Emma Martínez Ocaña

Espiritualidad
para un

mundo en emergencia

Cuando la Palabra se hace cuerpo... en cuerpo de mujer

Cuerpo espiritual

Buscadores de felicidad

Te llevo en mis entrañas dibujada

© NARCEA, S.A. DE EDICIONES, 2016
Paseo Imperial 53-55. 28005 Madrid. España

www.narceaediciones.es

Foto de portada: ©/Gunnar/YAY Micro/age fotostock

ISBN papel: 978-84-277-2067-1
ISBN ePdf: 978-84-277-2068-8
ISBN ePub: 978-84-277-2173-9

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ÍNDICE

Introducción

1. Clarificación conceptual

1. Aproximación al concepto de “espiritualidad”.

2. Un mundo en “emergencia”.

2. Un mundo en emergencia como peligro

1. TIEMPO DE NOCHE

Estrellas a encender: consciencia lúcida, pasión por la vida, compasión operativa, búsqueda compartida, contemplación.

Jesús, un hombre que supo iluminar la noche Ejercicios de interiorización: Tomar conciencia de ser creatura habitada. Vivimos un tiempo de noche. Jesús, luz en la noche

2. TIEMPO DE CAOS: TORMENTA, TEMPESTAD

Este tiempo reclama: permanecer en los compromisos adquiridos y en fidelidad a Jesús y su Reino, soltar amarras e izar velas, buscar caminos de paz y no perder el horizonte ni la esperanza

Jesús, un hombre que supo afrontar la tempestad desde la firmeza de su fe

Ejercicios de interiorización. Consciencia de que vivimos en un tiempo de caos. La tormenta

3. TIEMPO DE CERRAR FRONTERAS, DE LEVANTAR MUROS .

Este tiempo invita a: demoler muros, abrir fronteras y establecer puentes de diálogo

Jesús, un hombre que derribó muros y se hizo diálogo

Ejercicios de interiorización: Toma de conciencia de las fronteras y muros que levantamos. Diálogo entre Jesús y la mujer cananea

3. Un mundo en emergencia como oportunidad

1. TIEMPO DE AMANECER

En este tiempo amanece: una nueva ciudadanía, un nuevo paradigma científico, una nueva conciencia planetaria, una nueva espiritualidad y un nuevo protagonismo de las mujeres.

Jesús descubre y construye el amanecer de la Buena Noticia

Ejercicios de interiorización. Contemplar la novedad. La novedad que Jesús inaugura

2. ARCOIRIS

¿Qué necesitamos de-construir? Construir una verdadera interculturalidad. Hacer verdad un diálogo interreligioso.

Jesús, un hombre que supo vivir la pluralidad como riqueza

Ejercicios de interiorización. Consciencia de la pluralidad y capacidad para vivirla. Contemplar a Jesús que vivió la pluralidad como riqueza

3. TIEMPO DE REDES, NEXOS, RELACIÓN

Cultivar una espiritualidad holística. Vivir una espiritualidad ecológica del cuidado. Educar para una nueva conciencia planetaria. La concepción del ser humano. Los humanos no somos los únicos sujetos de derechos.

Jesús vivió enredado y enredando en un proyecto que llamó Reino de Dios

Ejercicios de interiorización. Consciencia de que somos red-relación. Contemplación de Jesús

EPÍLOGO

ANEXO. Celebración comunitaria

BIBLIOGRAFÍA

AGRADECIMIENTOS

Es un placer para mí agradecer. La gratitud es una de las emociones que mejor me hace sentir, me permite descubrir todo lo bueno que la vida me regala, tantas personas que me han hecho posible llegar a ser lo que hoy soy, que me permiten vivir cada día. Pero cuando llega la hora de nombrar siempre temo olvidar algunas de ellas, me parece una ingratitud que a veces nombres importantes y significativos para mí se me escapen. No me es posible reconocer con nombre y apellido a tantas personas que están detrás de este nuevo libro, pero voy a intentar visibilizar algunos.

