / Cambios climáticos -- Administración de riesgos / I. Guzmán-Hennessey, Manuel / II. Rincón González, Gilberto / III. Cifuentes Guerrero, Julie Alejandra / IV. Universidad del Rosario. Decanatura del Medio Universitario / V. Título. / VI. Serie

 

658.477       SCDD 20

 

Catalogación en la fuente -- Universidad del Rosario. CRAI

 

JDA  Octubre 5 de 2017

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995

 

 

Colección Cultura, Educación y Ciudadanía

 

 

©  Editorial Universidad del Rosario

© Universidad del Rosario,
Decanatura del Medio Universitario

©  Centro de Estudios para el Desarrollo Sostenible CEID Colombia

©  Klimaforum Latinoamérica Network (KLN)

© Ann Goodman

© Gilberto Rincón González (trad.)

Julie Alejandra Cifuentes Guerrero (trad.)

© Manuel Guzmán-Hennessey, por el Prólogo

 

 

Edición original © 2016 por Business Expert Press. Todos los derechos reservados.

 

Editorial Universidad del Rosario

Carrera 7 Nº 12B-41, oficina 501

Teléfono 297 02 00, ext. 3112

http://editorial.urosario.edu.co

 

Primera edición: Bogotá D. C., octubre de 2017

 

ISBN: 978-958-738-977-7 (impreso)

ISBN: 978-958-738-978-4 (epub)

ISBN: 978-958-738-979-1 (pdf)

DOI: doi.org/10.12804/mu9789587389784

 

Coordinación editorial:
  Editorial Universidad del Rosario

Corrección de estilo: Ludwing Cepeda Aparicio

Cubierta y diagramación:
  Precolombi EU-David Reyes

Desarrollo ePub: Lápiz Blanco S.A.S.

 

 

Hecho en Colombia
M
ade in Colombia

 

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo por escrito de los editores.

Autora

 

Ann Goodman, Ph. D.

Es profesional en sostenibilidad con 25 años de experiencia en este campo como profesora, periodista y ejecutiva de organizaciones con y sin ánimo de lucro. Su interés inicial en temas de sostenibilidad tuvo origen en su preocupación acerca del cambio climático y cómo las empresas pueden enfrentarlo. Después de ampliar sus conocimientos y desarrollar actividades relacionadas con sostenibilidad, retomó sus preocupaciones iniciales acerca del clima, en parte inspirada por el aumento de desastres climáticos, en tres de los cuales ha sido testigo presencial.

Agradecimientos

 

 

Muchas personas y organizaciones aportaron su tiempo y sus ideas para este libro.

Especial agradecimiento para mi editora, Mary Gentile, y la editorial Business Expert Press.

Mi mayor gratitud para muchas personas de las compañías aquí presentadas, que compartieron sus experiencias en muchas entrevistas.

Un agradecimiento adicional para un número de colegas que me suministraron información importante, incluyendo mi investigadora principal, Megan Helseth, Chris Walker de World Bussines Council for Sustaibale Development (WBCSD), Brendan LeBlanc, Dan Kreeger de ACCO, Joyce Coffee de ND GAIN, Debbra Johnson, Emilie Mazzacurati, Jean Rogers de SASB, Dawn Rittenhouse de DuPont, Bernhard Frey de UN Global Compact, Jeff Peck, Cynthia Thompson y Prakash Sethi de CUNY Zicklin School of Business, Elke Weber de Columbia Business School, entre muchos otros, muy numerosos para listarlos aquí. Mi gratitud también está dirigida a los editores Greenbiz.com, que publicaron las versiones iniciales de algunos capítulos y por su puesto agradezco a muchos de mis amigos alrededor del mundo, quienes ofrecieron su invaluable apoyo en múltiples formas.

Finalmente, este trabajo no hubiera sido posible sin todos aquellos que tienen esperanza frente al cambio e inspiran a otros mediante la innovación positiva.

