Hey Hey Bichobola

 

 

 

 

 

 

 

 

 

COLECCIÓN

Las Hespérides

 

 

heY hEy bicHobolA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

© De los textos: Jaime Benavides

Edición no revisada por el autor*

 

 

Madrid, enero 2017

 

EDITA: La Huerta Grande Editorial

Serrano, 6 28001 Madrid

www.lahuertagrande.com

 

Reservados todos los derechos de esta edición

 

ISBN: 9788494659744

 

Diseño cubierta: Enrique García Puche para 3BIEN Comunicación

 

 

 

 

 

 

De nada te servirá este libro si eres un Hámster, autocomplacido de serlo.

De nada, si no lo lees sentado en tu ordenador, con Google y YouTube.

Necesitarás —aunque los conozcas— Entrar en cada Nombre, en cada Canción, en cada Marca.

 

Y de nada te servirá este libro si como Arquero sigues despreciando a los Hámsters, y no has llegado aún a llevar tus patitas bajo el guardarraíl central, entre los 2 carriles, como hacen los Bichobolas, imposibles de atropellar.

 

En fin: de nada te servirá este libro.

A no ser que tu corazón comprenda, recuerde o espere lo que aquí se dice, y repases conmigo todas y cada una de sus Canciones, Marcas, Nombres una y mil veces, como si fueran, ojalá, la sangre de tus arterias.

 

Vive en los flecos sueltos. Granuja

 

 

DRAMATIS PERSONAE

 

1. Neil Percival Young: Nacido en Toronto, en 1945.

Cumplidos los 70, y tras una Noche insomne en su Casa de Campo, grabará mañana —a las 11 de la mañana— el mejor LP de todos los tiempos.

 

Para ello ha convocado a su banda de toda la vida, a algún amigo íntimo (Javi) y a uno nuevo, más joven, aspirante a formar parte del disco: Uriel.

El LP saldrá al mercado en formato vinilo, de 180g.

 

2. Javi: Maestro Arquero del Reino de España. Sus instrumentos en el grupo son el arco, la flecha, el corzo.

Sabe que Uriel es un artista verdadero. Por eso le ha convocado. Javi sabe montañas de cosas, Javier Sintes Pelaz.

 

3. Uriel: Nacido en Madrid, el 21 de Marzo de 1964, primer Aries del zodíaco.

Atenderá esta Noche los consejos de sus mayores, de Neil, Javi y los demás, puliendo su formación a muñequilla, hasta revelarse capaz de grabar mañana con ellos. A las 11.

Ya lleva años haciéndolo —–puliendo su formación, siguiendo a sus Maestros—. La reciente madurez de su vida le está brindando, como un presente, su Segunda Oportunidad.

 

4. Buick Roadmaster del 47, Estate Wagon, 5.2 L con cambio Dynaflow, transformado desde su origen en coche fúnebre. Apodado Mort.

 

5. MaríaPocahontas: Preciosa, la mujer de Neil, sin quien nada de esto hubiera tenido lugar. Su lealtad de décadas atenderá anfitriona esta Noche, amparando con su red botánica el vértigo de los músicos, incapaces de dormir. Mimará el té, el humo, los estofados; la fruta, la caza, los prefumes y las telas del Salón enorme.

 

6. Yo. Mezclado en el asunto. De acá para allá, bombeando en trenza, como un doble cono unido por el vértice (motor de explosión).

 

7. El Bichobola: Quien, como su nombre indica, tiene un papel humilde, minúsculo y, así, solo aparece bastante al final, en síntesis.

 

8. Los demás. Repartidos —también tú— en hilos de principio a fin.

 

9. Mañana: Que pondrá a cada uno en su lugar.

 

10. 59. Es el número de cuentas de un rosario.

 

 

1

 

El reloj del taller marca exactamente

—A ver.

 

Las 19:43 h.

El taller del garaje.

 

Los chicos han quedado conmigo a las 8. Llegarán a las8. Son puntuales.

 

Camino arriba y abajo, entre la rampa de entrada a Casa y el Salón, atravesando uno de los garajes, el del taller, donde cuelga el reloj.

El reloj del garaje. El garaje de la entrada. Ah.

 

Compruebo con María que todoestálisto.

