Los Proyectos de Aprendizaje

Un marco metodológico clave
para la innovación

Mercedes Blanchard
M.ª Dolores Muzás

NARCEA, S. A. DE EDICIONES
MADRID

Índice

PRESENTACIÓN

PRIMERA PARTE: INNOVAR A TRAVÉS DE LOS PROYECTOS DE APRENDIZAJE

CAPÍTULO 1. Cómo identificar un centro educativo innovador. ¿Qué características presenta?

¿A qué llamamos innovación? ¿Para qué innovamos?

La innovación necesita del trabajo en equipo del profesorado.

En qué dirección debe mirar la innovación. ¿Podemos señalar algunas claves?

Cómo surgen y cómo se reconocen las acciones innovadoras en las Instituciones Educativas

Cuáles son los elementos de un proyecto de innovación educativa

Para finalizar. Pensando sobre lo aprendido. Caso práctico

CAPÍTULO 2. Teorías de acción para una actuación innovadora

Planteamientos cognitivos

La Enseñanza para la Comprensión

Las inteligencias múltiples. ¿Qué es ser inteligente?

Qué son los proyectos de aprendizaje

Para finalizar. Pensando sobre lo aprendido. Caso práctico

CAPÍTULO 3. Los proyectos de Aprendizaje para la Comprensión: Un modo de entender la planificación, desarrollo y evaluación del aprendizaje

Cómo se planifican y desarrollan los Proyectos de Aprendizaje para la Comprensión. Guía práctica

Fase I. Planteamiento e identificación de los intereses del alumnado

Recogida de intereses de todo el grupo de alumnos. Selección de las preguntas de mayor interés. Elección de una única pregunta o pregunta eje del proyecto.

Fase II. Concreción del Proyecto
Eje del Proyecto/Tópico generativo.

Fase III. Elaboración del diagrama de contenidos

Fase IV. Sistematización del Proyecto de Aprendizaje

Formulación de los objetivos/hilos conductores. Formulación de las competencias que se quieren desarrollar. Formulación de los contenidos. Formulación de los criterios de evaluación/metas de comprensión.

Fase V. Actividades/Desempeños de comprensión

Actividades de inicio, de desarrollo, de ampliación y/o refuerzo, de evaluación y/o síntesis.

Fase VI. Evaluación del Proyecto

SEGUNDA PARTE: PROYECTOS DESARROLLADOS EN DIFERENTES ETAPAS EDUCATIVAS

Introducción

1. “Qué necesito para cocinar?”. Proyecto de Aprendizaje en Educación Infantil

2. ”¿En qué consiste Hallowen?”. Proyecto de Aprendizaje en Educación Primaria

3. “Por qué soñamos”. Proyecto de Aprendizaje en Educación Secundaria

4. “¿Cuáles son los errores del Sistema Educativo Español?”. Proyecto de Aprendizaje en Educación Superior

ANEXOS

I. Rúbrica de valoración del Proyecto por parte del profesorado

II. Matriz de valoración para que cada alumno evalúe su participación en el Proyecto

III. Pauta de evaluación del Proyecto

IV. Instrumento de evaluación por parte de las familias

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Presentación

La innovación es un reto que muchos centros educativos asumen como prioridad, para responder a un mundo cada vez más rico y diverso. Por ello necesitan buscar nuevas propuestas educativas en su proceso de acompañamiento a los estudiantes hacia un futuro que cada vez se dibuja más complejo e incierto, donde es más común la divergencia, la necesidad de responder con creatividad, y donde se hace urgente la investigación y la búsqueda en común, junto a otros profesionales, con la mirada puesta en la vida y en las características de nuestra sociedad presente y futura.

Si nos acercamos a los planteamientos de Perrenoud (2008)1, podemos observar que se está presentando el perfil de un profesional reflexivo, que toma las riendas de su propio trabajo, que practica la metacognición, que es un agente activo y comprometido con su profesión, como educador responsable que tiene que plantear experiencias educativas conectadas con la vida y para la vida. Porque si no se aprende para vivir ¿para qué se aprende?

