El Rincón del Pintor. Luz y color
Dirección editorial: Ma Fernanda Canal
Edición: Tomàs Ubach
Ayudante editorial y archivo iconográfico: Ma Carmen Ramos y Núria Barba
Textos y coordinación: Josep Asunción
Realización de los ejercicios: Josep Asunción, Vicenç Ballestar, Josep Maria Cabané, Mercedes Gaspar y Ramon Massana
Diseño de la colección: Josep Guasch
Maquetación y compaginación: Estudi Guasch, S. L.
Fotografías: Nos & Soto
1a edición: septiembre 2002
© ParramónPaidotribo
Derechos exclusivos de edición para todo el mundo
www.parramon.com
E-mail: parramon@paidotribo.com
ISBN: 978-84-342-2472-8
ISBN EPUB: 978-84-342-1495-8
Depósito legal: B-25274-2002
Agradecimientos
El autor y Parramón Paidotribo quiere manifestar su agradecimineto a Montse Guasch y Manuel Bofarull por su gentil colaboración en este libro.
Sumario
Presentación
- LUZ Y COLOR EN LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA
El contraste como herramienta expresiva
La luz como tema artístico
Luz y color en la pintura clásica
La luz y el color en el siglo XIX
Las vanguardias históricas
Luz y color en el género de la naturaleza muerta
La luz en los interiores
Luz y color en el paisaje
Monet y el discurso de la naturaleza
Luz y color en la figura humana
La luz y el retrato
Luz y color en la abstracción
- LUZ Y PERCEPCIÓN VISUAL
Cómo percibimos la realidad visual
El claroscuro, factores generales que intervienen
Luz natural y luz artificial
Posiciones naturales de la fuente de luz
Iluminaciones forzadas
El valor lumínico
La luminosidad relativa
- EL COLOR ES LUZ
La descripción del color
El círculo cromático
Aclarar y oscurecer el color
La interacción del color
La armonía cromática
Gamas melódicas monocromas y de tono dominante
Tríos armónicos y cuaternas
Gamas térmicas: cálidas y frías
Armonizaciones entre complementarios
Gamas quebradas
- LA LUZ DEFINE LAS FORMAS Y EL ESPACIO
Modelado de volúmenes por claroscuro
Modelado de ropajes
Las sombras proyectadas
Brillos y reflejos
Transparencias
La luz define el espacio
Luz y perspectiva lineal
La perspectiva aérea
El claroscuro y la composición
- RECURSOS PARA LA REPRESENTACIÓN DE LA LUZ
Claroscuro a lápiz
El carboncillo
El pastel
Trabajos con tintas
La acuarela y la luz
El óleo, la técnica reina
Las posibilidades del acrílico
- PROCESOS Y TÉCNICAS PARA EL CLAROSCURO DE OBJETOS
Un bodegón monocromático
Los detalles finales
Luz natural en un interior
El modelado de telas
La dirección e intensidad del trazo
- PROCESOS Y TÉCNICAS PARA LA FIGURA HUMANA
Modelar un torso con luz artificial
Figuras a plena luz solar
Un autorretrato con luz natural
- PROCESOS Y TÉCNICAS APLICADAS AL PAISAJE
Un atardecer expresionista
La vivencia estética
Un paisaje fluvial
La atmósfera pictórica
La luz en el paisaje urbano
Un tríptico en técnicas mixtas
Buscando la interpretación personal del tema
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Presentación
Aunque puedan parecer dos temas distintos, hablar de luz y hablar de color es hablar de lo mismo. La luz es el origen de las imágenes, y el color es un fenómeno perceptivo que tiene su razón de ser en la luz. Incluso si tratásemos únicamente el claroscuro monocromático, tradicionalmente en blanco y negro, también abordaríamos el color, ya que tanto el blanco como el negro contienen la suma de todos los colores.
En la primera mitad de este libro se exponen los fundamentos teóricos de los contrastes cromático y lumínico. Las primeras páginas constituyen una introducción que aborda la dimensión más expresiva de la luz y el color desde las referencias históricas y los conceptos más importantes. A continuación, se explican claramente los aspectos que hacen referencia a la percepción visual y al color, para presentar las bases teóricas de lo que será la explicación de los métodos pictóricos del claroscuro cromático, en el capítulo titulado “La luz define las formas y el espacio”. Esta primera mitad del libro se cierra con un capítulo dedicado a los medios más empleados en la representación de la luz y el color: el lápiz, el carboncillo, el pastel, las tintas, la acuarela, el óleo y los acrílicos. Se ofrece una visión de conjunto, ilustrada con ejemplos claros, tomados de pintores que a lo largo de la historia de la pintura han abordado el tema de la luz desde técnicas muy distintas.