 

Prólogo. La responsabilidad climática de los empresarios

 

 

Manuel Guzmán-Hennessey

 

Profesor titular de la cátedra de “Cambio Climático” de la Universidad del Rosario, Bogotá. Director general de Klimaforum Latinoamerica Network y columnista de opinión del diario El Tiempo.

Contacto: director@laredkln.org Redes: @GuzmanHennessey.

 

 

La ambiciosa batería de acciones de mitigación que las empresas vienen ofreciendo al mundo para enfrentar la crisis climática refleja una innovación significativa del concepto de responsabilidad social. Los empresarios entendieron que sus acciones de sostenibilidad cobran un nuevo sentido: soportar (sostener) la estrategia integral de supervivencia de sus compañías en los escenarios cada vez más inciertos de la crisis climática (¿2020-2050?).

Esta nueva noción de responsabilidad, la responsabilidad climática empresarial, representa una toma de conciencia y de acción de las empresas con respecto al futuro común de la humanidad; de manera que las acciones de sostenibilidad que de allí se desprenden están relacionadas con la estrategia gerencial integral de las empresas, y no simplemente con su desempeño ambiental.

Una auténtica economía “verde” es el camino más adecuado para enfrentar los desafíos de esta crisis. Si las empresas incorporan al llamado core business de sus negocios, las externalidades del cambio climático acelerarán la transición entre la economía del siglo XIX y la nueva economía del siglo XXI. Un replanteamiento estratégico de profundo cambio global, orientado a consolidar una economía libre de carbono, que sugiere “pensar de nuevo” la misión de las organizaciones, y que incluye un cambio en el concepto de valor: pasar de la consideración del valor económico como único fin misional de las empresas, a la generación de un nuevo tipo de valor, que incorpora los riesgos, las externalidades y las acciones de mitigación y de adaptación, relacionadas con la crisis climática, el valor sostenible.

El libro de Ann Goodman que ahora tengo en mis manos, y que me honra prologar en su versión al castellano, Adapting to Change: The Business of Climate Resilience (Business Expert Press, 2016), explora este nuevo círculo virtuoso del valor sostenible: los negocios, la sostenibilidad, el clima, los riesgos, la resiliencia estratégica, la comunicación y la educación. Y tiene la virtud de hacerlo con ejemplos prácticos de compañías que ya han empezado a cambiar en los sectores de las tecnologías, las telecomunicaciones, los alimentos, la banca y los seguros.

Todas estas acciones se han fortalecido desde la cumbre de cambio climático de Lima en 2014, cuando los Estados que conforman la Convención Marco de Cambio Climático de las Naciones Unidas decidieron abrir el espacio de las acciones climáticas a la sociedad civil organizada: la Agenda de Acción Lima París. Así lo reconoce Goodman cuando escribe:

 

Esta respuesta de adaptación de los negocios está en una etapa inicial, sin embargo tuvo avances significativos durante la Conferencia de las Partes COP21 en París en diciembre de 2015, donde las compañías acordaron importantes compromisos de reducción de emisiones de GEI.

 

Allí se conformó la zona de actores no estatales mediante la plataforma NAZCA.

Quizá el mayor impulsor de esta nueva noción de la responsabilidad empresarial es el riesgo global. Las empresas entienden hoy que el riesgo climático puede desestabilizar los mercados de forma abrupta, como se ha comprobado en recientes desastres climáticos. Pero este riesgo está relacionado con otros, de tipo social o político, que agregan incertidumbres y obligan a una planeación más rigurosa de los nuevos escenarios. En la reunión preparatoria de la próxima cumbre de cambio climático que se celebrará en Bonn en noviembre de 2017, las empresas líderes del mundo, que son los principales actores no estatales del Acuerdo de París, actualizaron su estrategia frente al riesgo global. A los ya conocidos riesgos de la crisis climática, identificados por Engel, Enkvist y Henderson en McKinsey Quarterly, sumaron el índice 2017 de Dun & Bradstreet, que incluye factores recientes como Trump y el Brexit.