Y si miramos al alumno, principal protagonista desde el paradigma de aprendizaje, observamos que necesita desarrollar determinadas competencias básicas (saber, saber hacer, tener una buena disposición) para afrontar su futuro con creatividad y compromiso: saber comunicarse oralmente, por es-crito y en distintos idiomas; comprender y utilizar el lenguaje matemático; saberlo descubrir en la realidad cercana; conocer e interaccionar con el mundo que le rodea; acceder a la información a través de las tecnologías; tener unas buenas capacidades de relación interpersonal y desarrollar un compromiso como ciudadano; comprometerse a construir los aprendizajes de manera cada vez más autónoma; conocer, apreciar y valorar las distintas manifestaciones culturales en un mundo abierto y plural; ser consciente de las posibilidades y valores personales; y ser capaz de elegir, de afrontar problemas, de aprender de los errores propios y de asumir riesgos.

Los Proyectos de Aprendizaje de los que aquí tratamos subrayan de manera singular el trabajo de algunos de estos aspectos tales como: la capacidad para estar atentos, desde el principio, a las necesidades del propio alumno y de la realidad social cercana y menos cercana; el aprendizaje, actitudes y valores democráticos a través de los procesos ordinarios que se llevan a cabo en el aula; la búsqueda de respuestas de cambio que mejore a las personas y a sus contextos a través del compromiso social y ciudadano vivido en el día a día.

El trabajo que compartimos en este libro nace de la experiencia que hemos desarrollado durante los últimos cinco años, con diferentes claustros de profesores y diversos equipos directivos, y donde hemos percibido la necesidad de que los aprendizajes miren a la vida, hacia lo que los alumnos traen como preocupación, hacia lo que se vive fuera y dentro de la institución educativa.

Presentamos, por tanto, las bases teóricas, el desarrollo práctico, con sus fortalezas y dificultades, todo ello apoyado en casos reales, de una herramienta muy potente y sostenible: “los Proyectos de Aprendizaje para la Comprensión”. Consideramos que se trata de un planteamiento educativo que, aunque no es nuevo, sí ofrece, en este momento, múltiples posibilidades para responder al desarrollo de las competencias básicas y que es aplicable en los más variados contextos.

Los Proyectos de Aprendizaje funcionan bien en manos de profesionales que se plantean su trabajo de manera comprometida, en equipo; docentes que toman las riendas de su propio desarrollo profesional y que tienen claro que los alumnos y alumnas son los verdaderos protagonistas de su propio proceso de aprendizaje.

Cuando analizamos experiencias educativas innovadoras, nos encontramos dos características comunes. En primer lugar, el centro de la innovación son los alumnos y el máximo desarrollo de sus posibilidades de aprendizaje. Por tanto, el profesorado debe llegar a pensar para cada estudiante, para cada grupo y para cada centro educativo, la “fórmula” de un modo de trabajo que les provea de respuestas de presente y de futuro, con equipajes de larga duración, para que puedan disponer de ellos a lo largo de su camino.

Y en segundo lugar, nos encontramos con profesores motivados, con deseo y voluntad de innovar, de dar la vuelta a las clases, con un objetivo educativo claro en el punto de mira: el desarrollo de ciudadanos comprometidos con su sociedad. Para ello, necesitan comenzar, desde el centro educativo, a vivir el compromiso con las necesidades del contexto, pero abriéndose, cada vez más, a un compromiso con la sociedad global.

El centro innovador no trata de “exhibir” sus experiencias, para situarse en los primeros puestos o para obtener un prestigio sin más. Sabe que los beneficiarios son los propios alumnos quienes, gracias al esfuerzo de toda una comunidad educativa, alcanzan el éxito educativo. Este consiste en que cada uno y todos, sea cual sea su condición personal o social, alcancen unos aprendizajes profundos y duraderos para sí mismos y para la sociedad que les rodea, con la convicción de que seguirán aprendiendo a lo largo de toda la vida.

Estamos convencidas, y la experiencia así nos lo avala, que para realizar una innovación no se necesitan, ni los mejores recursos y materiales, ni los mejores espacios, ni las mejores tecnologías; es indispensable, eso sí, la implicación de un profesorado que sea capaz de vivir espacios, tiempos y recursos de manera flexible y diversa, y que esté dispuesto a implicar a familias, alumnado, personal no docente y organismos del contexto, en una acción educativa coordinada.