En primer lugar, al equipo del Área de Justicia y Solidaridad de CONFER, que me pidió una conferencia para cerrar unas jornadas que tenían este mismo título: “Espiritualidad para un mundo en emergencia”. Participar en las jornadas y hacer el esfuerzo de síntesis de lo allí vivido ha sido la mecha que encendió esta llama. Por tanto, para ese equipo mi primera gratitud. En el diseño, transcripción de lo oral al papel, redacción, bibliografía quiero agradecer a mi buena amiga Carmen Lorigados que con paciencia y dedicación ha posibilitado que el libro salga adelante. También agradezco a las personas que han leído el original y me han prestado sus valiosas sugerencias: Tusta Aguilar, Rosario de la Rosa, Pepa Borrego. A la Editorial Narcea que siempre me facilita y acoge con cariño y prontitud mis publicaciones también mi agradecimiento. Pero más allá de esas ayudas concretas en la redacción y corrección del libro hay muchas personas que han colaborado en su elaboración. En las conferencias que he dado sobre el tema. En las veces que ha sido objeto de meditación, contemplación, oración… ha sido mucho lo que cada persona desde su experiencia me ha enseñado; con ellas he aprendido, he ido ampliando y en parte validando su contenido, me he enriquecido con sus aportaciones. Imposible nombrarlas; a todas ellas gracias. Hay en el libro muchos nombres de mujeres y hombres que me han inspirado, enseñado, ofrecido su sabiduría y preparación… a tantas personas, mil gracias. Por último, y no por ello lo menos importante, reconozco que hay en esta nueva publicación una mirada que quiere ser lúcida y sobre todo esperanzada, y esto último se lo debo sobre todo a mis padres que supieron trasmitirnos una mirada siempre positiva y llena de esperanza a pesar de las dificultades, que fueron muchas, que tuvieron que afrontar en la vida. No se rindieron y supieron esperar contra toda esperanza. Ese regalo nunca lo agradeceré suficientemente. También gracias a tantas personas, grupos, colectivos, movimientos, plataformas… que hoy luchan, trabajan, impulsan la historia hacia un mundo nuevo. Son también para mí motivo de esperanza.

INTRODUCCIÓN

Una vez más pongo en tus manos un libro que brota de la experiencia compartida y quiere introducirte en ella.

Ni su título ni la portada son originales; se los debo al Área de Justicia y Solidaridad de CONFER, que organizó unas jornadas con este nombre y me pidió la conferencia final1. El primer acercamiento al tema me hizo más consciente del reto tan potente que este tiempo de cambio de paradigma nos supone a quienes deseamos responder adecuadamente a las urgencias de nuestro momento histórico.

No encontrarás aquí una mirada “experta” en nada, sino la mirada de una ciudadana creyente, desconcertada y buscadora ante la realidad que vivimos; una mirada interrogativa que trata de comprender lo que está pasando para poner su granito de arena y ayudar a dar a luz un mundo nuevo más justo y fraterno y una tierra más habitable.

Una mirada, por supuesto, condicionada por mis creencias, opciones, lugares de vida, condición social y sexual, y por tanto selectiva. Esto me hace consciente de mis “cegueras” y mis luces.

Una mirada que quiere ser lúcida y esperanzada, rescatando lo que de positivo puede estar emergiendo y que nos anuncia que, como dice el profeta Isaías, “algo nuevo está naciendo ¿No lo veis?” (Is 43,18).

“Espiritualidad para un tiempo de emergencia” expresa el objetivo de este libro: Compartir algunas pistas de camino encontradas en mis búsquedas personales y comunitarias a estas preguntas: ¿Con qué espíritu, es decir talante, necesitamos afrontar la realidad para descubrir lo que de emergencia como peligro y oportunidad tiene este momento de cambios profundos? ¿Cómo vivir este tiempo de emergencia con responsabilidad cívica y al tiempo hacerlo al “aire” de Jesús de Nazaret?

Vivimos un tiempo de emergencia, entendida en una doble acepción: como peligro y oportunidad para contemplar lo nuevo que ya está brotando, aunque no siempre sea fácil percibirlo. Necesitamos buscar caminos de sabiduría, lucidez y coraje para caminar hacia la vida, la humanización, la globalización de la solidaridad y la justicia.

