Movimiento y
expresión corporal

Movimiento y
expresión corporal

EN EDUCACIÓN INFANTIL

Vilma Lení Nista-Piccolo
Wagner Wey Moreira

NARCEA, S. A. DE EDICIONES
MADRID

 

 

 

 

© NARCEA, S. A. DE EDICIONES, 2017

© Cortez Editora e Livraria LTDA, São Paulo (Brasil)

ISBN papel: 978-84-277-2113-5

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Índice

 

INTRODUCCIÓN

1. AL HABLA CON EDUCADORES DE EDUCACIÓN INFANTIL

2. LA EDUCACIÓN ES UN DERECHO DE LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS

3. UN PROGRAMA DE EXPRESIÓN CORPORAL PARA EL PÚBLICO INFANTIL

Crecimiento y desarrollo del niño

Corporeidad y creatividad en la Educación Infantil

Importancia de la psicomotricidad para los niños

La presencia de lo lúdico en las actividades de psicomotricidad

El juego en el currículo de Educación Infantil

4. EL PAPEL DEL EDUCADOR COMO MEDIADOR

Los saberes del docente en Educación Infantil

Docentes creativos

5. LAS ACTIVIDADES MOTRICES EN LA EDUCACIÓN INFANTIL

Conceptos, procedimientos y actitudes

Cómo realizar las actividades

Evaluación

6. REPERTORIO DE ACTIVIDADES

I Actividades rítmicas y de expresión

1/ Formas. 2/ Sentimientos y emociones. 3/ ¿Cuál es mi profesión? 4/ Jugar a hacer de sombra. 5/ “Juan Pedro como era calvo”. 6/ ¡Espejito, espejito mío!… 7/ Los sonidos y mi cuerpo. 8/ Movimientos con sonidos diferentes. 9/ El barquito chiquitito.

II Actividades para el conocimiento del propio cuerpo

10/ Mi cuerpo está articulado. 11/ Aventuras en un bosque encantado. 12/ Construyendo un muñeco. 13/ Masaje con pelotitas. 14/ Para qué sirven las diferentes partes de mi cuerpo. 15/ Jugar con el tacto. 16/ ¿Por dónde voy? 17/ ¿Cómo soy yo?

III Actividades motrices y de exploración

18/ Desafíos acrobáticos. 19/ ¡Cuidado para no caerse! 20/ ¿Cómo llego hasta allí? 21/ La alfombra mágica. 22/ El tubo mágico. 23/ Obstáculos. 24/ Paracaídas. 25/ Manipulaciones.

IV Juguetes y juegos

26/ Piedra, papel y tijera. 27/ Sensibilidad táctil. 28/ “Convertirse en ameba”. 29/ “Pilla-Pilla” el alfabeto. 30/ El juego de las “vidas”. 31/ Twister corporal. 32/ Lanzar la pelota. 33/ Capoeira.

BIBILIOGRAFÍA

LOS AUTORES

 

Niño de dos años, en una actividad de psicomotricidad.

Introducción

 

Resulta gratificante escribir hoy sobre Educación Infantil ya que atravesamos un momento especial, en el que podemos disfrutar de importantes avances pedagógicos, conquistados en esta etapa educativa. La educación infantil representa la primera etapa de lo que llamaríamos educación básica.

Las legislaciones que rigen las cuestiones educativas en educación de la infancia son bastante variadas en los distintos países y lugares. No obstante, hay un acuerdo generalizado para admitir que todos los niños, a partir de los tres o cuatro años de edad, deben contar con espacios garantizados para su educación en instituciones especializadas. También los niños de cero a tres años deben ser atendidos en guarderías o instituciones similares, y los de tres a seis deberían frecuentar el preescolar.

Las distintas administraciones educativas deben prever que todos los niños cuenten con una educación adecuada en esta fase inicial de su formación. Al mismo tiempo, se estimula una cierta autonomía de las diferentes instituciones para que propongan actividades curriculares adecuadas a los programas pedagógicos específicos para los niños comprendidos en esas edades.

Cada institución escolar puede organizar su currículo a partir de las directrices y principios generales, asociando los contenidos que deben transmitirse, con aquellos que caracterizan a la sociedad de la que los niños forman parte. A través de las actividades cotidianas, los niños deben prepararse para captar el patrimonio cultural generado por el entorno social al que pertenecen.