Cuando en un centro educativo se comienza un camino de innovación, ya sea por la iniciativa de unos pocos profesores que trabajan de forma individual, o de un grupo de profesores que trabaja en equipo, no cabe ninguna duda de que el Centro en su conjunto se beneficia. Sin embargo, el centro llegará a ser innovador cuando todos decidan realizar un camino conjunto, trabajando en equipo y dando respuesta a nuevos retos, avanzando todos en la misma dirección.

Este es el objetivo de muchos centros que ofrecen una enseñanza de la mejor calidad y siempre mirando a sus alumnos, a su presente y al futuro, como ciudadanos. En estos centros existen unos denominadores comunes. Podríamos resumirlos así:

Tienen detrás teorías científicas tales como la “Enseñanza para la Comprensión”, las “Inteligencias Múltiples”, el desarrollo del “Pensamiento crítico y creativo” (Perkins, Gardner, Perrone, Swartz).

Los profesores son mediadores, guías, coaches, en el proceso de aprendizaje del alumnado, y su acción va más allá de la impartición de contenidos (Feuerstein).

Utilizan la experiencia diaria de los niños para provocar aprendizajes.

La escuela está abierta al contexto, con el que mantiene unas relaciones de ida y vuelta que enriquecen y favorecen el aprendizaje.

La naturaleza y el medio ambiente tienen una presencia activa en el desarrollo escolar.

Los alumnos adoptan una actitud activa, autónoma, personal, ante el aprendizaje, de búsqueda, de investigación creativa.

Involucran a las familias y a los organismos del contexto, a toda la comunidad educativa en los procesos de aprendizaje.

Tienen en cuenta los nuevos modos de aprender a través de las Tecnologías: los MOOC o “Massive Open Online Courses”, las FlipLessons, los Byod, BlenderdLearning, los LMS.

Preparan para la comunicación de sus estudiantes en varios idiomas.

Desarrollan un pensamiento crítico y capacidades cognitivas, afectivas, sociales y emocionales.

El profesorado trabaja en equipo, de manera coordinada; comparten los éxitos y las dificultades que van encontrando en los procesos, impulsan a cada grupo de alumnos y a cada estudiante para que desarrolle al máximo sus capacidades y para que aprendan a ponerlas al servicio del grupo y de la comunidad.

Sus estructuras físicas están construidas en espacios abiertos, sin aulas cerradas, con distintos espacios para trabajar individual y grupalmente, para investigar, para divertirse y, en definitiva, para aprender y para crecer como personas.

Podríamos todavía recoger otras características comunes, pero lo que queremos subrayar es la iniciativa del docente como protagonista indispensable para que este cambio se produzca. Porque ningún cambio educativo aparece de un día para otro, sin el esfuerzo, la motivación y la complicidad del profesorado. Su rol –desde el enfoque del aprendizaje– es alentar y señalar el camino a sus alumnos, que son los verdaderos protagonistas de sus aprendizajes, de sus búsquedas, de sus logros.

El reto merece la pena. No es posible quedarnos parados y decir: “esto no es para nosotros”. Detrás de cada una de esas experiencias innovadoras hay un equipo de profesionales, como nosotros, con un proyecto en el que creen y que les merece la pena. En cualquier circunstancia es posible ir generando condiciones favorables, buscando la complicidad de otros compañeros y pidiendo apoyo, para que el equipo educativo y la organización de espacios y tiempos estén al servicio del aprendizaje y de la innovación que deseamos.

Hacia ese nuevo concepto de educación vamos a mirar en este trabajo, poniendo por delante al alumno y su aprendizaje, como futuro ciudadano de una sociedad que no sabemos cómo será pero que vamos construyendo entre todos, día a día.

La primera pregunta que se debe hacer un centro educativo que quiere ser innovador es, por los planteamientos educativos concretos a los que quiere responder:

¿A dónde queremos ir?

¿Qué es aquello que queremos que nos identifique?

¿Qué procesos nos pueden llevar hacia dónde queremos?

Nosotros partimos de algunas opciones previas que queremos explicitar:

La inclusión es prioritaria. Hacemos el camino con todos los alumnos, sin que ninguno se nos pierda.