El nuevo cuadro para la evaluación del riesgo global, según los tiempos que corren, queda así: a los riesgos de pérdida de valor sostenible relacionados con la vulnerabilidad climática (capitales físico, natural, humano, social y cultural) extensivos a los grupos de interés de las empresas, es necesario agregar los derivados de las actuales incertidumbres globales, a saber: Trump (lo que implica retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París y desmontar el plan energético Obama): índice de riesgo: 42/100. Brexit ‘duro’, como lo ha anunciado Theresa May: 39/100. Decrecimiento de la economía china: 30/100. Ciberataques (antes del WannaGy): 28/100. Estado Islámico: 20/100 y turbulencias en Latinoamérica: 20/100. Las empresas entraron al Acuerdo de París mediante lo que hoy se reconoce como acciones de responsabilidad climática, pero estas acciones forman parte del contexto geopolítico global. No obstante, algunos analistas han sostenido que ­este nuevo factor de riesgo, la retirada de los Estados Unidos del Acuerdo de París, acabará por fortalecer las acciones de los empresarios, los gobiernos locales y los ciudadanos, en el marco de la zona de los no estatales.

Goodman se refiere en su libro al indicador complejo de riesgos denominado Enterprise Risk Managment (ERM), y nos recuerda que en el reporte del Pentágono de 2014, Climate Change Adaptation Roadmap, se comprueba el vínculo entre los riesgos climáticos con los riesgos sociales y políticos, que evidentemente agregan nuevas perturbaciones a los negocios.

Las metas de reducción de emisiones que hoy presentan las grandes empresas se cuentan por miles de toneladas de carbono. Más que parte del problema, hoy son parte de la solución debido a su enorme aporte a la economía del ­mundo. Sus acciones climáticas, además, no son el resultado de regulaciones, sino de una estrategia voluntaria para contribuir con la adaptación de la sociedad a la crisis. La tendencia es la de incorporar la variable climática a la gestión del riesgo, y con ello cambiar, de manera radical, la manera de hacer los negocios.

Pongo un ejemplo: la iniciativa RE-100, que consiste en emprender cambios para abandonar los combustibles fósiles y depender ciento por ciento de energías renovables, cuenta hoy con 95 compañías de gran tamaño. En el siguiente vínculo pueden verse cuáles son esas compañías: http://there100.org/companies. Otro ejemplo: la iniciativa Objetivos Basados en la Ciencia, que facilita a las empresas metodologías y herramientas que garanticen que sus planes de acción en reducción de emisiones reflejen la necesidad mundial de limitar el aumento de la temperatura global por debajo de los 2 ºC. Unir la acción no estatal por el clima con la agenda 2030 de Objetivos de Desarrollo Sostenible y con el Acuerdo de París es hoy una oportunidad para las empresas.

Como consecuencia del auge creciente de esta nueva tendencia empresarial, se prevé que en el periodo 2020-2050 la adaptación al cambio climático sea una tarea de toda la sociedad. Las empresas, en tanto que son los agentes más influyentes de la economía global, están llamadas a coadyuvar con un nuevo proceso adaptativo global concebido sobre criterios colaborativos —promoviendo alianzas con la sociedad civil y los gobiernos locales— a fin de llenar el vacío dejado por los gobiernos nacionales en las negociaciones internacionales del clima. Esta nueva actuación de las empresas es un desafío complejo. Muchos líderes ya entendieron su responsabilidad pero aún es necesario diseñar el camino conjunto: sociedad, empresas, ciudadanía y academia, para que participen también las pequeñas y medianas empresas, las cadenas de valor, los stakeholders y las instituciones locales de beneficio común.

