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Para el hombre que me enseñó y me mostró el amor.

Gracias por permitirme evolucionar con él.

Gracias por ser parte de mi vida, Tapshes.

Agradecimientos

La palabra gracias no alcanza a encerrar en sus letras el sentimiento infinito de gratitud que siento hacia cada una de las personas que me han apoyado en mi caminar. Mi primer libro lo dediqué con todo mi amor a las personas que forman mi núcleo familiar, pero este lo quiero extender a otros seres igual de maravillosos: a las personas que como alumnos y maestros me permitieron compilar el material suficiente para escribir las páginas de este libro: a Santiago Vilar, quien con su dedicación observó cada detalle; a Mónica Sierra, mi escudera silenciosa; a Natalia y David Navia, quienes le dieron vida a cada uno de los personajes de las historias a través de hermosas imágenes; y a mis alumnos Julieta, Maruja, Omar, Mónica S., Natalia, Stellita, Santiago, Mónica P., Alexander, David M., Diana, Derly y Juan Carlos; a ellos, que han estado presentes en cada una de mis clases, escuchando con amor y paciencia, enfrentando su ser interior, educando su Ego y venciendo sus propios miedos, para continuar con el aprendizaje que se les ha transformado en herramienta de vida; a ellos, que me han permitido compartir mis conocimientos y mi filosofía de vida, y que me dieron el material necesario para entregarles a ustedes hoy este maravilloso libro.

También quiero agradecer a mis alumnos ausentes: ustedes también fueron, en su momento, esenciales para que yo pudiera escribir este libro.

Agradezco finalmente al más importante de todos, a Dios, mi energía inspiradora.

Nota de la autora

Escribir cada una de las historias y trabajar en los temas de este libro me resultó fascinante; lo empecé con la idea de continuar con algunos de los temas que había tratado en mi primer libro, Caminos para sanar, pero se fue convirtiendo en algo distinto. Siempre me he dejado guiar por mi intuición y por mis"maestros"especiales; gracias a ello, poco a poco se fue transformando en un libro diferente. Inicié una aventura al recordar muchas herramientas que me habían servido personalmente, y cómo las había integrado a mi vida; de ahí nació la idea de hacer un libro con un formato especial, ya que este sugiere ejercicios prácticos.

Los temas están complementados por diferentes ejercicios que ayudan a entender más profundamente los conceptos; al leerlo no solo se estará iniciando un viaje a través de la sabiduría sino que el lector estará iniciando un viaje dentro de su ser interior.

Introducción

Las experiencias de mi vida han sido maravillosos boletos a sorprendentes viajes en los que mi cerebro se ha llenado de fabulosos recuerdos. Llegué a diversos lugares en búsqueda de poder entender las cosas que me pasaban hasta que un amigo me recomendó unas charlas que según él le habían cambiado la vida; hasta ese momento particular yo había sido totalmente autodidacta. Incursionar en el mundo de los seminarios era nuevo para mí, y no tenía ninguna expectativa positiva al respecto.

La tarde de aquel viernes estaba con incertidumbre, me embargaba un sentimiento de ansiedad muy grande. Cuando llegué al lugar en donde se realizaría el seminario, me sorprendió la manera como nos dieron la bienvenida los encargados de la recepción de asistentes; estaban muy serios; observé que su actitud era amable pero cortante; eso no me animó mucho para continuar ahí; aun así seguí al pie de la letra todas las indicaciones que me iban dando. Con el paso del tiempo, la noche avanzaba y mi molestia con ella. Cuando nos dijeron que ya habíamos terminado por ese día, me sentí frustrada; hasta ese momento no había encontrado nada allí que respondiera ni uno solo de mis interrogantes. Con molestia, regresé al día siguiente, y cada vez que salía un nuevo conferencista a tratar un tema diferente me daba cuenta que empezaba a analizarlo inmediatamente, observaba la manera como hablaba, la ropa que vestía y hasta sus movimientos al exponer sus ideas. Empecé incluso a cuestionar la forma como nos estaban "vendiendo" los temas. En esos espacios mi Ego empezaba a sabotearme, no quería que yo dejara mis costumbres, en las que él había reinado hasta ese momento, pero yo no sabía identificarlo en aquella época.