Contamos con sus intereses y motivaciones, para que ya desde el comienzo del camino, en el proceso que hagamos con ellos, contemos con su implicación, con su ilusión, con sus razones para aprender.

Trabajamos la diversidad que presentan, como posibilidad privilegiada para sacar lo mejor de cada uno y desarrollarlo al máximo.

Queremos una escuela abierta a la vida. Que entre en el aula la vida, la riqueza, las necesidades, la problemática social, que se viva como una bocanada de aire fresco y que, al mismo tiempo, tenga incidencia en el contexto, en los amigos de nuestros alumnos, en sus familias, en la asociación de vecinos, en las asociaciones deportivas, en las asociaciones profesionales, etc.

Planteamos un trabajo en equipo. Queremos que todos los que hacemos este camino a favor del alumnado trabajemos mirando en la misma dirección.

Realizamos el trabajo apoyados en la metodología de investigación-acción. Partimos de que esta metodología tiene potencialidad para ir introduciendo cambios innovadores en el modo de trabajo del profesorado, como una “espiral de ciclos de investigación y acción constituidos por las siguientes fases: planificar, actuar, observar y reflexionar” (Latorre, 2003: 32).

A partir de todo ello y como producto del trabajo realizado con numerosas comunidades educativas (pues participan familia, profesorado, alumnos) de diferentes centros, presentamos en este libro, en primer lugar, una reflexión teórica, y en segundo lugar, algunos casos concretos y los resultados de los procesos llevados a cabo con equipos de diferentes etapas educativas.

La estructura del libro es como sigue. Comenzamos tratando, en el primer capítulo, ¿qué se entiende por innovar? Al mismo tiempo se facilitan claves que pueden ayudar a reconocer este proceso, cuando se produce con la intencionalidad y la implicación del profesorado.

En un segundo capítulo planteamos grandes marcos teóricos o teorías para la acción, que propician la actuación innovadora en el aula. Tales como: la enseñanza para la comprensión, las Inteligencias Múltiples, el Pensamiento Crítico y Creativo y los Proyectos de Aprendizaje, por considerar estos marcos teóricos, idóneos y más ajustados a los objetivos que pretendemos.

En el tercer capítulo desarrollamos todo lo relacionado con los Proyectos de Aprendizaje para la Comprensión: su proceso detallado de planificación, aplicación y evaluación, y sus inmensas posibilidades para involucrar al alumnado de cualquiera de las etapas académicas. Con el fin de facilitar la comprensión del proceso de elaboración y aplicación, a continuación de la explicación y descripción de cada uno de los pasos del desarrollo de los Proyectos, se presenta la parte correspondiente de un caso práctico, que puede reconocerse de forma completa, como uno de los casos descritos en el capítulo siguiente.

El capítulo cuarto presenta el desarrollo completo de varios casos prácticos de Proyectos de Aprendizaje, desarrollados en las diferentes etapas educativas, desde la educación Infantil hasta la educación Superior. Los Proyectos de Aprendizaje que se han desarrollado en Infantil, Primaria y Secundaria se han llevado a cabo, recientemente, en una institución educativa de España2.

Y el Proyecto de Aprendizaje de nivel universitario, se ha llevado a cabo en las aulas de Primer Curso de Grado, de la Facultad de Formación del Profesorado de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Como ayuda para la lectura y comprensión de este libro, se sugiere, al comienzo de cada capítulo, alguna pregunta al lector acerca de lo que más adelante se va a trabajar.

Al final del capítulo se incluye el posible análisis de un Caso práctico, intentando así motivar y propiciar el diálogo activo que lleve, no sólo a hacer una lectura comprensiva, sino a extraer claves que faciliten un cambio a nivel personal, y de posible aplicación en el centro educativo y en el aula.

______________

1 Perrenoud, en su libro Diez nuevas competencias para enseñar, plantea que el profesor debe desarrollar las siguientes competencias: 1. Organizar y animar situaciones de aprendizaje; 2. Gestionar la progresión de los aprendizajes; 3. Elaborar y hacer evolucionar dispositivos de diferenciación; 4. Implicar a los alumnos en su aprendizaje y en su trabajo; 5. Trabajar en equipo; 6. Participar en la gestión de la escuela; 7. Informar e implicar a los padres; 8. Utilizar las nuevas tecnologías; 9. Afrontar los deberes y los dilemas éticos de la profesión; y 10. Organizar la propia formación continua.

