Antonio Machado

Páginas escogidas

Publicado por Good Press, 2022
goodpress@okpublishing.info
EAN 4057664154460

Índice


PRÓLOGO
NOTA BIOGRÁFICA
SOLEDADES 1903 SOLEDADES, GALERÍAS Y OTROS POEMAS 1907
PRÓLOGO
I EL VIAJERO
II
III EN EL ENTIERRO DE UN AMIGO
IV RECUERDO INFANTIL
V
VI
VII CANTE HONDO
VIII
IX EL POETA
X
DEL CAMINO
GALERÍAS
CANCIONES HUMORADAS
I
DE LA VIDA (COPLAS ELEGÍACAS)
LA NORIA
EL CADALSO
LAS MOSCAS
ELEGÍA DE UN MADRIGAL
ACASO...
JARDÍN
A UN NARANJO Y A UN LIMONERO VISTOS EN UNA TIENDA DE PLANTAS Y FLORES
HASTÍO
NEVERMORE
DE LA VIDA (COPLAS MUNDANAS)
SOL DE INVIERNO
A UN VIEJO Y DISTINGUIDO SEÑOR
CAMPOS DE CASTILLA 1912
PRÓLOGO
A ORILLAS DEL DUERO
POR TIERRAS DE ESPAÑA
EL HOSPICIO
AMANECER DE OTOÑO
NOCHE DE VERANO
PASCUA DE RESURRECCIÓN
CAMPOS DE SORIA
A UN OLMO SECO
LA TIERRA DE ALVARGONZÁLEZ
[LA TIERRA DE ALVARGONZÁLEZ]
EL SUEÑO
AQUELLA TARDE...
OTROS DÍAS
CASTIGO
EL VIAJERO
EL INDIANO
LA CASA
LA TIERRA
LOS ASESINOS
PROVERBIOS Y CANTARES
[PROVERBIOS Y CANTARES]
VIAJE
MARIPOSA DE LA SIERRA
LAS ENCINAS
RETRATO
A DON MIGUEL DE UNAMUNO
A DON FRANCISCO GINER DE LOS RÍOS

PRÓLOGO

Índice

Mi costumbre de no volver nunca sobre lo hecho y de no leer nada de cuanto escribo, una vez dado a la imprenta, ha sido causa en esta ocasión de no poco embarazo para mí. El presentar un tomo de Páginas escogidas me obligó, no sólo a releer, sino a elegir, lo que supone juzgar. ¡Triste labor! Porque un poeta, aunque desbarre, mientras produce sus rimas, está siempre de acuerdo consigo mismo; pero, pasados los años, el hombre que juzga su propia obra dista mucho del que la produjo. Y puede ser injusto para consigo mismo: si, por amor de padre, con exceso indulgente, también a veces ingrato por olvido, pues la página escrita nunca recuerda todo lo que se ha intentado, sino lo poco que se ha conseguido.

Si un libro nuestro fuera una sombra de nosotros mismos, sería bastante; porque frecuentemente es mucho menos: la ceniza de un fuego que se ha apagado y que tal vez no ha de encenderse más. Y en el caso mejor, cuando nuestro libro nos evoca nuestra alma de ayer con la viveza de algunos sueños que actualizan lo pasado, echamos de ver que, entonces, llevábamos a la espalda un copioso haz de flechas que no recordamos haber disparado y que han debido caérsenos por el camino. La tristeza de volver sobre nuestra obra no proviene de la conciencia de lo poco logrado, sino de lo mucho que renunciamos a acometer. Nuestra incapacidad para fallar con justicia en causa propia estriba también en la merma de simpatía por nuestra obra, y en la enorme distancia que media entre el momento creador y el crítico. En el primero coincidíamos con la corriente de la vida, cargada de realidades virtuales que acaso no llegan nunca a actualizarse, pero que sentimos como infinitamente posibles; en el segundo estamos fuera de esta misma corriente, y aun fuera de nosotros, obligados a juzgar, a encerrar y distribuir las vivas aguas en los rígidos cangilones de las ideas ómnibus, a evaluar en moneda corriente lo más ajeno a toda mercadería. Es muy frecuente—casi la regla—que el poeta eche a perder su obra al corregirla. La explicación es fácil: se crea por intuiciones; se corrige por juicios, por relaciones entre conceptos. Los conceptos son de todos y se nos imponen desde fuera en el lenguaje aprendido; las intuiciones son siempre nuestras. Juzgarnos o corregirnos, supone aplicar la medida ajena al paño propio. Y al par que entramos en razón y nos ponemos de acuerdo con los demás, nos apartamos de nosotros mismos; cuantas líneas enmendamos para fuera, son otras tantas deformaciones de lo íntimo, de lo original, de lo que brotó espontáneo en nosotros.