Así transcurrió un año completo, y yo continuaba asistiendo mensualmente a los seminarios; ya sabía la metodología que utilizaban con los participantes nuevos. En menos de dos años había avanzado al tercer nivel (hago claridad en esto porque aunque eran muy estrictos en los tiempos para avanzar entre niveles, a mí me llevó solo año y medio hacer lo que normalmente se haría en tres) y me dediqué completamente a esa fundación; una de mis metas era ser la directora de la plaza de Bogotá, y así lo hice; le entregué todo mi empeño para lograr que los seminarios llegaran a otras esferas, y mi energía creadora dio excelentes resultados. Al estar en la parte interna de la fundación, descubrí que las cosas no eran como yo las había idealizado; me di cuenta que no solo mi Ego interfería en mis procesos; entendí que cada ser humano en forma individual poseía uno, y que no bastaría solamente con aprender a conocer y manejar el mío, además debía aprender a conocer e interactuar con los egos de los que me rodeaban. Así fue como inicié un nuevo rumbo en mi vida; inicié un camino muy diferente del que tenía en mente desde niña. No estoy diciendo que todo lo que había vivido hasta ese momento hubiera sido un error, solo quiero compartir con ustedes mi descubrimiento de que la vida es un mágico universo de nuevas e infinitas posibilidades. Me retiré de la fundación porque entendí finalmente que las causalidades son puertas mágicas que se nos abren únicamente cuando nosotros estamos dispuestos a cruzar por ellas.

Capítulo 1

Dios es la esencia

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Buscando mi filosofía de vida

Siempre que evoco el pasado, llegan a mi mente imágenes y frases de “los adultos", repitiéndome que si hacía esto o aquello podía ser castigada; incluso me ponían ejemplos de personas conocidas que habían sido castigadas por su forma de actuar. Crecí con la idea de que don Pedro, por ejemplo, el señor que tenía una tienda en la esquina de mi casa, había cometido un pecado muy grave, porque, según escuché en una de las acostumbradas tertulias que se desarrollaban por las tardes en la cocina, mientras mi mamá nos preparaba la comida, él había perdido todo su dinero, ahora era pobre y ya no podía dar fiado (créditos) a los vecinos de la cuadra, como solía hacerlo antes; siempre terminaban las frases diciendo: “¡Eso fue un castigo de Dios!".

Yo estudiaba en el Santa Mariana de Jesús, el único colegio religioso que existía en mi pueblo; uno de sus atractivos es que era femenino. Dentro de su currículum estaban materias como religión y catequesis, y muchas cosas de las que enseñaban estaban bajo un marco netamente religioso; cada semana celebrábamos la fiesta de un santo específico, e incluso aprendí oraciones que ya no recuerdo, como si fueran las tablas de multiplicar. También se celebraba una misa todos los viernes a primera hora y curiosamente me doy cuenta que cada vez que me tocaba confesarme (era un ritual semanal), buscaba en mi mente de niña las cosas que habría hecho malas para poder decirle algo al sacerdote y así evitar un regaño; esto lo pensaba porque la segunda vez que me confesé el padre me llamó la atención fuertemente porque le dije que no tenía pecados; en ese momento así lo sentía, porque acababa de hacer la primera comunión y tenía toda la fiebre de ser “una niña buena". Este ritual lo hacía para cumplir con las normas del colegio pero no porque mi conciencia me lo pidiera; no lograba entender o, más bien, sacar de mi mente los pensamientos de temor a lo que me pudiera pasar si hacía o dejaba de hacer algo... Con tristeza veo esas épocas de total ignorancia frente a lo que representaba realmente ese proceso; ahora lo entiendo no como una doctrina o una herencia religiosa que me impusieron sino como un principio universal de “acción/reacción"o “causa/efecto".