El libro, una vez clarificada la acepción con que utilizo el término espiritualidad, se divide en dos partes claramente diferenciadas y en ambas utilizo imágenes simbólicas que en sí mismas son evocadoras y complementarias.

En la primera parte miro la emergencia como peligro y negatividad y propongo tres símbolos: noche, tormenta y muros; en cada uno de ellos, después de describir algunos rasgos en nuestro momento, busco descubrir cómo situarnos “espiritualmente”.

En la segunda, la emergencia como oportunidad y esperanza del amanecer de un mundo nuevo, propongo otros tres símbolos complementarios a los anteriores: amanecer, arcoíris y redes. El análisis de estas imágenes y datos recogidos está hecho desde el deseo de vislumbrar por dónde aletea el Espíritu de vida nueva, para poder conspirar con ese aliento y colaborar así con el nacimiento de un mundo que ya gime “con dolores de parto”.

En medio de la noche, cómo hacer de nuestras personas y comunidades estrellas que alumbren y ayuden a vislumbrar y colaborar con el amanecer.

En plena tormenta no perder el horizonte ni la esperanza y cultivar actitudes que ayuden a construir el arcoíris que habla de paz y de complementariedad.

En un momento de levantar muros y fronteras descubrir la red de relaciones que somos y vivir coherentemente con esa verdad.

Y a lo largo de este camino nos acompaña Jesús de Nazaret, para mí (y creo que puede serlo para quienes no son creyentes también) guía que indica valores, sendero para caminar hacia una mayor justicia y fraternidad, testigo de fidelidad y coherencia hasta dar la vida, creyente fiel, horizonte de esperanza de que el Amor es más fuerte que la muerte.

Termino animándonos a convertirnos en personas y comunidades mistagogas (que saben orientar porque antes han hecho el camino) y testigos del misterio de Amor que nos constituye, porque lo hemos descubierto en lo profundo de nuestro ser. Hoy no sirven ya las palabras sino las vidas que intentan ser coherentes con las propias creencias y valores y/o al menos lúcidas ante las incoherencias inherentes a nuestra debilidad humana, porque trigo y cizaña crecen juntos en nuestro corazón (Mt 13, 24-43).

Cómo utilizar este libro

Como he dicho ya, antes de ser libro ha sido experiencia contemplativa varias veces durante siete días consecutivos, por tanto quiere ser una invitación a entrar en la experiencia y saborearla para permitir ser alcanzada por la Palabra que a cada persona se le irá revelando en el corazón.

Por esa razón, he recogido las experiencias orantes que hemos ido haciendo cada día y la propuesta de mirar a Jesús de Nazaret como buena brújula que orienta y camino que invita a ser transitado. Una vez más utilizo el género literario narrativo, poniendo en boca de Jesús lo que hoy podrían decirnos los textos evangélicos.

Esta propuesta experiencial no quita que también pueda ser utilizado como lectura, compartir comunitario, reflexión, provocación…

Hay en estas páginas, también, un interés formativo: deseo que sea un aperitivo para abrir el hambre de seguir profundizando en tantas realidades apasionantes que se despliegan ante nuestra mirada, y que cada persona pueda hacerlo en las que más le interesen; por eso he hecho un esfuerzo de recopilación bibliográfica por temas. Esa es la razón de las notas bibliográficas amplias a pie de página; me parece que eso puede facilitar seleccionar los temas de mayor interés o novedad para profundizar en ellos.

Como en mis libros anteriores, el lenguaje quiere ser lo más inclusivo posible y abunda el femenino, pues el sujeto es la persona.

Puedes seguir compartiendo conmigo

Ya solo me queda invitar a cada una de las personas que tenga en sus manos este libro a entrar en la experiencia y ofrecer la posibilidad de compartir conmigo lo que esta lectura vaya despertando en ella; eso nos enriquece a ambas.

Mi correo electrónico es emmaocana@gmail.com


1 Espiritualidad para un mundo en emergencia, Jornadas organizadas por el Área de Justicia y Solidaridad de CONFER, Madrid, 26-28 de febrero de 2010. Publicadas bajo el mismo título “Espiritualidad para un mundo en emergencia” en la Revista de Vida Religiosa, CONFER, v. 49, no 188, enero-junio, 2010, pp.231-244.