En la segunda mitad del libro, se puede seguir muy de cerca la realización práctica de diez ejemplos de temáticas muy variadas.
En estas páginas se analiza paso a paso el proceso técnico y expresivo de cada cuadro. Se trata de diez ejemplos –bodegones, paisajes, interiores y figuras- en los que la luz y el color constituyen los ejes expresivos de la obra.
Luz y color en la expresión artística
Entendemos el arte como un canal de comunicación a través del cual circulan un sinfín de contenidos que nacen del artista. En este capítulo trataremos los aspectos más expresivos de la luz y el color, los dos elementos que crean la imagen.
La historia de la pintura, hasta el siglo XX, constituye una sucesión de momentos fluctuantes, que oscilan periódicamente de un extremo al otro como un péndulo. En un extremo, se sitúa un arte sometido a la razón, cuya meta es el conocimiento de la naturaleza con vistas a dominarla, y en el otro, un arte controlado por la pasión, cuya meta es la expresión más pura de la vivencia. Así, al clasicismo de Grecia y Roma, basado en el canon, le sucedió el arte medieval, más críptico y misterioso, cuya fuerza radicaba en lo simbólico. De ahí se pasó al Renacimiento, analista, monumental y riguroso, para desplazarse después hacia el Barroco, intimista, emocional, espiritual o sensual, según la época. Hasta el Barroco, los períodos artísticos se prolongaban durante siglos, pero a partir del siglo XIX fueron acortándose, hasta llegar a convivir estilos tan diferentes como el perfeccionismo del Neoclasicismo y la pasión del Romanticismo.
Para transmitir intimismo, hubo que recurrir al claroscuro barroco, mientras que evocar grandes epopeyas requería un colorido más fastuoso a plena luz
La manera de usar la luz y el color fue diferente en cada momento. Para transmitir intimismo, hubo que recurrir al claroscuro barroco, mientras que evocar grandes epopeyas requería un colorido más fastuoso a plena luz. Con el Impresionismo, se abrieron las puertas a la visión personal del artista. El pintor se basaba en su propia experiencia, en la “impresión” recibida, y no en ideales o cánones impuestos, ajenos a él. La luz, que crea las impresiones, fue el eje central de la producción de los impresionistas.
El contraste como herramienta expresiva
Cuando hablamos de pintura, hablamos de imagen, y toda imagen se ha formado a partir de la luz. Del mismo modo que la luz, siguiendo unas leyes físicas, define la imagen real que captará nuestra retina e interpretará nuestra mente, la imagen artística deberá seguir las mismas leyes para ser captada e interpretada por el espectador. Esas leyes, que iremos viendo a lo largo de este libro, se resumen en una: el contraste. Sin contraste, no hay percepción; por lo tanto, no hay expresión.
Pero no es necesario que el contraste sea muy fuerte, para asegurar una buena expresión. A veces, una sutil diferencia en el tono cromático o en la luz puede despertar grandes emociones. Como el contraste se basa en la diferencia, se tratará pues de llegar a crear estas diferencias, según la intención poética y expresiva. Del mismo modo que la gastronomía trabaja creativamente los contrastes a varios niveles para despertar sensaciones –contrastes de sabor, de textura, de aroma o de temperatura-, en pintura hay que trabajar también los contrastes a varios niveles: contraste de color, de luz, de forma, de tamaño, de textura...
CONTRASTE LUMÍNICO Y CONTRASTE CROMÁTICO
Son los dos tipos de contrastes que más se han utilizado en la historia de la pintura. En cuanto al valor lumínico, por claroscuro (luz y sombra) o por superficie (un sólo punto de luz brilla más que muchos puntos), y en cuanto al valor cromático, por contrastes de tono (por ejemplo, dos complementarios) o por saturación (un color vivo con otro neutro). Sin embargo, no son dos vías excluyentes, sino que la mayoría de las veces coinciden, del mismo modo que en un mismo plato pueden coincidir un contraste de sabor y otro de textura, aunque en determinados momentos se haya puesto el acento más en uno que en otro.