Yo no tenía conciencia propia cada vez que me inclinaba en esa banca de madera dura y fría; así fue como los viernes se fueron convirtiendo para mí en un verdadero sufrimiento: ¿Qué iba a decirle al padre? ¿Cuánto tiempo debía permanecer en esa posición de rodillas? En mi cabeza infantil sacaba la cuenta de cuánto tiempo íbamos a estar en esa capilla; todo dependía de “los pecados" que todas hubiéramos cometido en los cinco días anteriores.

La capilla quedaba en la parte de atrás del colegio, que para una construcción tan inmensa, era un lugar pequeño, oscuro, a pesar de unas viejas lámparas estilo colonial que colgaban del techo: conté una a una las lágrimas que las formaban -eran 98-, las cuales, pese a su número, daban una luz tenue. Siempre que entraba allí sentía automáticamente un cambio en la temperatura, un frío tan intenso que me calaba los huesos; normalmente el clima en Sevilla es templado; es una zona cafetera y predomina ese piso térmico, pero la capilla era mucho más fría que el resto del colegio. Sus pisos de madera siempre estaban brillantes y con un leve olor a cera (aún esos olores me remontan en el tiempo); tenía dos filas de bancas y al frente un altar sencillo que, al recordarlo, me doy cuenta que estaba adornado solamente con un crucifijo grande y, al lado izquierdo, cerca de la única ventana que había allí, tenían una virgen impecablemente arreglada; con picardía me doy cuenta que me gustaba pasar entre las primeras para observar las caras de cada una de mis compañeras después de confesarse; al principio era divertido ver sus expresiones, pero con el tiempo este juego se me convirtió en un sufrimiento; los minutos eran interminables o mis sensaciones acerca del mismo cambiaron; en una de esas mañanas, después de haber cumplido con mi penitencia, mi atención ya no se enfocó en las caras que pasaban a mi lado sino en la madre superiora, que salió por el lado derecho de la capilla; me llamó la atención una pequeña puerta que había junto al altar; yo quería saber qué era lo que quedaba allí, porque las monjas nunca nos dejaban pasar para allá; como no era un colegio privado, a las alumnas nos tocaba hacer el aseo de todo, ese era el otro ritual acostumbrado de los viernes en las horas de la tarde; se dejaba todo impecable para iniciar clases nuevamente el lunes; pero tristemente solo a las estudiantes de bachillerato las ponían a limpiar la capilla; cuando llegué a ese nivel, empecé a pensar que se tenía que ser especial o poseer cualidades religiosas, porque no todas lo hacían; siempre rotaban al mismo grupito; mi curiosidad aumentaba con el paso de los meses y empecé mi propia campaña para ganarme un cupo ahí; cuando finalmente pude entrar a ese lugar, que hacía volar mi imaginación desde muy pequeña, me encontré con un cuarto aún más frío; tenía un olor diferente, era una mezcla entre cera y naftalina; en el fondo había un armario; adentro estaban colgadas con mucho cuidado las túnicas del sacerdote; por encima del armario observé unas copas y candelabros de bronce que estaban tan brillantes que yo llegué a pensar que eran de oro; alrededor observé una gran colección de santos; reconocí solo algunos que habían adornado el altar años atrás en diferentes ocasiones; me llamó la atención el esmero con que los arreglaban; todos estaban vestidos impecablemente; estaba allí, observando todo extasiada, y en esos momentos entró la hermana María; era una de las más antiguas de la comunidad; hizo una reverencia ante ellos, me explicó en forma seria la importancia del respeto por estas imágenes, y nuevamente el sermón del pecado llegó a mis oídos...

Castigo divino

Cuando Esperanza entró al consultorio, en su mirada se veía una inmensa duda; respondió temerosa a mi abrazo y lo primero que escuché de sus labios fue: “Doctora, yo quiero saber si esto que vamos a hacer es pecado; no quiero hacer nada que no sea de Dios”.