2 Se trata del Colegio Santa Teresa, León (España). Es un centro plurilingüe, certificado con el Sello Europeo de las Lenguas en el año 2012 por el Ministerio de Educación. Es bien conocido por su larga experiencia como centro inclusivo y por la formación permanente de su profesorado. Una de sus líneas de identidad es la innovación, siendo los Proyectos de Aprendizaje el marco metodológico de su acción educativa. Es, a su vez, referente de buenas prácticas en el mundo de la educación. El claustro del Colegio ha participado en la elaboración e implementación de estos Proyectos. Agradecemos a todos sus componentes su dedicación y buenas prácticas, y su permiso para incluir los Proyectos realizados en este libro. Sus nombres son: Magali de Asís García, Mª Mercedes Ávila Renedo, Ismael Cabero García, Patricia del Canto Llanos, Oscar Capetillo Lomas, Álvaro Avellaneda Patón, Mª Encarnación Diez García, Ana Belén Fernández García, Luis Fernández García, Pilar Fernández Pérez, Mª Purificación Flórez Ferreras, Pilar de Francisco Vilanova, Judith Franco Jodra, Ana María Gamero Urdiales, Héctor González Mayorga, Joana García Arias, Mª Paz Dolores Gazapo Galán, Lorea Isasi Elorriaga, Jorge Juan Escobar Zamora, Julio Magaz González, Mª Lourdes Marbán González, Mercedes Martínez González, Francisco Javier Martínez Pariente, Yolanda Martínez Peñín, Nuria Iglesias Castro, Beatriz Muñoz Moro, Mª Victoria Nieto López, Mª José Núñez Gutiérrez, Mónica Ordóñez Arce, Elena Peláez Álvarez, Ana Isabel Puerta Oviedo, Ana Isabel de la Red Ajenjo, Mª Alicia Rojo Fernández, Fernando Sánchez Franco, Luz Mª Santamarta Lozano, José Luis Santos Andrés, Saray Torices Blanco, Gaelle Vargas Lemen, Marta Vega Giraldo y Manuel Ángel Velasco Rodríguez.

I

INNOVAR A TRAVÉS DE LOS PROYECTOS DE APRENDIZAJE

1

Cómo identificar un centro educativo innovador ¿Qué características presenta?

Nuestra propuesta va dirigida a equipos directivos, coordinadores, profesores decididos a realizar una acción innovadora en su centro educativo, en su aula, y que buscan pistas, claves, que ayudan a identificar si aquello que están pensando contiene elementos, planteamientos y diseño de una acción innovadora.

Nos situamos ante el reto innovador que vienen teniendo los centros educativos, para dar respuesta a necesidades de cambio de paradigma, de motivación y aprendizaje de éxito de los alumnos, de inclusión, y para una acción transformadora en el contexto. Esta acción innovadora solo podemos llevarla a cabo con profesionales que sienten la necesidad de cambio y formulan, con claridad, el camino que pretenden recorrer.

ANTES DE CONTINUAR:

Image ¿Podemos identificar si nuestro centro educativo es innovador?

Image Señalar tres elementos que consideramos importantes y que se encuentran en nuestra experiencia innovadora.

¿A QUÉ LLAMAMOS INNOVACIÓN? ¿PARA QUÉ INNOVAMOS?

Llevamos mucho tiempo y existen ya numerosas investigaciones en educación donde se va planteando la necesidad de un cambio, y donde se señalan cuestiones muy concretas como elementos para ese cambio. Incluso hay autores que nos han estado diciendo que las cosas no van bien, que las escuelas necesitan un vuelco en los planteamientos educativos.

En este sentido, dice Bruce Wellman, que parece que tenemos un Plan de estudios del siglo XIX, edificios y organizaciones del siglo XX y estudiantes del siglo XXI frente a un futuro indefinido. O como explican Monereo y Pozo (2001): “Somos profesores del siglo XX, enseñando contenidos del siglo XIX a alumnos del siglo XXI”.