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CLARIFICACIÓN CONCEPTUAL

1. Aproximación al concepto de “espiritualidad”

Antes de entrar a desarrollar el tema, necesito clarificar en qué acepción utilizo el término “espiritualidad”, por su enorme diversidad de significados y el hambre que de ella hay en nuestro mundo.

La palabra “espiritualidad” es un término polisémico: basta buscar en Google para encontrar casi siete millones de entradas y cientos de acercamientos a su descripción. Pero sobre todo es un término que ha llegado a nuestro momento histórico contaminado, desgastado y empobrecido1.

Contaminado por el dualismo imperante en nuestra cultura occidental, que durante siglos ha contrapuesto espiritualidad a materialidad, corporalidad y temporalidad. Como si lo espiritual perteneciera a otra realidad, que al aparecer como no corporal, no material y no temporal no nos perteneciese a los humanos ni a esta vida, incluso en muchos casos contrapuesto también a vida cotidiana, al placer, disfrute y gozo de vivir. Todo eso era “poco espiritual”.

Desgastado y empobrecido al reducirlo a la religión y dentro de ella a la oración, sacramentos, celebraciones, etc. Por todo ello es una palabra que en muchos casos provoca rechazo, alejamiento y desconfianza o remite a algo superfluo, pasado y caduco.

Resulta imprescindible re-codificarla antes de hablar de un resurgir de la espiritualidad en nuestro momento histórico.

Espiritualidad en su acepción semántica procede de espíritu palabra que ha llegado a nosotros después de un largo recorrido. Si buscamos en la tradición judeocristiana nos encontramos que el término hebreo es femenino, la ruah, la brisa, el aliento de vida, la fuerza que alienta la realidad. La traducción griega, lo pneuma, la convierte en una palabra neutra y finalmente la traducción latina spiritus la define como masculina, y desde esa traducción patriarcal ha llegado a nosotros2.

No obstante, algo importante hay en común en estas traducciones, y es la referencia al principio vital, al hálito de vida, a lo que está en el origen de todo lo que existe. El “espíritu” es lo que alienta la realidad.

Esta acepción es la que nos trasmite la sabiduría bíblica: en el Génesis aparece el “espíritu” de Dios aleteando sobre la faz de la tierra en el paso del caos al cosmos3 y también en la expresiva descripción mítica de la creación del ser humano al que Dios sopla su aliento de vida (ruah)4. Encontramos esa misma mirada a la ruah como sustentadora de toda la realidad en el libro de la Sabiduría, pues inmediatamente después de nombrar a Dios como “amigo de la vida”5 concluye: “Todo lleva tu aliento de vida”6. El espíritu no es entonces “otra vida” sino “lo mejor de la vida”.

Desde esta vinculación semántica al término ruah o spiritus, como vida y aliento de vida, ya desde finales de los 80 y comienzos de los 90 del siglo pasado, varios teólogos han hecho un esfuerzo por re-conceptualizar el término espiritualidad7, poniendo de relieve su dimensión “macroecuménica”.

Pedro Casaldáliga escribe que "el espíritu de una persona es lo más hondo de su propio ser, sus motivaciones últimas, su ideal, su utopía, su pasión, la mística por la que vive y lucha y con la cual contagia a los demás”8. Su espiritualidad será la talla de su propia humanidad. O en palabras de Jon Sobrino, “espiritualidad es el espíritu, el talante con el que se afronta lo real, la historia que vivimos en toda su complejidad”9. Complementando esta definición, Leonardo Boff nos dice: “En su acepción originaria, espíritu (de donde deriva espiritualidad), aliento, es una cualidad de todo ser vivo que respira (ser humano, animal, planta). En este sentido espiritualidad es la actitud que pone la vida en el centro, que defiende y promueve la vida contra todos los mecanismos de estancamiento y muerte”10.

Es decir, la espiritualidad nos habla del aliento, de nuestro talante y actitud, del modo de situarnos ante la vida, defenderla y afrontar lo real en toda su riqueza y complejidad. Según esto alguien podría decirnos “dime cómo te sitúas ante la realidad y te diré cuál es tu espiritualidad”.