19 de Abril. Anochecerá a las 20:58 h., aprox. Pero esto es Castilla y hoy hace un frío, otra vez, del copón.

—Y más que va a hacer.

Estamos a mil metros sobre el nivel del Mar, bajo la Sierra Pobre.

 

—Hoóooolaaaaá.

Bordeados por Ríos y Canales: mi Casa de Campo es una isla, un Bosque en una isla.

 

Pero todavía la fachada del Silo está naranja, como la puerta del garaje. El garaje del reloj. Naranja como estos enormes tocones de olmo, que convertimos en pulpos superpuestos de motosierro y madera y colocamos aquí, justo aquí, apilados, a la entrada de la finca, cuando los niños eran pequeños. Pequeños niños naranjas.

 

Los toconespulpo. ¿Qué pasa, troncos?

—A ver si llegan.

—Mira:

 

Han empezado ya a gritar las urracas y torcaces; los mirlos herrerillos. Vuelan torcidos su última hora: Una hora antes de la oscuridad total, las bestias del Bosque salen a deambular bajo la alta hierba, por las riberas.

La oscuridad es un tren. Depende de la topografía, de las aristas del monte.

Mi Casa de Campo se extiende hasta un antiguo azud en su extremo oriental, a todo lo largo del Río, a lo largo de 4 km. La propiedad sube a pico en un remoto meandro central: en sus trincheras se oye perfectamente el declinar del sol, la capa fría con que la Noche nos cubre, tren siempre local, porque depende de las curvas de nivel. Claro.

 

Gritan al volar torcidas para saber que están vivas. Justo antes de esconderse.

 

 

2

 

Jake LaMotta debió empezar así: Con el Soloblicuo, torcido.

Peleaba siempre, desde que pudo caminar. Con todos, contra todos, en todas las calles del Bronx sin fortuna.

Rotando las lumbares, templándolas. A los 13 se metió en su primer robo. Una gafas de Solsobre el salpicadero de un Chevrolet, verano de 1936, un Chevrolet Standard Six.

 

—¡¡Hola, más de siete mil millones de personas en elMundo!!

 

 

Ya a los 17, Neil Percival Young sacaba unas notas terribles en el colegio. Se encontró un anuncio, merendando un batido de frambuesa en su Diner:

En la esquina perdida de un periódico local, Winnipeg, vendían, de segunda mano, un Buick Roadmaster del 47 convertido en coche fúnebre: 5.912 mm de carro.

Su Madre, Edna, puso sobre la mesa los 125 $ necesarios. 1962. Y así, su grupo del cole, del bachillerato, The Squires, por fín tenía un coche —increíble— en el que viajar, dormir, y meter todos los amplis.

 

—Hola. ¿Qué tal?

Fachada de silo naranja. Casa. Mi socio en el Campo, Fesser, es el último en despedirse de nosotros.

Recojo del suelo un rastrillo, la motosierra, un manojo de alambres

—Te vas a enfriar.

—Hasta mañana, jefa. Buena suerte, Neil.

—Adiós, Fesser.

—Esta es una vida a jornada completa, ¿eh, Neil?

Fesser sube a su coche. Se va.

—¿Todo bien?

Yes.

—Será tu mejor disco. Relaja.

Le doy la espalda a mi mujer, solo, helado, descalzo en la gravilla de la rampa. De 4 mm, caliza, de machaqueo.

Boz Scaggs, Somebody Lone Me a Dime, con Duane Allman. En YouTube.

Contra la valla que separa el Canal de la entrada a Casa espero, recuerdo:

—Esta es una vida a jornada completa, sí: se puede aprender y enseñar, en parte, a dibujar a cultivar, a filmar, coser, fumar, ver, rimar, a componer y recordar. Pero, macho, hay que tener Éxito. Si no, uno abandona su trabajo, su ilusión, el sacrificio de su tiempo, como a un peluche en la estantería. Y luego espera a que se llene de polvo, de olvido.

Y luego lo tira a la basura en una bolsa de plástico mal perfumado, en los cubos de portería.

Esto fue lo que le dije a Fesser.