Y Moravec (2013), investigador y profesor de la Universidad de Minnesota, en la misma línea, expresó en la Conferencia de Inauguración al Encuentro Internacional de la Fundación Telefónica: “Tenemos que preguntarnos: para qué paradigma estamos preparando a los chicos, si queremos empleos del siglo XIX, del siglo XX o del XXI, que van a estar basados en la creatividad y la innovación”. Y nos cuestiona diciendo que vivimos en una sociedad 3.0 con una educación 1.0.

Entendemos, con Moravec como sociedad 1.0 aquella que surgió con el desarrollo de la agricultura, con empresas basadas en la familia y en las que los niños aprendían y trabajaban en casa. Mientras que en la sociedad 2.0 comienza la era del conocimiento, formada por elementos tácitos y elementos implícitos. El conocimiento explícito se puede adquirir en un libro; el conocimiento tácito se aprende haciendo.

Y en la sociedad 3.0, llamada sociedad de la innovación, el paradigma es el conocimiento aplicado de manera contextual, la difusión del conocimiento de forma horizontal, las relaciones heterogéneas y el caos y la ambigüedad no sólo son aceptados, sino que se les acoge y se les atiende.

El proceso educativo en la educación 1.0 es del maestro al alumno y aunque en la 2.0 ya hay también un contacto de alumno a alumno, en la 3.0 la interacción es hacia todos los lados: maestro-alumno, alumno-alumno, alumno-maestro y persona-tecnología-persona.“Las escuelas 3.0 son generadoras de productores de conocimiento, no de autómatas; comparten, mezclan y sacan provecho de las nuevas ideas; abrazan el cambio acelerado y no intentan frenarlo”, explica Moravec.

Estos autores –Monereo y Pozo (2001) y Moravec (2013)– señalan una serie de problemas: planes de estudio y currículo que responde a necesidades del pasado, diseño de edificios y organizaciones, modo de enseñar caducos, modelos excesivamente rígidos y poco vinculados con la vida, etc. Nos hablan de una serie de disfunciones sociedad-educación que piden alternativas. Estos cambios que muchos docentes y educadores vemos necesarios desde hace tiempo, necesitan profesionales capaces de afrontar estos retos.

Por su parte, Imbernón (1996) asegura: “la innovación educativa es la actitud y el proceso de indagación de nuevas ideas, propuestas y aportaciones, efectuadas de manera colectiva, para la solución de situaciones problemáticas de la práctica, lo que comportará un cambio en los contextos y en la práctica institucional de la educación”.

Juan Escudero (en Pascual, 1998) señala que la innovación educativa comporta una batalla a la realidad tal cual es, a lo mecánico, rutinario, y supone apostar por lo construido entre todos, por poner la imaginación al servicio de la creación, por transformar lo existente. Y de forma muy expresiva reclama abrir una “rendija utópica” en un sistema, como el educativo, muy tradicional, que perpetúa y conserva el pasado.

Por ello, la innovación comienza identificando situaciones problemáticas, necesidades sentidas por el profesorado, para construir algo nuevo, distinto. Y podemos realizar nuestra propia definición, diciendo que la innovación es una ruptura de planteamientos y modos de proceder en algún aspecto de la acción educativa.

La innovación surge cuando identificamos algo que no “cuadra” en la práctica educativa que tiene que ver con los aprendizajes de nuestros alumnos y su motivación. Termina alcanzando a todo el centro educativo, y lo afrontamos para que la institución educativa pueda seguir creciendo y dando respuestas a nuestros alumnos y a la sociedad. La innovación se da en un centro concreto, ubicado en un contexto determinado, en donde decidimos buscar alternativas creativas, que estén apoyadas en teorías con peso educativo.

Para que una innovación educativa pueda salir adelante tenemos que pensar quiénes llevarán a cabo el proceso y cómo lo llevarán a cabo, es decir hay que organizarse de forma intencional. De esta manera tendremos como resultado algo distinto que mejora los procesos de aprendizaje, los resultados de nuestros alumnos, y hace que algo cambie en la implicación de la comunidad educativa y en el contexto. Se provoca con ello una mejora de la calidad en la respuesta educativa y un desarrollo institucional.