Mientras lo decía observaba todo a su alrededor; sentí que quería buscar en los objetos de mi decoración algo que le ratificara que estaba actuando bien.

Empezamos a hablar y me hizo un breve recuento de todas las tragedias que habían ocurrido en su vida: su padre la había abandonado antes de nacer; por historias que le contaban, tenía entendido que su embarazo había sido producto de un abuso sexual; su madre enfrentó esa situación sola; había decidido continuar el embarazo pero no tenía el apoyo económico de la familia; como consecuencia de muchos trabajos y angustias su madre empezó a enfermarse; nunca se hizo un tratamiento adecuado y falleció cuando ella apenas tenía 11 años de edad; cuando eso ocurrió una tía se hizo cargo de ella; lamentablemente lo que había pensado que era una bendición se convirtió en un nuevo dolor en su vida, pues el esposo de su tía tenía dos hijos de un matrimonio anterior; desde el momento en que llegó a vivir a su casa ellos le hicieron sentir que no era bienvenida; la casa era apenas para las personas que ya la ocupaban, pero en la parte de atrás, cerca de un patio, había un sitio pequeño que usaban como “cuarto de san alejo”; recordaba con dolor la discusión tan grande que se desató porque iban a guardar algunas cosas en espacios discretos de los cuartos de todos. “Fue un tormento”, me repitió en varias oportunidades.

Cada vez que tenían oportunidad y estaban solos, ellos la maltrataban física y psicológicamente; cuando por fin decidió hablar con su tía acerca de lo que ocurría, esta solo le decía que tuviera paciencia, que ellos no eran malos, y que por favor le evitara conflictos con su esposo; después de un año de guardar silencio, y con los problemas insostenibles, ocurrió lo que ni siquiera se hubiera podido imaginar: Efraín, el esposo de su tía, aprovechando que se encontraban solos, intentó tocarle los senos, que apenas le estaban creciendo; como pudo salió corriendo del cuarto; antes de que llegaran, él le advirtió amenazante que se tenía que quedar callada, que si decía algo su tía no le iba a creer ni una palabra y que él se iría de la casa, abandonándola. Después de que ocurrió eso, empezó a tratarla muy mal, incluso en presencia de su tía, quien aun así no se atrevía a decirle nada; milagrosamente, al poco tiempo le informaron que iba a ser recluida en un internado; aunque le dolía, pensó que esa decisión era lo mejor que podía pasarle; su estancia allí no era la mejor.