La organización de las actividades pedagógicas debe tener prevista una planificación basada en ese conocimiento, unido a todos los saberes que el niño va asimilando, promoviendo así ricas experiencias junto con todas las interrelaciones personales que acontecen en la escuela.

En todo caso, se puede constatar que todos los estados son sensibles a la necesidad y conveniencia de integrar en el sistema educacional las actividades propias de las guarderías y el preescolar, a la vez que cada vez con más frecuencia, en los distintos países se amplía el número y calidad de estas instituciones, junto a la adecuada habilitación y formación de los educadores y educadoras que prestan su servicio con los niños y niñas de estas etapas educativas.

Pero al comparar, tanto en entidades públicas como privadas, podemos observar una diferencia, con relación a los objetivos, cuando analizamos separadamente las franjas de edades de cero a tres años y de tres a seis años.

Las entidades que atienden a la primera franja, o también denominado primer ciclo de educación infantil, todavía se centran más en cierto asistencialismo, dando prioridad a los cuidados físicos, tales como la alimentación, el baño o el sueño. En general, estas instituciones en muchos países están mantenidas por instituciones filantrópicas que reciben ayuda financiera y surgen a partir de la demanda impuesta por comunidades de barrios en las ciudades.

Aunque los programas educativos estén ordenados por el órgano público correspondiente, no se puede decir que exista un pensamiento común entre los educadores sobre cuáles deben ser las funciones ejercidas por una escuela infantil. Souza y Kramer (1991) enfatizan que, aun sabiendo que muchos niños en muchos países, –estas autoras se refieren concretamente a Brasil–, no tienen oportunidad de disfrutar de las condiciones básicas que necesitarían para tener una vida saludable, es importante que el preescolar ofrezca propuestas educativas que vayan más allá de una mera función asistencial.

Declaran asimismo estas autoras, que esta etapa es un espacio que puede ofrecer grandes oportunidades para el desarrollo de niños y niñas, estimulando, desde el más simple raciocinio lógico, a posibilidades expresivas orientadas hacia la sensibilidad infantil. Machado (1991) añade la gran contribución social que la escuela favorece a través de las relaciones interpersonales, estimuladas por la convivencia entre amigos, afirmando además que el papel educador de la escuela, y el de la familia, no se excluyen sino que se complementan.

Niños y niñas realizando actividades de psicomotricidad, a partir de juegos con paracaídas.

Según Machado (1991) se ha producido una proliferación y demanda de escuelas para niños pequeños, motivada por la necesidad de cuidarles mientras sus padres y madres trabajan. Esa demanda, tal vez sea todavía el factor primordial que fomenta el aumento del número de guarderías. Las informaciones divulgadas por las entidades administrativas confirman que las instituciones orientadas hacia esa etapa han crecido aceleradamente durante los últimos años.

No existen muchos diagnósticos precisos sobre esas instituciones denominadas guarderías o escuelas maternales, porque muchas de ellas no están registradas como órganos educacionales. Actualmente se exige la presencia de profesionales cualificados para desarrollar actividades con niños pequeños, aunque algunas instituciones funcionan todavía con personal sin formación específica y no tienen ni el mobiliario ni el material o los juguetes adecuados. Pero las directivas dirigidas a la educación infantil, comienzan a dar resultado poco a poco, y ya podemos encontrar guarderías de buena calidad, en las que profesionales con formación y experiencia desenvuelven propuestas pedagógicas bien fundamentadas. A partir de adoptar una función –no solo de tutela o cuidado, sino con perspectiva educativa– la etapa de educación infantil comienza a estimular la creatividad de los niños, además de preocuparse por actividades que refuercen su espontaneidad (Souza; Kramer, 1991).

En efecto, las instituciones preescolares nacieron con esa función asistencial. Mas la evolución histórica de los modelos preescolares, en Brasil por ejemplo, dejó marcas tan arraigadas que todavía permanecen en algunas instituciones aspectos de asistencia y de complementariedad. “La idea de compensar carencias de tipo físico se amplió para compensar carencias de orden cultural, como garantía para disminuir el fracaso escolar en la enseñanza obligatoria” (Oliveira, 2010: 108). Hasta hoy es posible encontrar entidades que apenas contemplan propuestas de actividades y acciones orientadas a estimular aspectos que aparecen como carencias en la mayoría de los niños, atribuyendo a los profesores la responsabilidad de suplir la educación y el cariño omitido por los padres ausentes.