Pero, ¿para qué queremos innovar? Lo primero y más importante es tener un porqué y un para qué. No vamos a entrar en el porqué, pues es más que evidente que la sociedad está en perpetuo cambio, y la educación no puede continuar con estructuras y modos del pasado si quiere servir al ciudadano del futuro. Y también es necesario que innovemos para no dejar a nuestros alumnos indefensos, trabajando en estructuras del pasado y con metodologías ya caducas, cuando ellos van a tener que vivir en una sociedad completamente distinta a aquella en la que hemos nacido sus profesores.

LA INNOVACIÓN NECESITA DEL TRABAJO EN EQUIPO DEL PROFESORADO

Una acción innovadora no es posible sin los profesores y profesoras. Y la experiencia nos dice que siempre, y en todos los centros, hay profesores innovadores, creativos, ilusionados. Pero la suma de profesores innovadores no da como resultado un centro innovador.

Senge (2012) habla de organizaciones inteligentes que buscan que sus profesionales tengan unas características comunes, tales como dominio personal, modelos mentales, construcción de una visión compartida, aprendizaje en equipo. Cuando es un claustro completo el que trabaja conjuntamente y desarrollan procesos formativos en la misma dirección, todos tienen el mismo punto de partida: todos han debatido, han escuchado lo mismo, se contrastan entre sí, ponen en común las distintas comprensiones, y pueden entrar ya en la tarea. Se encuentran más motivados y tienen menos miedos. No se encuentran “solos” haciendo algo que les provoca inseguridad y desconocen en qué medida va a ser aceptado.

Estos profesionales consideran la formación y el cambio como un ingrediente de su trabajo profesional, ya que la innovación debe llegar a ser un mecanismo de autorregulación de la enseñanza y el motor del progreso profesional del profesorado, y este debe considerar la innovación como parte de su formación continua y de un proceso de investigación sobre su práctica (Cañal de León, 2002).

En este caso, estamos hablando de la implicación de toda una escuela, del “centro docente como eje de los procesos de cambio” (Murillo, 2011), de la decisión de un claustro de caminar hacia el cambio, reflexionando, dialogando y decidiendo juntos en torno a los elementos que deben cambiar y en qué dirección deben hacerlo. Estamos hablando de la actitud reflexiva y activa de unos profesionales que, trabajando juntos van a innovar, y en donde está implicado todo: desde el centro, hasta el aula, desde los planteamientos más amplios que se han plasmado en unos documentos, hasta el trabajo en el aula, según explican Blanchard y Muzás (2007).

Nos situamos, por tanto, ante un planteamiento sistémico de la acción (de todos los sistemas que hay en la institución educativa y de los sistemas del contexto en el que están), donde las mejoras pueden venir desde cualquier lugar, y actuar como ondas expansivas o a modo de círculos concéntricos, sabiendo que lo importante es la buena elección en el punto de partida, saber elegir dónde vamos a actuar, ya que esto puede provocar otros cambios en cadena.

Este modo de proceder responde a un modelo de organizaciones que aprenden en el que es la comunidad educativa la que va generando un movimiento de cambio de abajo-arriba (Muñoz Repiso, 2004), que permite tomar decisiones sobre aprendizajes situados en un contexto concreto (Lave y Wenger, 1990), y que se muestran como modelos de referencia, capaces de desarrollar en el alumnado competencias interactivas y colaborativas.

Esta concepción de una educación realizada con todo el equipo de una institución educativa, impulsa la formación de un profesorado reflexivo, que cree en las posibilidades de la educación para provocar cambios y transformar la realidad social. Juntos investigan a partir de su propia práctica e impulsan el cambio, provocando procesos de análisis-formación-innovación-mejora, compartiendo la experiencia educativa, desde planteamientos de investigación-acción.

EN QUÉ DIRECCIÓN DEBE MIRAR LA INNOVACIÓN ¿PODEMOS SEÑALAR ALGUNAS CLAVES?

Para saber qué queremos de nuestra innovación podemos preguntarnos cuáles son los objetivos de una innovación, a nivel de centro, de aula: ¿que nadie se sienta excluido?, ¿que todos los alumnos lleguen al éxito?, ¿que toda la comunidad educativa se sienta implicada?, ¿que nuestra institución educativa esté comprometida con la sociedad cercana y que nuestro trabajo redunde en la mejora de esa sociedad?