Dentro de esta recodificación de la espiritualidad vinculándola con la realidad y la vida han surgido las llamadas espiritualidades de liberación y resistencia11 como protesta activa ante la larga estela de injusticia, desigualdad, dolor y muerte que está dejando el sistema neoliberal. Ya habían surgido en América Latina en torno a 1970, subrayando la causalidad entre pobreza y riqueza y poniendo a los pobres, indígenas y a los sin tierra en el centro de la liberación12.

En otros continentes, como África, surgieron movimientos en la misma dirección. Los africanos despertaron a la consciencia de su discriminación racial y muy pronto otros colectivos discriminados y oprimidos se pusieron en pie.

Son espiritualidades centradas en la defensa de los derechos humanos: emigrantes, personas en situación de riesgo, razas y etnias despreciadas, homosexuales, transexuales… Espiritualidades críticas y de protesta, de compromiso con la defensa de la vida allí donde se vulnera o no se protege adecuadamente.

También fueron configurándose las espiritualidades feministas y ecofeministas13 que denunciaron la opresión secular de las mujeres y la conexión de esta opresión con la destrucción de la Tierra.

Dentro de este espíritu de protesta crítica y aunque no se nombren desde la “espiritualidad”, podríamos englobar hoy a los movimientos de resistencia global, que de muy diversas maneras y desde todos los lugares del mundo dicen ¡basta ya! a lo que de negativo nos ha traído el devenir de la modernidad y el sistema económico neoliberal.

En estos últimos años también, probablemente como consecuencia del olvido, por parte de la modernidad, de la dimensión de profundidad de la vida y de haberla reducido a su dimensión exterior, se ha producido en gran parte de la sociedad un sinsentido que ha provocado el nacimiento de un movimiento nuevo: algunos lo llaman “hambre espiritual”, “vuelta de lo sagrado”, “búsqueda de la profundidad del Ser”...

De la emergencia de estos modos nuevos de entender y vivir la espiritualidad hablaré más adelante, ahora solo pretendo recoger las diversas acepciones con las que el término “espiritualidad” está siendo recodificado desde el último cuarto del siglo pasado.

Con estas aportaciones tendríamos ya una aproximación al término espiritualidad re-codificado: alude al espíritu, a la fuerza que alienta la realidad, al modo de situarse ante ella sosteniendo, defendiendo la vida contra todo lo que atenta contra ella y desvela la verdad más profunda de la humanidad y de la realidad.

Una sociedad o persona espiritual sería, por tanto, la que va descubriendo la verdad de su ser, su verdadera identidad, vislumbrando el fondo último de la realidad (la unidad que somos) y trata de vivir coherentemente con esa verdad experimentada, poniendo la vida, toda vida, de un modo especial las vidas más amenazadas, en el centro para cuidarla, defenderla y protegerla.

Desde esta aproximación conceptual podremos hablar de qué espiritualidad es adecuada en cada momento de la historia, pero siempre remitida a lo real para confrontarse con ello14.

Es, pues, un concepto dinámico, no estático y de profunda actualidad.

Desde esta concepción de la espiritualidad te invito a embarcarte en la búsqueda de respuestas existenciales (no solo conceptuales) a estas preguntas:

¿Te sitúas ante la realidad penetrando en su profundidad para descubrir el fondo último que nos vincula y sustenta y tratar de vivir en coherencia con esa verdad descubierta?

¿Vas poniendo en el centro de tu vida cotidiana el interés, la defensa y el cuidado de la vida, de toda vida, por insignificante que parezca o son otros los valores que sitúas como prioritarios?

¿Comienzas, al mirar la vida, a complementar la visión antropocéntrica con la biocéntrica, desde el convencimiento de que todo lo que existe tiene derecho a ser no por su utilidad para el ser humano sino por sí mismo?

Refiriéndonos más concretamente a los que nos decimos cristianos, ¿vivimos de verdad una espiritualidad cristiana que nos lleve a cultivar un talante evangélico? Es decir: ¿afrontamos la vida dejándonos alentar, mover, traer y llevar por el espíritu de Jesús o por otros espíritus?