 

Supongo luego sobre el Canal que al fin y al cabo no sería tan necesario preparar por escrito aquellas clases que en la Ciudad me han propuesto dar, clases sobre el Éxito del artista, en absolut, dado que se trata de cosas muy obvias, tía, que el Éxito de cada uno —me como las uñas— está hecho de bolitas, de moléculas, ácaros y ácidos que nos pululan a todos por todos lados… así que conversar tú y yo y los chicos sobre ellas esta Noche debería salir suelto, espontáneo, a solas, como el niño sale solo de la entraña de mamá, sin guión previo, ¿para qué escribir?, ¿para qué preparar por escrito esas clases?,

¿acaso no hay, en los momentos que cuentan, alguien que les habla a los alumnos a través de nosotros, más allá de nuestras notas, de nuestros apuntes, más allá de todo lo que traíamos preparado?; ¿para qué escribir?

 

 

Pero Pocah saca en jarra sus brazos de bronce y me advierte:

 

—Tal vez no. Chaval. Tal vez no te salga todo tan suelto. Tan telepático. Necesitarás un Guión sobre el que luego poder improvisar, lo sabes, y unos sofás para juntarnos y un compás para seguir trabajando, para acordarte, para poderlo explicar. Necesitarás la suela de tu pie para llevar el ritmo. Mañana es Gran Día, Neil: Comienza a las 11 la grabación de tu próximo disco. Con la pandi que has reunido… el mejor LP de todos los tiempos… en serio. Escríbelo. Voy a hacer té.

 

Té de verbena. Bueno para la barriga. Y Jarmusch, Down by Law.

Así que me quedé ya, con ella en el Salón, esperando a que llegaran todos. Pensé en tipis lakota y en neonatos con problemas, bebés-incubadora, asmáticos y Huesos de Cristal.

—Dame fuego.

—Sí, claro.

Encendí la chimenea, una Lacunza de 14 kw, encina y olivo. Me encanta hacer fuego.

 

Cerré las ventanas al Sur, y tras ellas el grito torcido de los mirlos. Cargué más troncos, ramas. Primero las finas. La mujer es un ser superior. Al menos la mía. Pastilla de encender, cerillas. Me inquieté, alumbrado, y salí de nuevo, con unos papeles al Porche. Llegan.

 

Las 20 h.

Llegan. Bien. En caravanita:

Jack Nitzsche y Nils, los primeros, echando un polvo al camino, con su Willys esmeralda, un Utility Wagon del 59. Acojonante.

Detrás, mi querido Danny con su perro de lana y su Falcon V8, Cherry Red. Y la sombra celeste de Nicolette saliendo por los escapes: Molina, Talbot, Sampedro y Javi, el Arquero, con su nuevo chaval, Uriel, que nos escribió esa asombrosa carta.

 

Y los últimos, mi Hermano Stills y Rita. Rita Coolidge.

Contra los tapacubos de cromo nuestros abrazos en la rampa, besos, nos temblaban las patas, tu pañuelo en el pelo, las pestañas de Rita, mi Hermano Stills, como a colegiales, Winnipeg, Mort, María, silos naranjas de reencuentro, ¿adónde vais?

 

De Noche, en Casa, las conversaciones no tienen orden regular evidente, ya sabes, orden que las sujete, como edificios: No, señor, estas charlas previas siempre borbotean, como niños saliendo del vientre de su Madre, India.

Algunos se dormirán en los sofás, seguro; otros bostezan y luego se irán a la cama. Pero otros se quedan en el huequecito este a mi lado, entre la enorme Lacunza y las ventanas de mi Casa de Campo que da al Bosque.

 

 

 

 

 

 

—Se calló el mirlo.

—Hola, Uriel —nos damos la mano. Uriel, de mano pequeña. Mano de artista. Pulseras. Camisas de cuadros. Brazos fuertes, buenos para el Bosque.

 

Conseguir vivir de ello. Tienes treinta y muchos o cuarenta, o más, ya más, y me dices que quieres, por fin, ser artista, trabajar de artista. Y comer de ello. Bueno, bienvenido a mi casa, come join the band: Hay mil —1.000— mil tipos de hombres, ya sabes, y tu claro propósito supone un tipo de Éxito muy concreto. Siéntate donde quieras.

Lo que buscas aquí no es el Éxito del financiero de Wall Street, ¿no?, ni el del cirujano blanco en África, ni el del limpiabotas en los vestíbulos de Grand Central, cagándose en tu puta Madre en cuanto te des la vuelta, jáh, blanco de mierda, yupy de los cojones, cabrón… ¿Un té?