Si bien no será fácil disminuir significativamente las emisiones de carbono entre 2020 y 2050, es posible mejorar la adaptación del ecosistema empresarial y contribuir con ello a un proceso de transición sistemática hacia una sociedad libre de carbono. Las corporaciones deben liderar un mayor número de alianzas con sus grupos de interés para contribuir con la transformación de este ecosistema: las instituciones (reglas), los mercados (políticas, precios, competencia), las comunidades (clientes, proveedores, consumidores) y, especialmente, el subsistema de los riesgos climáticos (adaptación, educación, políticas, seguros, negociaciones internacionales).

Los líderes empresariales comparten hoy una certeza más: la necesidad de superar las limitaciones conceptuales y prácticas del desarrollo sostenible (1992) y diseñar cuanto antes un esquema de gestión empresarial (social, ambiental, humano, económico y cultural) que interprete la complejidad inherente a la interacción entre los seres humanos y la naturaleza, y que armonice el crecimiento apropiado de las organizaciones y de las sociedades, con la urgencia de adaptarnos a los efectos del fenómeno climático. El panorama de riesgos que nos presenta el futuro nos obliga a actuar ya. Afortunadamente estos riesgos vienen aparejados con notables oportunidades de cambio, lo cual es un estímulo para los líderes que además son innovadores. Como resultado de entender la responsabilidad climática empresarial como la evolución histórica de la responsabilidad social, las empresas pueden consolidar sus programas en marcha de gestión ambiental, producción más limpia, ecoeficiencia y responsabilidad social, e incorporar otros relacionados con la generación de valor sostenible.

Durante la era industrial, era común que se considerara a la sociedad y al ambiente como subsistemas de la economía, y a la economía como un sistema cerrado. Hoy se reconoce que la economía es un subsistema de un sistema mayor y finito que es la biosfera, y por lo tanto el crecimiento permanente es imposible (Elizalde, Max Neef, 1987). El exsenador norteamericano Gaylor Nelson afirmó que “las empresas deben despertar al hecho de que la economía es la subsidiaria, en propiedad total, de la naturaleza y no al revés”, que nos remite al postulado de Max Neef: Ninguna economía es posible al margen de los servicios que prestan los ecosistemas.

La implementación de la responsabilidad climática facilita a las compañías

 

• Ver los sistemas más grandes de los cuales forma parte la organización (organizaciones, complejas, cadenas de suministros y contratistas, clientes, ciudades, regiones, expectativas mundiales de transición energética, nuevas generaciones, cambios culturales, negociaciones internacionales del clima, etc.).

• Instaurar políticas colaborativas que trasciendan sus fronteras organizacionales (incorporar a nuevos actores al desafío global de la sustentabilidad).

• Crear los futuros deseados (fortalecer la visión global de una sociedad sin carbono).

 

De esta manera se pueden visibilizar y potenciar los impulsores de sostenibilidad (Senge, 2008) con el fin de consolidar los factores del valor sostenible de cada organización y plasmarlos en un sistema de indicadores y monitoreo que guíen sus acciones de futuro.

El concepto de responsabilidad climática empresarial no se caracteriza por un rasgo concreto ni se limita a un conjunto de normas o requisitos; es un proceso complejo, que abarca todo el ciclo de vida que brinda la empresa, y trasciende los criterios de ahorro energético y producción ecoeficiente hacia un compromiso corporativo de largo plazo, con la sociedad y con la restauración de la atmósfera común de la humanidad. Los cambios no se dan por sí solos, es necesario diseñar el proceso hacia una nueva sostenibilidad. La economía verde solo será posible si es apalancada por muchas actuaciones de corporaciones que produzcan una sinergia global capaz de generar una nueva cultura de la responsabilidad climática empresarial.