2. Un mundo en emergencia

Al hablar de un mundo en “emergencia” quiero destacar, como he dicho en la Introducción, la doble acepción de esta palabra, entendida como peligro y como esperanza de lo nuevo que está emergiendo. También podría ser sustituida por otra que hoy lo invade todo: crisis, empleada para designar el momento que estamos viviendo desde el punto de vista estructural, socio-político-económico, religioso y referido también a la experiencia vital del hombre y la mujer de hoy.

La palabra crisis, y “emergencia” (en la doble acepción en la que la uso) alude a cambio y transformación y a la vez a un tiempo en el que no se encuentran respuestas o recursos suficientes para abordar ese cambio. Esto no es necesariamente algo negativo, pues sin duda las crisis no solo generan dolor, desazón y miedo sino que también pueden ser una gran oportunidad para desterrar estructuras caducas y cribar lo que sigue siendo valioso y lo que no lo es. Y esto con paciencia histórica y asumiendo que los cambios sociales y estructurales son muy lentos.

Estamos ante una transformación de grandes dimensiones. Joan Subirats, prestigioso catedrático de Ciencia Política lo expresa así:

Estamos en una situación de transición o de interregno entre dos épocas, en la que se constatan discontinuidades significativas entre lo que hacíamos y vivíamos y lo que estamos haciendo y viviendo, si bien no se vislumbran todavía con claridad los escenarios de futuro15.

Algunas personas la comparan con lo que supuso el paso del Paleolítico al Neolítico para la historia de la humanidad.

Los nombres para identificar este radical cambio se suceden: tiempo axial, cambio de eje, nueva conciencia holística, trans-histórica, tras-personal, trans-religiosa, post-moderna, post industrial... Muchos analistas nos dicen que el cambio es de tal categoría que no nos es posible comprenderlo porque estamos demasiado encima, nos falta perspectiva para vislumbrar lo que puede suponer para la evolución del planeta tierra y de nuestra especie.

Cambio de época, de costumbres, de mentalidad, del concepto de familia, del trabajo, del futuro y también de la experiencia religiosa. Un cambio de sociedad o paradigma que nos obliga a revisar nuestra manera de vivir y expresar nuestra fe cristiana y nuestra espiritualidad16.

La etapa en la que nos situamos condiciona nuestra visión de la realidad. Una parte de la sociedad actual ha dejado atrás la modernidad y la fase racional para iniciar una visión más holística, transmental y no dual que no puede ser entendida desde etapas anteriores. Esto es así tanto institucional como individualmente, y por eso es necesaria una mente abierta y lúcida si no queremos quedarnos encapsulados en creencias caducas.

Estar viviendo un momento de crisis conlleva también una gran carga de incertidumbre y la búsqueda a veces compulsiva de seguridad. Desde aquí se puede explicar el éxito de movimientos, ideologías e instituciones que ofrecen una vida lo más “reglada” y cerrada posible, disminuyendo la sensación de “caos” que pueden experimentar muchas personas ante lo que estamos viviendo.

En el intento de aproximarme modestamente a una lectura de nuestro mundo “en emergencia” he elegido unos símbolos, como ya he dicho, que muestran la doble acepción con la que quiero analizar este momento histórico, hablando de peligro, y/o negatividad y esperanza respecto a lo que (debajo de esta crisis o fruto de ella) puede emerger, y de hecho ya está emergiendo, como novedad constructiva.

Sobre todo quiero compartir búsquedas y preguntas: ¿Por dónde pasaría una espiritualidad capaz de ofrecer un diálogo entre nuestra cultura actual occidental y la fe cristiana? ¿Qué actitudes necesitamos cultivar para situarnos, ante este momento histórico, con lucidez, responsabilidad y compromiso ante los graves retos de nuestro mundo?

Además, para quienes nos consideramos seguidores y seguidoras de Jesús, necesitamos hacernos otra pregunta: ¿Qué talante necesitamos cultivar para ser fieles al Espíritu de Jesús y a nuestro momento histórico? Este ha sido uno de los grandes retos de las comunidades cristianas, desde los primeros creyentes procedentes del judaísmo, que tuvieron que trasmitir con palabras y obras su fe en el mundo griego y romano. En este momento histórico, este es un reto imprescindible que nos pide un dialogo sincero, crítico, para ser capaces de abrirnos sin identificar la fe con una cultura determinada.