Si quieres bajar a la mina primero tendrás que subir a por aire.

 

Stills repasa las cornisas telarañas en el techo altísimo. Stills vestido de pana. Juégatela. Mi Casa de Campo es grande y antigua. Los terrenos forman una isla, entre el Canal y el Río. Nadie puede ser nadie sin un lugar así. Sin habérselo ganado.

 

Mamá quiero ser artista. ¡Jáh!

¡Chicos!: Estáis en vuestra Casa. Hay más mantas y sofás suficientes para los que se vayan apolillando… Está rica, es verbena, ya son ahora las… ocho y veinte pasadas. Ponme ahí esas fotos.

 

Las fotos. Para transitar una Noche así necesitamos Un Poco de Todo.

—Ya está preparado.

 

Llevamos años en esto, mantener el fuego bien encendido, más troncos, mis troncos, vosotros, lámparas bajas de luz amarilla, las guitarras, pantallas de luz de polilla.

—Casas de Campo viejas y grandes.

—Como nosotros.

—Cristo murió en una cruz para que Velázquez lo pintara.

—La postura del reo. Su gesto. Es importante.

—Té. Chicos.

 

Contra los parachoques de cromo hacía tanto tiempo, qué guapo eres, nos sujetan los dedos, en el Salón, tu pañuelo en el pelo, las pestañas de Rita, mi Hermano Stills, mirando cornisas, del sombra naranja al humo apolillado, té y niños naranjas en la playa, los años que han pasado, silos naranjas de fuego ¿adónde vas?

—A encender también la chimenea del garaje. Mort estará a cubierto esta Noche.

 

 

Estamos en Abril. Sonríe. El invierno llegó tarde este año. Y afuera los Land Rovers, los Ebro con motor Perkins. Mucho frío.

El Éxito es la educación. Krishnamurti. Y té. Eso sí, no hay garantías. Ni devoluciones.

 

—Con un Poco de Todo. Te tienes que comer el limón entero, con toda su piel.

 

En el Salón de Casa hay grandes mesas… Con mapas, con fotos. Con discos. Sobre las mesas y repisas y sillas. Mi Gibson. Old Black. Dos Martins D41. Fuego. El rock and roll es puro fuego, las sesiones mañana nos costarán un dineral, nuestra charla esta Noche comienza pegajosa, sosa y leve y libre, peliroja dorada como Carlota, espuma turquesa de pecas, Carlota, que te fuiste. Jean Paul Belmondo.

 

—Todos caminan a la defensiva, sin mirarse a los ojos.

—Demasiado ego en el chiclé de entrada, petardea, insoportable.

—Y demasiado poco nos deja sin fuelle ni fuel en la subida.

 

—Sin empuje.

—Medusas en tierra, tío. Sin Buick.

 

Té y marihuana. Y tus chistes. Ajustar bien al Narciso que traemos desde el cole, ajustarlo justo en su junta, con la holgura suficiente para que rule, los cristales del sur se empañan con nuestra sonrisa, eso debe ser madurar.

 

 

A los 17 Neil se encontró aquel Roadmaster del 47 merendando en Ontario: por fin un coche en el que viajar, dormir, y meter todos los amplis. Tener es ser.

La mirada de Sam Eliot en Tombstone.

 

¿Qué?

 

 

3

 

—Que LaMotta no era buen pegador. Que jamás lo fue. Pero su dolor, todo, se había transformado en stamina.

—Pásame el cenicero.

—Qué bien se está aquí!

—Lo primero es que le encuentres, me mira, —al Narciso que te copilota: su estatura correcta, sus medidas.

 

—Porque él es pura construcción tuya, libro de arena, montada sobre la educación que te dieron tus mayores, su autoridad, su Torre Roja, y hemos de mudar la piel, la nuestra, y tirarla por el camino. Scaggs. Boz Scaggs.

 

Todos nacimos hace años porque quisimos y aquí estamos, Río abajo, dejar la vieja piel tiradajuntoal río. Eso es todo. Denso Neil, manos grandes, denso y libre.

 

—Cuando la Torre Roja de nuestros padres ha caído por fin: no es necesario que levantemos otra.

 

—Edna puso los 125 $. Eso es lo importante. Artista. Somebody loan me a dime.