En un estudio sobre historia de la Educación Infantil, realizado por Schiavon (1996: 4), se aprecia el valor del papel de la escuela cuando adopta una perspectiva realmente más educativa:

“En el siglo XIX, la función del Preescolar pasa a tener un cierto sentido educativo, pero todavía con sentido de complementariedad, es decir, para compensar las deficiencias presentadas por los niños pobres. Esa función compensatoria adquirió estrategias y directrices mejor delineadas después de la II Guerra Mundial, fundamentándose en el desarrollo infantil y en el psicoanálisis (…) Esa función fue muy criticada en los años 70 y, en 1981, el Programa Nacional de Educación Preescolar traza líneas orientadas para promover el desarrollo global y armónico de los niños con objetivos educativos en este nivel preescolar”.

Algunos estudios científicos recientes, relacionados con aspectos del crecimiento y desarrollo infantil, ponen de manifiesto la importancia del estímulo adecuado en esa fase y, a medida que la enseñanza se democratiza, hay una tendencia a ampliar las inversiones públicas en la educación de los niños más pequeños.

Niño de un año jugando en el parque de una escuela infantil.

Aunque la Educación Infantil en Brasil tenga más de 160 años, su mayor desarrollo se dio a partir de la década de 1970, con la legislación formulada en 1971, que determinaba que los niños menores de siete años deberían recibir educación en escuelas maternales o jardines de infancia. Al final de la década de 1990, la Educación Infantil se hallaba presente en la mayoría de los municipios brasileños, habiendo conquistado cada vez más espacio en el escenario educativo del país.

Si, por un lado, se han ampliado las posibilidades de convertirse en prioridad para las administraciones públicas, por otro, se ha tornado factor de preocupación, al tener que superar una educación deficiente entre la población de rentas más bajas, con la consecuencia de reducir la calidad en favor de la cantidad en las escuelas, intentando tan solo democratizar la igualdad de oportunidades para todos.

El hecho de que la educación sea un derecho de todo ciudadano desde su nacimiento, ha generado el aumento de la demanda de escuelas para atender al mayor número posible de familias, principalmente de aquellas que se encuentran limitadas por cuestiones laborales. Estas familias, además de tener una renta insuficiente para atender a los cuidados básicos y a la educación de los hijos menores, no poseen, en su mayoría, la preparación necesaria como para acompañar lo que se refiere al desarrollo y crecimiento integral de los niños en todas sus dimensiones. Lo cual significa que no se trata solamente de aspectos económicos, sino también sociales y educativos. Los programas de los gobiernos han procurado aumentar la forma de ampliar el número de matrículas, ante el crecimiento de la conciencia social sobre los derechos humanos, que enfatizan la importancia de la educación infantil.

Niños jugando e interactuando, en juegos realizados en el parque infantil.

Niños interactuando, con una propuesta de psicomotricidad con chinelas gigantes.

La declaración de los derechos del niño, entre los que está el derecho a la educación, ha suscitado muchas reflexiones y debates sobre la calidad de la enseñanza dedicada a esa etapa educativa y ha fomentado amplias discusiones sobre la desigualdad que existe entre las distintas escuelas.

Todavía prevalecen, en muchos locales, diferencias de concepto sobre la educación infantil. En cuanto los niños de clases sociales más pobres frecuentan instituciones colectivas, que ofrecen actividades dirigidas preferentemente a los cuidados corporales y a cubrir las necesidades básicas; los niños de clases sociales más privilegiadas frecuentan instituciones que tienen como meta el acto de educar, centrando su preocupación en la adquisición de conocimientos.

En general, los gobiernos son conscientes de que todos los niños tienen derecho a una enseñanza de calidad, lo cual supone tener docentes preparados, material adecuado y entornos bien equipados que ofrezcan bienestar y protección a los menores. Las nuevas investigaciones van poniendo de manifiesto los avances conseguidos en esta etapa educativa, pero todavía hay que superar muchos obstáculos.

Podemos decir que todos esos avances conllevan nuevas preocupaciones, por ejemplo las cuestiones relacionadas con las propuestas pedagógicas, que en lo cotidiano, impregnan las prácticas desarrolladas con niños y niñas. Se hace necesario repensar esas actividades como acciones comprometidas con la promoción intelectual de la infancia y con la formación humana de esos alumnos.