Con esas preguntas de fondo y otras muchas más que iremos planteándonos nos aproximamos a este mundo nuestro en “emergencia”.

Los símbolos que he elegido para caracterizar un mundo en emergencia como peligro y/o negatividad son: la noche, la tormenta, la frontera.

Los símbolos para un mundo en emergencia como esperanza son: amanecer, arcoíris y redes.

Símbolos que intentaré desentrañar, a lo largo de estas páginas. Podrían ser otros, dada la enorme complejidad de nuestro momento histórico, pero no pretendo ser exhaustiva, ni acertar con los símbolos más adecuados. Enumero algunos de los rasgos de nuestro mundo queriendo buscar respuestas, retos, caminos para transitar, puentes para cruzar, modos de ser y estar en la realidad que ayuden a dar a luz un mundo nuevo más justo, fraterno y habitable.


1 He desarrollado este tema con cierta amplitud en MARTÍNEZ OCAÑA, E. (2009), Cuerpo espiritual, Madrid, Ed. Narcea, pp. 19-65.

2 Cfr. MARTÍNEZ LOZANO, E. (2012), Vida en plenitud. Apuntes para una espiritualidad transreligiosa, Madrid, Ed. PPC, pp. 7-12; 25-35.

3 Gn 1,2.

4 Gn 2,7.

5 Sb 11,26.

6 Sb 12,1.

7 VIGIL, J.M. (2007), “La coyuntura actual de la espiritualidad” en Éxodo 88, pp. 4-11; Cfr. GALILEA, S. (1985), El camino de la espiritualidad, Bogotá, Ed. Paulinas, p. 26; BOFF, L. y BETTO, F. (1996), Mística y espiritualidad, Madrid, Ed. Trotta; ELLACURÍA, J. y LOIS, J. (1993), "Espiritualidad" en Conceptos fundamentales del Cristianismo, Madrid, Ed. Trotta, pp. 413-431; SOBRINO, J. (1990),"Espiritualidad y seguimiento de Jesús" en Mysterium liberationis t. II, Madrid, Ed. Trotta, pp. 449-458.

8 CASALDÁLIGA, P. y VIGIL, J.M. (1993), Espiritualidad de la liberación, San Salvador, UCA, p. 23; Igual acepción se encuentra en GALILEA, S. (1985), o.c., Bogotá, Ed. Paulinas, p. 26.

9 SOBRINO, J., o.c. p. 450.

10 BOFF, L. (2003) La voz del arco iris, Madrid, Ed. Trotta, p.123.

11 Una buena síntesis puede verse en AA.VV (2008), Teologías del tercer mundo, Cátedra Chaminade, Madrid, Ed. S.M.

12 De la fuerza de esa espiritualidad he sido testigo y aprendiz cuando hacia 1970 tuve la suerte de conocer y participar de los cursos de Gustavo Gutiérrez en la universidad de Lima. De esas experiencias nació mi vocación a la Teología. Algunos de los libros más representativos son: CASALDÁLIGA P.-VIGIL, J. Mª. (1992), Espiritualidad de la liberación, Santander, Ed. Sal Terrae; CASTILLO, J. M, (1999), Los pobres y la Teología. ¿Qué queda de la Teología de la Liberación?, Bilbao, Ed. DDB.; GUTIÉRREZ, G., (1975), Teología de la liberación, Salamanca, Ed. Sígueme; (1984). Beber en su propio pozo. Itinerario espiritual de un pueblo, Salamanca, Ed. Sígueme; (2013,) Espiritualidad de la liberación. Escritos esenciales, Santander, Ed.Sal Terrae; SOBRINO, J. (1985), Liberación con espíritu, Santander, Ed. Sal Terrae; VIGIL, J. Mª . (1991), La opción por los pobres, Santander, Ed. Sal Terrae.