¡Qué ganas tenía de veros, chavales!

Los amigos. Tal vez sea la única manera, en esta Noche fría, de volver a Casa, a nuestra infancia, cuando fuimos grandes artistas.

 

El tapizado de los sofás es de Pocah, el alma de la Casa: flores oxidadas, pequeñas. El brillo negro de las fundas gastadas, el Buick en el garaje, hemos pasado hace rato los cincuenta.

 

Y mañana haremos el mejor disco. Con amplis de válvulas. Sonido directo. Sin truco. Comer de ello. Corzo. Vender. ¿Qué puedes vender tú? ¿Quién es tu público? Nos mira ¿Qué es aquello que en todo lugar y tiempo tu público anhela, respeta, te aplaude y te compra?

 

Aquello que siempre y en todo lugar el público que te incumbe, el tuyo, anhela, aplaude, respeta y te compra $$$ es el grado de humanidad que hay en tus obras, en tus Canciones, es decir, la precisión: la puntería del Arquero, cuando somos nosotros, los amigos, los artistas, quienes cenamos en Casa. En el Campo.

CiegoelHámstercomemierdaruedayruedasinparar.

 

¿Que no?

………………………

 

 

 

Que era la hora de merendar cuando, por fin, Neil se encontró el anuncio del Buick, y Uriel en Junio, menos mal, (Uriel Narciso de Dios Buenaventura y Melero), sudando a chorrillo desde la nuca, consiguió estrechar la mano de Javi, cerca del Borde-del-Bosque, a la salida del umbral.

 

Del otro lado, en efecto, del ténebre, espinoso, escondido, Manantial.

 

 

Manos, manos. Manos. Tócame. El Buick negro del fúnebre 47 se lleva los restos mortales de mi Madre, su aura huevo amarillo, su cordón de plata.

Danny Whitten y mi Madre son amigos en el cielo.

Neil ha parido las mejores Canciones de amor. Las mejores.

¿Trucos? Aprende, enhablando, a venderles tu persona: la precisión y la puntería del Arquero que ya eres. A resultarles —por serlo— eléctricamente atractivo, Fuego; de modo que realmente nos creamos aquí todos esta Noche tu posibilidad, tu capacidad de convertirte en Gracia, irradiar tu aura amarillo huevo hacia los demás, mañana, esta Noche. Hierba. Ya estás tardando.

 

Verbena. Nos sentamos como adolescentes espatarraos melenudos en los sofás de mi enorme Casa. Oscurece. El techo se aleja. El Jardín.

 

El Solbroncea y turquesa la puesta de Solen tu pelo largo en la orilla de Gerra. Estamos todos. Convertir tu trabajo, dorado, tu inteligencia y tu Gracia en disparo admirado, completo provecho personal, cerveza fría, verano para siempre, sacarle leche a la teta, Elle Macpherson en 2012 o, algo mejor, pezones pequeños y espuma, camino a Ventura.

¿No quieres? —Me mira—. ¿No te interesa? ¿ O es que no te pagan bien pagado?

—¿Cuánto ganas?

 

—Lo entiendo, reacciona… reacciónale a toda esa grisalla sin cuello que habita la Ciudad, el sueldillo: Para puta y con chancleta, mejor me quedo quieta.

¡Jáh! Mejor GraceSlick. Mejor que Mc Pherson. Siempre.

—Y el Burgers de Hot Tuna, la portada.

—Vale.

 

 

Porque el Arquero cuando caza, elige exclusivamente a su presa, y mata, sin dolor, exclusivamente aquello que necesita; y pide perdón para y por alimentarse. El Hámster, en cambio, es el prototipo viviente del que se come lo que le den, basura, any kind, y vuelve a su noria para seguir haciendo nada. Lo que le echen.

 

 

4

 

Aclaración:

 

a).Las piezas del Land Rover (Santana) se limpian, desmontan con cuidado y limpian. Con desengrasante o gasoil.

 

b).La Casa de Campo pertenece a la familia de Neil desde 1860. Aprox.

 

c).María tiene el pelo muy largo y muy negro, un pelín ondulado. Y tres con canas. Un azud es una presa, pequeña.

 

d).Uriel ya ha tirado antes con Arco. Lo que no sabe es cazar sin herir. Corzos. Con Arco.