Una estrategia facilitadora de esta nueva noción de la responsabilidad empresarial bien podría soportarse en una especie de innovación social para la adaptación, que actúe sobre dos niveles simultáneos: el nivel interno de las empresas (incorporar las externalidades climáticas) y el nivel externo de la sociedad (participar de los procesos de adaptación y contribuir con la formación de comunidades empresariales sostenibles). En el nivel interno se potencian las políticas de producción más limpia, ecoeficiencia, medición, disminución y compensación de huella de carbono y seguimiento preventivo durante todo el ciclo de vida de productos y servicios. Mediante esta estrategia se pone el énfasis de la gestión ambiental en los nuevos factores de la vulnerabilidad climática global. En el nivel externo se implementa un diálogo orientado a mejorar las relaciones de confianza con los grupos de interés y se refuerzan los vínculos de las empresas con la sociedad conformando comunidades cada vez más cohesionadas y responsables.

Un elemento clave de esta especie de “innovación social para la adaptación” es la divulgación de la gestión climática empresarial, como lo destaca el libro de Ann Goodman. Esto usualmente se ha hecho mediante la publicación de “informes de sostenibilidad”; no obstante, estos informes no suelen ser conocidos por la mayor parte de los grupos de interés de las empresas. Hoy se impone la necesidad de pasar de los “informes de sostenibilidad” a los “relatos de sostenibilidad”, para que las empresas expliquen en un lenguaje más sencillo y al alcance de todos los públicos sus programas, sus metas y sus compromisos con la sostenibilidad. Esto facilita una nueva sintonía de las empresas con los reales anhelos de la gente, y promueve nuevas sinergias, especialmente con las nuevas generaciones que deberán hacer frente a la crisis climática, la “generación del cambio climático”.

 

Guaduas, 16 de julio del 2017

Prefacio. Clima, desastres, resiliencia, esperanza

 

 

¿Estamos condenados al cambio climático? La ciencia y las cifras están en contra nuestra. Hemos sabido por muchos siglos que la tierra se está calentando y que el aumento en las temperaturas se acelera como consecuencia de mayores emisiones antropogénicas de Gases de Efecto Invernadero (GEI)1.

Estamos en camino hacia un aumento de 4°C para el 2050, a menos que empecemos ya a reducir significativamente las emisiones2. De no hacerlo, veremos un mayor incremento en el nivel del mar3 y alarmantes eventos relacionados con el clima4, aumento en los problemas5 de salud y más muertes6.

Esto no es por más tiempo algo abstracto: he sido testigo presencial de tres crisis relacionadas con el clima, incluyendo el huracán Sandy en Nueva York e Irene en la parte alta del estado de Nueva York en el otoño de 2012, así como una ­inesperada tormenta de hielo durante el equivalente al verano en el norte de Tailandia a comienzos de 2013.

No obstante que el huracán Sandy ocurrió en la época de Halloween, estas experiencias no son nada divertidas, y gracias al apoyo de un pequeño generador en el edificio de mi apartamento en la parte baja de Manhattan (donde no había energía ni agua), algunos vecinos se reunieron en la recepción a beber vino y a presenciar escenas de terror.

Para nosotros fue relativamente sencillo, lo único que tuvimos que hacer fue caminar una milla aun cuando las calles no estaban iluminadas en la noche para cargar nuestro celular y comprar botellas de agua en el 7-Eleven. En otras partes de la ciudad, hubo inundaciones masivas, edificios derribados, gente herida y muchos otros episodios lamentables.

Ahora, a pesar de las frustrantes estadísticas y las experiencias personales, mi naturaleza humana no me permite aceptar que estamos condenados a esto como resultado final de lo que ciertamente es una de las más grandes crisis de nuestro tiempo, sino de todos los tiempos (si no fuera así, yo no hubiera dedicado el último cuarto de siglo trabajando en este tema y no hubiera pasado dos años escribiendo este libro).

Esto no quiere decir que es un asunto fácil. Si fuera así, ya lo habríamos superado.