Comprender que los niños son portadores de múltiples potencialidades exige de los profesores una gran pluralidad y diversidad en las ofertas que puedan proponer. La finalidad de la educación infantil es proporcionar el desarrollo integral de los niños en todos sus aspectos: físico, intelectual, lingüístico, afectivo y social, procurando complementar la educación que reciben en la familia y en el contexto social en que viven.

Podemos afirmar que el niño va construyendo su conocimiento, en todas las dimensiones, a partir de las actividades e interacciones que realiza con sus compañeros, tanto en la guardería como en el preescolar, así como con sus educadores y otro personal de esas instituciones educativas; todo ello sin olvidar el papel que desarrolla en este aspecto su entorno familiar.

Para desarrollar su sociabilidad y su afectividad, los niños necesitan interacción con otras personas y esa interacción solo se produce a través de la comunicación. La comunicación se realiza a través del pensamiento, y se expresa por el lenguaje y la motricidad. Esos son los elementos que, integrados, estimulan su capacidad de actuar ante las tareas que se les ofrecen.

Solamente desde la confrontación real de su convivencia con los otros, el niño puede modificar su forma de sentir, de pensar, de actuar, observando y analizando gestos, palabras y actitudes de quienes están a su alrededor.

Es importante que las instituciones dedicadas a atender a los niños, en el periodo de la educación infantil, comprendan la importancia de que los mismos niños puedan experimentar sus diferentes posibilidades de expresión (dibujos, danzas, pinturas). Los niños pueden manifestar una mayor o menor capacidad en la forma de demostrar sus conocimientos y esto se relaciona con el estímulo o rechazo dado a los trabajos que se les propongan. Cuando encuentran resistencia a un determinado tipo de lenguaje con el que se expresan, con toda probabilidad se traducirá, para ellos, en actitudes de inhibición.

Una de las tareas principales de la educación infantil consiste en propiciar que los niños manifiesten su conocimiento de formas diferentes, estimulando todas sus posibilidades de creatividad, expresada a través de gestos, de palabras o en dibujos, pinturas o esculturas.

El gran desafío de los profesionales que trabajan con esta etapa consiste en crear situaciones que puedan estimular la exploración del movimiento, ofreciendo medios de sincronizar éste con la música, e incentivando la imaginación por medio de actividades escénicas, teatrales o pictóricas. Hay que aprovechar la danza, la música, la pintura y la escultura como medios para enriquecer el vocabulario de las manifestaciones expresivas de niños y niñas; pero es importante destacar que no todos presentan las mismas capacidades, del mismo modo que no a todos les gusta realizar de igual manera determinadas tareas.

Las guarderías y las instituciones de educación infantil tienen la obligación de ofrecer espacios que estimulen, no espacios que frenen, las capacidades creativas de los niños, incentivándoles a explorar el ambiente y las diferentes formas de expresión. La ausencia de propuestas pedagógicas que garanticen el respeto al trabajo individual y colectivo y que favorezcan el proceso creador, en las actividades cotidianas, puede conducir a futuros fracasos escolares. Las escuelas infantiles deben tener muy claro lo siguiente:

Actualmente, no se sustentan planteamientos pedagógicos del pasado como, por ejemplo, la idea de que los alumnos llegaban a la escuela sin conocimiento alguno.

Antes de proponer actividades, importa mucho que los profesores identifiquen los diferentes perfiles de capacitación que presentan los niños.

El lenguaje hablado y escrito no puede condicionar la propuesta educativa, sino que hay que dar importancia a otras posibilidades como el movimiento, los juegos, el dibujo, las expresiones teatrales, la música, el gesto o la danza.

Las propuestas que se ofrezcan deben tener como objetivo la formación integral de los niños y fortalecer las interrelaciones entre ellos.

El ambiente que vive el niño en el día a día, debe favorecer el diálogo entre los múltiples lenguajes, promoviendo siempre nuevas experiencias en Psicomotricidad, Expresión artísica, Danza, Música, Teatro, Poesía y Literatura y, además, con la Fotografía y el Cine, incentivando a los niños en sus posibilidades de creación.

Niños explorando acciones con globos

Todas esas cuestiones llevan consigo la necesidad de debates y de reflexiones que fundamenten mejor los estudios sobre el niño. Se torna una empresa más importante aún, repensar cuál debe ser el perfil de los profesores responsables del trabajo con niños en la escuela infantil, analizando los contenidos curriculares de su formación.