 

e).Con las piezas del Buick se procede como con las del Land Rover.

 

f).Guadalajara, Soria, Cuenca y Teruel conforman un país desconocido para los Hámsters, que son, más bien, asustadizos.

 

g).Si registras con tu grabadora los sonidos de la Noche en el Bosque, su evolución, no volverás a oírlos jamás.

 

h).Ozark Mountain Daredevils.

 

Altas paredes llenas de libros junto a la Lacunza, madera torneada oscura, Castellana.

—Salgamos un momento, que todavía hay luz Las 20:38 h.

—Hace tiempo que no vengo.

—Vamos.

Uriel tiene el pelo rubio y cano y castaño, más largo que corto. Uriel es difícil de describir,

sudando a chorrillo en Junio.

 

Los últimos pajaros del día en busca de insectos oblicuos, desviados, que el primer vapor de la tierra eleva, las últimas semillas visibles.

Sus minúsculas garras en la corteza, que no quieren morir. Zumbido de alitas, trepadores azules, luganos, carbonero común.

Los más fuertes deciden el mejor escondite. La Noche es un tren, el Diablo en silencio ha salido bajo los témpanos góticos del Bosque profundo. Volantones inexpertos de voz destemplada. Escucha.

 

 

Ya solo queda naranja magenta encrestado en los álamos más altos.

Hace poco llovió, así que nuestros pasos se apagan, mullidos de humedad.

 

Ya solo queda un grito de postre, urraca sobre el último chopo desesperado y todo el Oriente se tapó, sellado.

Negro, lechuza, Klimt.

 

 

 

—¿Vamos hasta la presa?

—Está lejos.

—Yo no tengo chaqueta.

—Hace un frío que pela.

—Pues vete por ella.

 

—Cállate.

—Si no te callas, no se oye nada.

 

Son los reclamos del susto. Quien no encuentre cobijo ya, quedará precintado en la Noche. Aplastado. Ulula, malas señales, cría extraviada, o a dormir sin comida. Atrás: nacen las bestias nocturnas, atrás. Antonio Vega. O el primer chotacabras. Qué lástima, Antoñito.

 

 

Javi nos detiene. Saca del macuto unos espejitos que ha preparado. Pocah está con nosotros. Somos 5 en total. Salimos más allá de la gravilla del Jardín.

—¿ Nos atrevemos hasta la Huerta?

—Estoy helado.

 

Sirven como retrovisores. Los espejitos.

—Después salimos con focos —dice Neil, que para eso es el Jefe.

—¿Has traído las llaves?

Neil abre portones. Uriel atiende. Aprender a escuchar. Neil es denso, me habla del Éxito.

—Te los colocas así, con la cuerdecita en el cuello. Holgado, sin apretar. Así.

Y, ahora, ¡media vuelta, chicos!

Caminamos hacia poniente, al revés, como podéis ver, porque el aire viene de la presa.

—Siempre así, Uriel, contra el aire. Solo los animales más tontos se ponen delante; los listos están detrás, para olernos: camina siempre contra el viento.

—The Church, One Day.

—¿Qué?

—Que por eso los retrovisores. Para poder mirar los rastros de las bestias que nos siguen a distancia, sin tener que girarnos.

 

 

 

Al tapar lo negro irremediable el suelodenoche, van saltando los ultimísimos insectos, las alertas, automáticas, disparadas contra lo que salta de los escondrijos, según las curvas de nivel.

—Siempre tendemos a colocar nuestra espalda contra el viento; es un acto reflejo. Reflejo y equivocado.

 

Damos pasos medio ciegos en los zanjones de la huerta. Dejamos ya atrás la gravilla, el Canal, la piel seca de víbora del niño feliz que no pudimos ser, el pellejo muerto de aquella absurda autoexigencia impuesta desde arriba. Padres antiguos, de posguerra. Torre Roja. Soy más feliz desde que murieron mis padres.

—Eran muy buena gente.

—Y tu mujer, Danny, hace tanto que no nos vemos, ¿qué tal le va?

—Anda mosqueada conmigo.

—¿Y eso?

—Pues que dice que llevamos ocho años juntos y no le he comprado nunca nada.

—¿Y eso?

—¡Pues que no sabía que vendiese nada!