Tampoco creo que sean las empresas, que son el objeto de este libro, quienes puedan solucionarlo todo, o que sean la causa de todo lo que está mal. Lo que está mal es mucho más complejo, y envuelve patrones de la psicología e interrelaciones que implican una lucha política y de otras fuerzas, algunas de ellas, por supuesto, tienen que ver con los negocios y la relación entre el sector público y privado.

Lo que alienta mi espíritu mientras investigo, preparo informes y escribo este libro, son mis interminables encuentros con el entusiasta espíritu humano y su inagotable creatividad. Cuando hablo con los empresarios, los académicos o la gente del común lo que los inspira es la voluntad de hacer algo, de hecho un número significativo de cosas, para ayudarnos a escapar de la trampa de estar condenados al cambio climático.

Sí, estoy inspirada por el ingenio humano. Y lo estoy encontrando en el mundo empresarial. Pero para ser sinceros, no en todas las compañías, en consecuencia se debe aumentar la voluntad para hacer algo, pensar y actuar diferente, aun para aquellas empresas que han sido resistentes por mucho tiempo.

Lo que he encontrado es que el cambio climático puede inspirar acciones positivas en las empresas. De hecho, las cambiantes necesidades siempre han inspirado nuevas prácticas y engendrado soluciones en los negocios a lo largo del tiempo. Las empresas están en capacidad de dar respuesta a necesidades emergentes y si esto en algún momento se hace necesario es ahora.

En un momento en que estamos enfrentando múltiples amenazas relacionadas con el clima y cada vez con mayor frecuencia, ¿por qué algunas compañías están actuando para prevenir los desastres del cambio climático? En algunos casos, es una autoprevención. No hacer nada siempre es una posibilidad, y esto es lo que colectivamente hemos estado haciendo por mucho tiempo y que actualmente nos lleva a enfrentar frecuentes riesgos relacionados con el cambio climático. ¿Pero es no hacer nada la forma como debemos reaccionar? ¿Acaso no actuamos y cambiamos cuando enfrentamos las amenazas, al menos aquellos que sobrevivimos?

Por otra parte, en el mundo de los negocios, actuar ante la inminente amenaza climática puede desviar recursos financieros y potencialmente generar pérdidas o eventualmente obtener utilidades. Aunque, para ser sinceros, aquellas compañías que actúan frente a las amenazas lo están ­haciendo en parte porque esto es la acción correcta a seguir, para sus negocios, clientes, empleados, inversores, comunidades, el planeta, la civilización y la especie humana. Las empresas, después de todo, están constituidas por personas y todos tenemos en alguna parte de nuestro interior algo que nos une.

Yo no hago apología de las empresas. Pero existe una percepción errada sobre ellas, especialmente en relación al cambio climático.

Por alguna razón, no hay una imagen común de las empresas, como cuando se habla del sector público vs. el sector privado. Sí, las empresas son un sector, como el gobierno y la sociedad civil; todos los tres han contribuido al predicamento del clima involuntariamente, todos deben trabajar de manera conjunta para resolverlo, quizá a través de alianzas público privadas o APP.

Las empresas son un sector constituido por compañías individuales y estas, a su turno, por personas. Esta no es una construcción monolítica. Al igual que en otras partes de la vida y la sociedad, hay líderes y seguidores, buenas y malas personas.

En este libro, mi objetivo es resaltar actividades de algunas de estas buenas personas (algunas, no todas), líderes, convencidos de la realidad del cambio climático y que con frecuencia lo han experimentado en forma directa o indirecta, que están cambiando la forma de hacer negocios incluyendo el qué, cómo y algunas veces dónde.

Estos líderes no solo están reaccionando a lo que potencialmente puede ser un mal clima de negocios (aunque si el clima se vuelve lo suficientemente malo, no habrá muchos negocios para desarrollar). Con frecuencia las compañías, como las personas, realmente quieren hacer cosas buenas y están buscando la forma de lograrlo de la mejor manera y lo más pronto posible, en ocasiones haciendo frente a los obstáculos.