Este libro se ha redactado con la intención de ayudar a los profesionales de la educación infantil, para que puedan comprender las huellas que han dejado sus predecesores, a la vez que enfatiza el papel que ejerce el profesor como mediador del conocimiento. El libro destaca cuestiones relacionadas con el movimiento, considerado como una pieza clave en el escenario de la formación humana; resalta las necesidades de los niños, abriendo nuevas posibilidades para estimular sus potencialidades y presenta un amplio repertorio de actividades que pueden constituir un manual orientativo.

Para lograr los objetivos de la educación infantil, el área de conocimiento denominada en esta etapa educativa psicomotricidad, contribuye especialmente; ya que esta disciplina ofrece propuestas educativas orientadas a la motricidad del alumno que se hacen operativas a través de lo lúdico y se convierten en vivencias para el niño, especialmente a través del juego.

Niño experimentando nuevos movimientos de su cuerpo, sobre la barra de equilibrio.

Todos esos aspectos se tratan en la presente obra, con el objetivo de ayudar a los profesores de educación infantil en la tarea de aproximar el conocimiento y la reflexión, sobre esos principios y criterios.

Con este mismo objetivo de ayudar a los educadores y educadoras de esta etapa, al final de cada capítulo, y en algunos epígrafes, se incluye un breve apartado, bajo el título “Para Reflexionar”, con el fin de que el lector o lectora tome conciencia de lo leído, y esto le ayude a mejorar su práctica escolar.

El “Repertorio de Actividades” que se presenta en el Capítulo 6 no debe ser tomado como modelo, sino como una oportunidad de conocer algunos ejemplos de transformación del conocimiento teórico en vivencias prácticas, evitando la tradicional dualidad todavía muy presente, en la formación de los educadores que atienden a este sector escolar. El profesor de esta área no es un mero instructor o animador de actividades físicas, debe ser el promotor de una acción educativa en la que se conjuguen el saber ser y el saber hacer con la perspectiva de cambiar actitudes.

Si la sociedad evoluciona y las escuelas cambian su concepto de educación es necesario replantearnos, también, aspectos de la formación de los futuros profesores que van a actuar en ellas.

PARA REFLEXIONAR

¿Hasta qué punto las actividades que nosotros desarrollamos con los niños pequeños contribuyen a su formación?

¿Nuestras propuestas han estimulado el potencial que traen los niños cuando llegan a la escuela?

Es muy importante reflexionar sobre nuestras prácticas, con vistas a lograr la mayor y mejor formación personal que influirá posteriormente en la formación de los niños.

Niñas experimentando nuevos movimientos de su cuerpo, sobre la barra de equilibrio.

   
   

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Al habla con educadores de Educación Infantil

   
   

 

Desde su nacimiento el individuo se enfrenta con los problemas del mundo que lo rodea. Y es a partir de las propias experiencias como se relaciona con el mundo de las cosas y con el mundo de las personas; su cuerpo se convierte en el eslabón que permite la vinculación del ser humano con el medio en el que vive.

Cada ser humano posee su propio esquema de desarrollo, lo cual define su individualidad. Nace dotado de características que determinan su modo de ser, de actuar y de pensar. Todo lo que hace para conocer, para relacionarse, para aprender, lo hace a través del cuerpo. Sus primeras experiencias vividas son esencialmente corporales, imprimiendo huellas indelebles en su inconsciente corporal.

El cuerpo es el primer objeto que el niño percibe; a través de él capta sus satisfacciones, sus dolores, las sensaciones visuales y auditivas. El cuerpo es su medio de actuar y de conocer el entorno.

Podemos decir que el recién nacido va acumulando experiencias que se tornan en los cimientos de su desarrollo futuro; su dinámica acción corporal es la que interfiere con el medio ambiente.

Por tanto si queremos conocer mejor a un niño o a una niña, es necesario partir de su historia de vida para entender su comportamiento. Las personas que se dedican al cuidado de los niños, sus educadores, deben comprender sus esquemas de crecimiento, respetar los principios de su evolución y entender los factores que determinan cada fase de la vida infantil. Las sensaciones corporales se tornan el punto de partida de sus posibilidades de acción, que se irán desarrollando progresivamente.

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