 

 

Los zanjones de la Huerta. Tropezamos. A veces pienso que no hay bandos; solo supervivientes.

El corzo cortado bien, se digiere bien.

Father Joseph sacó a LaMotta de la celda de castigo para enseñarle a boxear.

Era lo único que podría sacar de él. Al menos a corto plazo. Boxear para salir de la celda de castigo.

 

Flexibilidad, el límite de la rotura: cada conocimiento, cada truco del oficio es un arma, un tendón.

—Está en el corazón, tíos, no en la cabeza.

—Repítelo.

—Ozark Mountain Daredevils. La sabiduría es el cuerpo completo. Colocaos: acostaos conmigo aquí, un momento, contra el suelo del Campo, boca abajo, para poder empujar así; estirar, relajar el abdomen, el vientre. ¡Fecundad esta tierra hormiguera! —Javi se vuelve hacia Uriel. Los Arqueros hacen cosas poco frecuentes. ¡Jáh!

Todos los años son años de formación.

 

Conocer, preguntar. Aceptar solo lo propio. Abrazados a nuestros límites en cada momento —mi viento, tu flecha, nuestro ojo, la tensión del Arco, el momento oportuno.

 

—Aprender a Brillar. Las estrellas, arriba, llegarán: el brillo propio. Lo auténtico. Lo que se refiere a sí mismo.

—Bill Murray —Exacto.

 

Volvemos a Casa rápido, muertos de hambre, de frío, de fihambre. Danny se ha liado un par de canutos más contra la tapia. Excelente el género.

—Venga, luego salimos más tiempo.

Muertos de hambre: los nervios, las grabaciones, la pasta.

 

El muelle provoca un portazo en el Porche. Hay que ajustarlo. Estas Casas Viejas. Luego Neil apaga el horno. Pocah extrae su contenido.

 

 

5

 

Dos mesas de comedor largas, tableros de castaño estrechas, anacardos. Coliflor rehogada, el humillo del caldo colado de Pocahontas, servilletas de hilo, el día que te encontré por fin y las sillas esmaltadas de blanco, veinte manos de blanco crema. Las 21:18.

Ocho sillas en cada mesa y Neil que no me pierde ojo.

 

—Hasta conseguir vender a buen precio nuestros errores y límites.

 

—Hasta seducir convencerme, atraerme-hacia-ti, tu voz tus palabras. Tu viejo Fender.

—Tu sonido directo, trovador.

—Sí. Sin virtud de conservatorio, sin gala ni frac, sin etiqueta.

— Fuego en el viento. Sugar Mountain. Y Seger. Contra el viento.

 

¿Seger?: Estofado de corzo, guisantes asados, uno por uno, té de verbena, 3 botellas de Bollinger helado y limones abiertos. La cubertería de plata de mi Madre, de mi abuela, entre rosas blancas, estos enormes cucharones que recogen el caldo colado de gallina y María, los labios de Rita cuando usa su servilleta de hilo gigante. Hojaldre de calabaza. Mañana grabamos y Neil no para de darle vueltas:

 

—Pero Neil, para ya, tío. Que Uriel acaba de conocerte y no entiende nada. ¿por qué le hablas una y otra vez del Éxito?

—Por los que no pueden. Por los que no saben o no pueden. Por las calles de la Ciudad que llevo cincuenta años rastreando al volante: por sus caras tristes, de nácar, cervicales abatidas, labios amargos, miradas idas contra las papeleras, las farolas, las paradas de autobús.—

—Por los que no pueden. Eso es la historia del Rock: una obra de caridad para con los que no pueden levantarse y vagan por la acera de Casa al trabajo y del trabajo a Casa, sin llegar a encontrar a un solo amigo en el cemento. Por las mujeres que ya no quieren vestirse para follar y por los hombres que les pegan. El Éxito, que es la felicidad. Por salir corriendo cuando es preciso. Por el momento oportuno.

 

Anacardos, flores de Escarola, habitas con jamón, la sonrisa de Rita, los collares de Rita contra las mesas de comer, perejil, el candor de los verdaderos colegas, la Noche que llega, el abrigo del caldo colado de Rita y María. Inundados de ellas. Granadas. Nos sentamos.

 

—Por mí y por mis amigos, por todo aquello que hizo que Johhny Cash se vistiera de negro, por June Carter y por mis hijos surfeando en Gerra, por Chris McCandless y las plantas venesosas: por el Antimonio y por los Hámsters perdidos.