No quiero dar a entender que las compañías presentadas en este libro son perfectas. Ninguna lo es, como tampoco lo son las personas. Ciertamente, cuando hablamos de cambio climático, es muy difícil encontrar una empresa sin huella de carbono a lo largo de su suministro y en su cadena de valor.

Por el contrario, lo que espero mostrar aquí es que en forma creciente y frente a los cambios que vemos todos los días en todas partes del mundo, algunas compañías audaces están tomado medidas en mayor o menor escala o simples acciones con ramificaciones de largo alcance para lograr la resiliencia climática.

Esto significa, primero que todo, aceptar el cambio climático como un hecho científico y de sentido común. Lo anterior implica tratar de mitigar, incluso eliminar, en el largo plazo la principal causa, que es la emisión de GEI por la quema de combustibles fósiles. Esto quiere decir prepararse, en muchas formas, para los cada vez más frecuentes eventos meteorológicos. Y quizá más importante, estar en capacidad de enfrentar lo desconocido, sumado a lo que ya conocemos.

De hecho, algo de esto es el resultado de la forma usual de desarrollar la economía: tomar medidas para asegurar la continuidad de los negocios, fortalecer la cadena de suministro, manejar y si es posible, reducir el riesgo de todo tipo para la compañía y para sus grupos de interés. Aún más ­importante, mucho de la resiliencia climática tiene que ver con la creatividad, acerca de la esperanza, la vida y el futuro, y esta es la parte inspiradora, la parte que nos ayuda a recuperar la fe, al menos en mi caso, en la especie humana.

Introducción

 

Los negocios en un mundo cambiante, el clima, la economía, la tecnología y hacer rápidamente más con menos

No es noticia que el mundo está cambiando. Siempre ha pasado esto. Pero algunos cambios parecen más grandes y más rápidos hoy en día de lo que fueron en el pasado, en comparación a cómo se presentaron durante la segunda mitad del siglo XX.

Hoy vivimos con unos monumentales y crecientes cambios, entre ellos una economía global muy incierta y donde en cualquier momento podemos ver múltiples historias en los periódicos, en ocasiones contradictorias, sobre hacia donde esta se puede dirigir. Una sociedad global estrechamente atada a una tecnología de rápido crecimiento, la cual en forma virtual y simultánea nos permite obtener fotos, videos y mensajes de textos de un simple acontecimiento en cualquier parte del mundo casi al instante, a través de cuentas en redes sociales. Un mundo con una tendencia de avanzar rápidamente y en el que tan pronto nos familiarizamos con una tecnología, surge una nueva y donde los recursos naturales se están agotando y se requiere encontrar soluciones innovadoras para todo lo que necesitamos y queremos hacer con menos1.

Como si esto no fuera poco, grandes cambios están sucediendo con nuestro clima. El cambio climático no es nuevo. El clima ha venido cambiado a causa de actividades humanas desde la Revolución Industrial. Cuando empezamos a emitir grandes cantidades de GEI a la atmósfera2. Hemos sabido durante un siglo que el planeta se está calentando y que el aumento en el promedio de la temperatura global se está acelerando porque continuamos emitiendo GEI3. En 2013, la Administración Nacional Océanica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés) reportó que los niveles de dióxido de carbono han sobrepasado el umbral de 400 ppm, los más altos en un millón de años4.

Tampoco es noticia que las empresas, empoderadas por la Revolución Industrial, han contribuido en forma significativa con grandes cantidades de CO2 a la atmósfera. Un estudio de 2013 encontró que tan solo 90 compañías han emitido casi las dos terceras partes de las emisiones de GEI generadas desde el comienzo de la Revolución Industrial5.

Sin embargo, y teniendo en cuenta este escenario, muchas empresas durante largo tiempo han estado preocupadas por el ambiente y han trabajado para mejorarlo, o al menos para no impactarlo más.