No se trata de ir en cualquier dirección, sino de ir en una dirección que marque enfoques educativos que merezcan la pena, porque abren nuevos caminos, y porque están fundamentados en teorías educativas de futuro y en investigaciones actuales. Pueden ser innovaciones que vayan en distintas direcciones:

a) Hacia un cambio de paradigma: el “paradigma educativo de aprendizaje”.

b) En la dirección de la educación inclusiva, de la educación para todos.

c) Hacia el desarrollo de la competencia social y ciudadana y del compromiso social, objetivo de toda la comunidad educativa.

a) Hacia un cambio de paradigma: el “Paradigma Educativo de Aprendizaje”

Tenemos que abrir camino en esta dirección que lleva casi un siglo pidiendo paso y que se ha ido profundizando con nuevos enfoques, con una mayor fundamentación. De un paradigma educativo que se situaba en la transmisión (donde el protagonista era el profesor) necesitamos pasar ya a un paradigma que se sitúa en el aprendizaje (centrado en el alumno). Esto es vital para situarnos de otra manera, y por eso nos preguntamos ¿qué debemos movilizar para hacer que esto sea una realidad?

Todavía hay demasiadas instituciones educativas y profesionales que se sitúan en un paradigma de trasmisión, donde la ciencia es un sistema cerrado y en las que:

Los objetivos de la escuela son conseguir que los conocimientos se traspasen a la mente de los alumnos. Desde este paradigma se considera que una persona está educada cuando posee una amplia colección de estos hechos y procedimientos. A lo que Freire denominaba “la educación bancaria”.

Los profesores conocen bien lo que tienen que enseñar y su trabajo consiste en transmitirlos a los estudiantes. La definición de simplicidad y complejidad y las formas de secuenciar un material viene determinada por los profesores y por los libros de texto.

La forma de verificar el éxito de la escuela es a través de los exámenes de los estudiantes para ver cuántos de estos conocimientos han adquirido (Sawyer, 2008).

Como consecuencia, tenemos unos centros con prácticas organizativas estandarizadas, de división del tiempo y del espacio, de clasificación de los estudiantes distribuidos en aulas cerradas, así como la segmentación del conocimiento en asignaturas.

Urge que pasemos de este modelo –en el que muchos profesores han crecido– al modelo centrado en el aprendizaje, en los alumnos, para impulsar su crecimiento. Porque los centros innovadores siempre pondrán, como prioridad en su trabajo, la mejora del alumno. Empecemos por donde empecemos, la innovación (del centro al aula, del aula al centro) debe terminar favoreciendo los procesos de aprendizaje. Y esto hará que cambie todo lo que está alrededor, porque la institución educativa es un sistema donde todo está relacionado.

¿Qué significa realizar un Proceso Centrado en el Aprendizaje del Alumnado?

Un centro innovador que está centrado en el aprendizaje del alumnado, considera la ciencia como un sistema abierto y dinámico, que se adapta a los contextos, vinculado a un concepto abierto y plural, vinculado con la vida, donde las asignaturas están relacionadas entre sí. El conocimiento está repartido y llega por muchos medios, también a través de los propios alumnos. Es circulante.

Un centro innovador propicia la interacción entre profesor-alumno, y entre alumnos entre sí, pues el conocimiento necesita de la acción mediadora entre las personas. Asegura Vygotsky que el conocimiento se da inicialmente en la interacción y posteriormente en el interior de la persona. Los roles del alumno y el profesor cambian. El primero, el alumno, se convierte en protagonista, en participante activo de su propio aprendizaje y el segundo, el docente se convierte en mediador, guía, facilitador y necesita aprender este rol para que impulse el rol activo del alumno (porque a ser mediador se aprende).

La metodología, o el modo de trabajar en el aula, está al servicio de esta nueva concepción. Es una metodología participativa, de búsqueda, de investigación, de trabajo cooperativo, etc. Para una mayor clarificación ponemos en paralelo los modelos educativos: centrados en la enseñanza o centrados en el aprendizaje (ver Tabla 1.1).