13 Una presentación global puede verse en AA.VV. (2000), Feminismo es… y será, Jornadas Feministas, Córdoba, Publicaciones Universidad de Córdoba; ARRIAGA FLÓREZ, M. y NAVARRO PUERTO, M. (editoras) (2007), Teología Feminista I; (2008) Teología Feminista II, EFETA (Escuela Feminista de Teología de Andalucía), Sevilla, Ed ArCibel.

14 SOBRINO, J. (1990), "Espiritualidad y seguimiento de Jesús" en Mysterium liberationis t. II, Madrid, Ed. Trotta, pp. 449-458.

15 SUBIRATS, J. (2012), ¿Nuevos movimientos sociales para una Europa en crisis? Enlace: http//eurobask.org//ficheros FTP/LIBROS/UNIVERSITAS, pdf. Sobre lo impredecible de este tiempo en que vivimos recomiendo el excelente libro de FONTANA, J. (2013), El futuro es un país extraño. Barcelona, Ed. Pasado y Presente.

16 Para comprender este profundo cambio religioso y espiritual me parecen muy valiosos dos libros de: MARTÍNEZ LOZANO, E. (2008), Qué Dios y qué salvación, Bilbao, Ed. DDB., (2012), ¿Qué decimos cuando decimos Credo?, Bilbao, Ed. DDB; (2014), Otro modo de ver, otro modo de vivir, Bilbao, Ed. DDB. En ellos hace un estudio de los cambios de paradigma de nuestro mundo y sobre todo un análisis en clave no dual que entre otras cosas explica la resistencia a entender o acceder al nuevo paradigma para quienes aún se encuentran en el modelo racional de cognición, que por otro lado fue el gran logro del Vaticano II al superar las etapas mágica y mítica.

2

UN MUNDO EN EMERGENCIA COMO PELIGRO

1. TIEMPO DE NOCHE

Nos envuelve la noche de un tiempo que se acaba y en el que no se ve aún con claridad lo que alumbra. Esta sensación que vivimos la expresó bien el pensador italiano Antonio Gramsci: “Lo viejo se resiste a morir y lo nuevo no consigue nacer”.

Me han resultado especialmente iluminadoras para comprender el porqué de tanta noche, las palabras de Boaventura de Sousa Santos:

La muerte de un determinado paradigma trae dentro de sí el paradigma que ha de sucederle […] Pero se tarda mucho en saber con seguridad cuándo un paradigma ha muerto. El pasaje entre paradigmas –la transición paradigmática– es así, semiciego e invisible. Solo puede ser recorrido por un pensamiento construido con economía de pilares y habituado a transformar silencios, susurros y resaltos significativos en preciosas señales de orientación1.

Estamos en la noche de una crisis global (económica, ecológica, climática, energética, alimentaria, de población, ética, religiosa…) que no afecta igual a todo el mundo y causa marginación, pobreza, paro masivo, injusticia y el hambre de millones de seres humanos envueltos en migraciones masivas. En esta noche, el mundo está bajo el poder de trescientas multinacionales que lo controlan y dirigen casi todo.

En la noche de una crisis económico-financiera en la que el sistema neoliberal dominante se impone a la política y la ciudadanía, en una situación que algunos analistas nombran como “terrorismo financiero”, pues los mercados tienen a los gobiernos secuestrados y a la ciudadanía arrodillada a sus pies. La economía se ha separado de todo control humano y funciona obedeciendo a su lógica: maximizar los lucros, minimizar las inversiones y acortar al máximo los costos y plazos de producción.

Estamos en la noche de la especulación financiera mundial, o “capitalismo de casino, en el que el 93% de la economía es finanza y juego especulativo”2. Este capitalismo opera sin reconocer fronteras ni gobiernos y toma como rehenes a los pueblos sin que le importen los pavorosos costes: la acumulación ilimitada que provoca crecientes desigualdades y la explotación masiva de la tierra convirtiéndolo todo en mercancía: salud, educación, cultura, religión, órganos, mujeres, niños, el planeta entero3.

La noche de la desregulación financiera con la consiguiente brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, lo que Krugman llama “la gran divergencia” el abismo creciente entre una minoría muy rica y la inmensa mayoría de pobres y lo que David Harvey denomina “acumulación por desposesión”4.

Es de noche por la flagrante e intolerable injusticia de nuestro tiempo.56