Por décadas, algunas compañías se han preocupado por los efectos de las crecientes emisiones de GEI y han tomado medidas para reducir sus emisiones. Algunas lo han hecho porque sus grupos de interés, clientes, accionistas, empresarios, entre otros, están alarmados. Otros, porque es bueno para los negocios, puede reducir costos, o incluso, aumentar los ingresos. Algunos, porque esto es lo correcto. Y otros, por todas las anteriores razones o por muchas más.

No obstante que desde hace tiempo se conoce cada vez más sobre los efectos de los GEI en el clima, lo que se nos escapó a muchos, incluyendo a las empresas, es que sus impactos ya nos están afectando6. Con la llegada de los inusuales y altamente alarmantes eventos climáticos7 en Estados Unidos, quizá resumidos por el huracán Sandy en 2012, ha sido difícil ignorar el cambio climático, a pesar de que algunos intereses particulares con seguridad nos han puesto a dudar8.

Las empresas no son inmunes a esta realidad ­cambiante. No han dejado de estar preocupadas y son conscientes de ello. Muchas compañías con sede en Estados Unidos fueron directamente afectadas por los huracanes Sandy y Katrina hace siete años. Un gran número de ellas vieron sus instalaciones, su cadena de suministro, sus empleados y sus clientes afectados por el terremoto de Sendai y el tsunami en Japón en 2011, las inundaciones en Tailandia en este mismo año y el tifón Haiyan en Filipinas en 2013. Estos son solo una muestra de algunos de los tantos interminables eventos9. Las empresas también han sido afectadas por las crecientes y problemáticas tendencias del clima, como la sequía en el oeste de Estados Unidos10.

Frente a las crecientes señales del cambio climático y sus efectos, la conciencia de las empresas está creciendo rápidamente. Muchas compañías están preocupadas y tratan de adaptarse de diversas maneras. Esta respuesta de adaptación de los negocios está en una etapa inicial, sin embargo tuvo avances significativos durante la Conferencia de las Partes COP21 en París en diciembre de 2015, donde las compañías acordaron importantes compromisos de reducción de emisiones de GEI. De hecho, una encuesta realizada en la primavera de 2015 sobre la adaptación de los negocios encontró que a pesar de que un gran número de empresas encuestadas está monitoreando el riesgo del cambio climático, la mitad está en el proceso de desarrollar (o crear anticipadamente) planes de adaptación u otras formas para enfrentar los riesgos y casi el 30 % no han implementado alguna estrategia11. Lo que se entiende por adaptación u otros términos relacionados como resiliencia varía ampliamente de una compañía a otra.

El enfoque de negocios emergentes para la resiliencia climática que se presenta en este libro destaca la voluntad y la acción para soportar, continuar, proteger, prepararse y, quizá más importante, introducir cambios en las compañías ante los efectos del clima. Las empresas líderes que aquí se presentan están actualmente luchando cuerpo a cuerpo con esta realidad antes de que se convierta en una emergencia12. Al mismo tiempo que ellas continúan desarrollando nuevas formas para manejar el cambiante clima, comparten lo que hasta ahora han hecho13.

En la medida en que los eventos climáticos extremos y sus tendencias proliferan a nivel mundial, se hace más ­evidente que ya estamos viviendo en un clima cambiante. Y con la aparición de condiciones extremas, tenemos que reconocer que la preparación es fundamental para evitar la emergencia de desastres y eventualmente que para prevenir lo peor es esencial la adaptación al cambio climático. Dado que la ­conciencia sobre los riesgos climáticos y nuestra necesidad para adaptarse han crecido en los últimos años, existe una gran tendencia para unir esfuerzos del sector público y privado para trabajar en estos dos frentes.

Un ejemplo clave es UNISDR (Estrategia Internacional para la Reducción de las Nacioneds Unidas) y ARISEONGARISE