El poeta debe escuchar con respeto la crítica ajena, porque el libro lanzado a la publicidad ya no le pertenece. Él lo entregó al juicio de los hombres, sin que nadie le obligase a ello. Asístele, sin embargo, el derecho de no ser demasiado dócil a admoniciones y consejos, y le conviene, sobre todo, desconfiar aun de sus propias definiciones. No se define en arte, sino en matemática—allí donde lo definido y la definición son una misma cosa.—Ante la crítica dogmática y doctrinera, aun la propia inepcia puede sonreír desdeñosa.

Cabe, no obstante, pedir al hombre de un libro un juicio valorativo de su obra, un precio de su propia labor; cabe preguntarle: “¿En cuánto estima usted esto que nos ofrece en demanda de nuestra simpatía y de nuestro aplauso?” Responderé brevemente. Como valor absoluto, bien poco tendrá mi obra, si alguno tiene; pero creo—y en esto estriba su valor relativo—haber contribuído con ella, y al par de otros poetas de mi promoción, a la poda de ramas superfluas en el árbol de la lírica española, y haber trabajado con sincero amor para futuras y más robustas primaveras.

Antonio Machado.

Baeza, 20 de abril de 1917.


NOTA BIOGRÁFICA

Índice

Nací en Sevilla una noche de Julio de 1875, en el célebre palacio de las Dueñas, sito en la calle del mismo nombre. Mis recuerdos de la ciudad natal son todos infantiles, porque a los ocho años pasé a Madrid, donde mis padres se trasladaron, y me eduqué en la Institución Libre de Enseñanza. A sus maestros guardo vivo afecto y profunda gratitud. Mi adolescencia y mi juventud son madrileñas. He viajado algo por Francia y por España. En 1907 obtuve cátedra de Lengua francesa, que profesé durante cinco años en Soria. Allí me casé; allí murió mi esposa, cuyo recuerdo me acompaña siempre. Me trasladé a Baeza, donde hoy resido. Mis aficiones son pasear y leer.


SOLEDADES
1903

SOLEDADES, GALERÍAS
Y OTROS POEMAS
1907

Índice

PRÓLOGO

Índice

Las composiciones de este primer libro, publicado en Enero de 1903, fueron escritas entre 1899 y 1902. Por aquellos años, Rubén Darío, combatido hasta el escarnio por la crítica al uso, era el ídolo de una selecta minoría. Yo también admiraba al autor de Prosas profanas, el maestro incomparable de la forma y de la sensación, que más tarde nos reveló la hondura de su alma en Cantos de vida y esperanza. Pero yo pretendí—y reparad en que no me jacto de éxitos, sino de propósitos—seguir camino bien distinto. Pensaba yo que el elemento poético no era la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni un complejo de sensaciones, sino una honda palpitación del espíritu; lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta animada al contacto del mundo. Y aun pensaba que el hombre puede sorprender algunas palabras de un íntimo monólogo, distinguiendo la voz viva de los ecos inertes; que puede también, mirando hacia dentro, vislumbrar las ideas cordiales, los universales del sentimiento. No fué mi libro la realización sistemática de este propósito; mas tal era mi estética de entonces.

Esta obra fué refundida en 1907, con adición de nuevas composiciones que no añadían nada substancial a las primeras, en Soledades, galerías y otros poemas. Ambos volúmenes constituyen en realidad un solo libro.