—Pasad esa sopa.

—Joder, qué delicia.

—Aprender a manejar tu mente de modo que el cliente vuelva siempre a llamar. A espabilar. A apuntar. A acertar. A valerte por ti mismo, solo en el Bosque, de donde todos venimos:

Y solo frente a tu presa, centro exacto de tu diana. A cosechar todo lo que cultivaste. Y más. Harvest.

 

A madurar. A ser práctico, autónomo, lúcido. A conocer en verdad el sentido de tu trabajo.

—A perdonar a tu presa y nutrirnos de ella. Lechuza, Klimt, el Campo helado hechonoche.

 

Sí, Neil. Asaremos el corzo, la musaraña, el jabalí. Lo comeremos dorado tostado mientras grabamos. Guirnaldas de flores. Como capuchinos.

A los 13 se metió en su primer robo. Una gafas de Solsobre el salpicadero de un Chevrolet, 1936, un Chevrolet Standard Six. Jake LaMotta.

 

Guisantes LaMotta, hojaldre, tus ojos, espadas en alto.

 

Cada veinte minutos alimentamos nosotros al Hámster en su jaulita de la cocina de Casa, de mi Casa de Campo. El Hámster Martín. ¿Hay algo que no entiendas? Le echamos basura en tolva, hasta el vientre. Basura instantánea. Rueda en su rueda sin tregua toda la Noche, todas las constelaciones. Lo grabaremos todo con sonido directo, sin overdub, Éxito y fracaso, como dos pedales, el empuje, mi vientre contra la tierra, tú, mi bicicleta de Winnipeg.

 

 

Nada más sentarnos a cenar suena el teléfono. Es Marc, del estudio. Todo está listo para mañana, Neil. Arreglados los problemas con la vieja Revox. Neil se muerde los labios, sus ojos van de este a oeste, muy rápido, su frente neandertal sobre la cena.

— Todo está listo. Venga. Tíos. Dormid tranquilos.

 

21:48 h.

 

 

6

¿Que por qué yo?

Porque yo fui quien sintió que estaba, y estuve, durante tantos años en la cuneta, en la Ciudad, en la Torre Roja, convencido desde aquel tresillo de mis padres de que a mi vida le había tocado solo bajar, bajar, bajar. The needle & the damage done. Mi futuro era un tobogán sin escalera, una cadena sin esclava, oscuro y agrio como Van der Graaf: oscuro-económico-sociológico, oscuro- bioquímico, oscuro-académico, el porvenir.

 

 

¿Que por qué yo?

Mierda. Porque tras los 40 contemplo hoy desde las ventanas de Neil cómo, en verdad, ha ocurrido todo lo contrario de lo que temí, y la vida ha traído el Éxito a mis manos, y mis manos al volante.

—Ya sabes. De joven sentí que todo sería un amargo desastre.

—Qué original.

—Y de vuelta ese todo me ha sacado en tornillo del tubo de la ola, me ha devuelto a la costa como tú dices, seco y maduro, dulce puntería.

—Viento, felicidad, dinero. ¿De qué me sirve la cerámica si no obtengo del torno pan, paz, felicidad?

 

 

Los amigos, el grupo, María en la vida real, los niños, los perros, caminaremos por la ribera, reflejada la bóveda negra delMundo y cada estrella es un alma, Rupert Sheldrake, rumor líquido de la Nochescarcha.

Busco en mis bolsillos las llaves del siguiente portón que abre las sendas que me llevan de vuelta a mi Casa de Campo. Saco papeles a la luz de la linterna. Papeles, recetas: que soy músico, cantante, arquitecto, pintor, escritor, paciente cada dos semanas, que soy hijo, huérfano, agricultor, hipocondríaco, burro, discípulo de mi Madre, de Lewerentz, de Corrales, de Zappa, de Frampton, de Epicuro, de Cristo y de Scarpa. Cruel, despistado, coleccionista de trenes. Que soy por fin cada vez menos yo, fundido en los demás.

 

¿Qué es lo que dicen de ti…? ¿Y tú? ¿Qué es lo que dices de ti? El Éxito y el Maestro. La linterna en el Bosque: la Ciudad y la envidia.