La luz como tema artístico
La atracción que ejerce la luz en el artista va más allá de su función práctica como elemento que define volúmenes y espacios. La luz es también un elemento que comporta en sí mismo una magia y un atractivo muy especiales.
La luz simboliza lo inmaterial. Sólo la luz escapa de la ley de la gravedad, y todo aquello que se relaciona directamente con ella posee el mismo halo espiritual: la sombra, el color, la noche, el fulgor, la evanescencia, el calor... Sin lugar a dudas, la luz es un elemento repleto de contenidos conceptuales, simbólicos y vivenciales. Muchos artistas lo han abordado desde diversos flancos. En algunos casos, se trata de una luz que crea atmósferas de gran sensualidad, y en otros, es una luz cegadora que evoca un mundo sobrenatural.
Luz y color en la pintura clásica
El Clasicismo va ligado a la idea de veracidad y tuvo su origen en la antigua Roma. Los pintores romanos partían de un dibujo riguroso y aplicaban una fusión entre colorismo y sombreado. A partir del siglo XIII, después de un largo período de predominio de la pintura plana y esquemática, de colores vistosos, se volvió a la realidad y se introdujeron suaves claroscuros, aunque conservando aún el idealismo medieval. El arte flamenco, con su tratamiento de la luz y el claroscuro, se anticipó al Renacimiento. En gran parte, fue una consecuencia de la invención de la pintura al óleo, que permite fundidos perfectos y un nivel de detallismo casi fotográfico.
El Renacimiento, en su afán por comprender la naturaleza, buscó la máxima veracidad en las representaciones mediante la corrección visual, el claroscuro logrado a través del color, la perspectiva, aérea y lineal, y el sfumato. La escuela veneciana, más preocupada por la atmósfera, daría paso al Barroco. A partir de ese momento, la luz se convirtió en elemento fundamental, no sólo al servicio de lo representado sino también de la emoción transmitida.
EL TENEBRISMO BARROCO
La pintura barroca es una pintura vivencial. Se busca un efecto teatral y se experimenta con luces artificiales que dejan el fondo en completa oscuridad. Surge el tenebrismo. Hasta entonces, nunca la penumbra y la oscuridad se habían utilizado como valores pictóricos. Si en el Barroco ocurre así, es porque es la luz la que crea el tema, la que confiere realidad a la narración. Este tipo de iluminación altera los colores de los objetos, uniformizándolos en tonos amarillos o anaranjados, y hace desaparecer la formas lejanas, dando paso a un fondo negro y profundo.
La luz y el color en el siglo XIX
El academicismo continuaría el camino iniciado en el Barroco, prosiguiendo las investigaciones sobre la luz y el color, pero alejándose en cambio del tenebrismo. Hasta el siglo XIX no llegaría el día, la luz en su apogeo. “El enemigo de la pintura es el gris”, dirá Delacroix. Se pinta la luz como se ve, sin idealizaciones. Aparecen entonces las divergencias; por un lado, los neoclásicos modelaban las formas con suaves fundidos y, por otro, los románticos lo lograban con empastes y veladuras, de forma más impulsiva. La naturaleza, para ellos, se convertía en fuente de experiencias espirituales.
Con el Impresionismo, el color desplazaba al claroscuro y, con una paleta ilimitada, se alcanzaba la atmósfera cromática total. Se establecieron ricos juegos cromáticos entre gamas cálidas y frías, modelados con complementarios, se introdujo el azul en las sombras, se revalorizó el trazo y la pincelada... Se abrían las puertas a la investigación de la pintura sobre la pintura misma.
Las vanguardias históricas
En la primera mitad del siglo XX, se produjo una eclosión de tendencias y de estilos hasta entonces impensable: las vanguardias. Cada una de ellas trataría la luz y el color en función de sus propios postulados. El Expresionismo y el Fauvismo, derivados del atrevido colorismo de Van Gogh y Gauguin, ambos postimpresionistas, consideraban que la luz proviene del propio color en su máxima expresión saturada y trabajaban con fuertes contrastes cromáticos, normalizando el uso de complementarios para las sombras. Con el Cubismo, el Futurismo, el Surrealismo y el Dadaísmo, el color se sometía al arbitrio del artista, según su voluntad compositiva y el discurso expresivo. Lo que se perseguía no era ya la plasmación de la realidad, sino la creación de una obra nueva y singular. Cada cuadro es una realidad nueva.
LA NOCHE
XIX
En el siglo XX, la noche tendrá luz propia y creará su propia vida.