El internado estaba ubicado en un convento; allí empezó una etapa muy distinta de las que había vivido hasta ese momento; su bienvenida fue bajo un halo de seriedad e indiferencia; le explicaron claramente y le recalcaron las reglas de convivencia de ese lugar; las monjas se mostraban poco amables; le hicieron sentir desde el primer momento que era una huérfana, que estaba allí por la caridad de la familia que le quedaba; aceptó en silencio todo lo que le decían y empezó a compartir con las demás niñas del internado; con el tiempo se fue dando cuenta que todas tenían una historia similar a la suya; aunque no podían hablar mucho, porque estaba prohibido hablar en horarios nocturnos, compartían en voz baja sus historias tristes cuando se acostaban; las habitaciones quedaban en la parte de atrás del colegio y al lado de la capilla; ella compartía un cuarto con cuatro niñas más, pero solo desarrolló una amistad cercana con Ana, que era dos años menor que ella; recuerda que su aspecto era desgarbado, y pensó que era demasiado delgada para su edad; sus relatos eran muy tristes pero llenos de amor; siempre le hablaba de perdonar a todos los que le hicieran daño; rápidamente se dio cuenta que sus aspiraciones no iban más allá de las paredes de un convento y aunque no compartía esas ideas siempre la escuchaba con atención; al poco tiempo de estar allí empezó a enfermarse; me contó de forma incisiva cómo los fuertes dolores de cabeza no la dejaban dormir; al principio se los aguantaba, pero pronto tuvo que contarle a la madre superiora para que la ayudaran; después de una visita al hospital del pueblo en donde el examen no pasó a mayores, le recetaron unas pastillas; las noches eran interminables, el dolor era más intenso cada día y empezaron a estar acompañados con vómito; al no encontrar un diagnóstico concreto empezó a escuchar que era un invento suyo, que si seguía haciendo eso la iban a castigar peor; ni la oración obligada ni las penitencias lograban “limpiar sus pecados”; en una de las visitas de su tía le pidió que por favor la sacara de ese lugar; le prometió que se iba a portar bien, que iba a dejar de ser grosera para que la quisieran. Sus ruegos tristemente no tuvieron eco. Así transcurrió su adolescencia; terminó su bachillerato y se salió de allí; una hermana que la quería mucho la ayudó a conseguir trabajo en una cooperativa, digitando; rápidamente se dio cuenta de su conducta retraída; compartía poco con el resto de compañeros; sus dolores de cabeza seguían siendo muy intensos; tenía miedo todo el tiempo de hacer algo incorrecto y que se hiciera merecedora de un castigo divino, o peor aun, que la echaran del trabajo; en ese lugar conoció a quien más adelante se convertiría en su esposo; aunque él era un hombre muy comprensivo siempre le reprochaba su actitud sumisa frente a todo; le repetía que quería que sus hijos la respetaran y estuvieran orgullosos de ella y no que les inspirara lástima; rotundamente quedaron prohibidas las reglas autoritarias con las que fue educada. Entonces me repitió nuevamente que ella no quería hacer nada malo, que quería sanar sus dolores de cabeza que hasta ese momento no habían encontrado cura; se habían quedado solamente en un diagnóstico de migraña, y cada vez requería medicamentos más fuertes aunque su alivio era por muy poco tiempo; estaba volviéndose irritable; sentía que era una mala mamá; se sentía fea y poco merecedora; su hijo mayor le repetía todos los días que era ateo, que no quería confiar en un Dios que lo castigara por todo lo que hiciera porque era malo.

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Tras contarme esta historia empezamos el tratamiento; le expliqué amorosamente que yo misma había sido criada bajo unos parámetros iguales, que en la actualidad creía firmemente en un Dios, pero como energía universal, y que había aprendido a través del tiempo y las experiencias de la vida a no dogmatizarme; le conté un poco acerca de la forma en la que íbamos a trabajar para darle tranquilidad; empezamos de una vez el proceso; las meditaciones fueron la parte intensiva de su tratamiento; la programación neurolingüística fue fundamental para que entendiera y soltara los recuerdos dolorosos que afectaban su personalidad; todo esto estaba acompañado de esencias florales. Después de un año en terapia presentó total mejoría de sus dolores de cabeza, aclaró sus creencias religiosas y enfocó su fe en la dirección adecuada; sus temores al castigo divino desaparecieron al tener conocimiento real de lo que era la religión y la espiritualidad.

Religión, espiritualidad, ser espiritual

RELIGIÓN

La religión es un dogma o creencia que rige una cultura; normalmente se dirige por unos parámetros y lineamientos, heredados de un Ser Superior que tiene el estatus de Maestro o Iluminado, cuyo mensaje viene directamente de una energía más grande llamada Dios.

Cada religión tiene prácticas específicas o una filosofía de vida promovida por una persona especial que ocupa el lugar de cabeza principal dentro de su jerarquía; esta persona, por sus cualidades y estudios, está encargada de promover la palabra y vigilar que se cumplan sus doctrinas.

Algunas religiones:

Budismo

Catolicismo

Cristianismo

Judaísmo

Evangélicos

Musulmanes

Mormones


En secuencia, es importante entender los siguientes conceptos:

Iluminación - Maestría - Dios

Religión img5.png Espiritualidad img5.png Ser espiritual

ESPIRITUALIDAD

Es una esencia de vida independiente de una religión; consiste en seguir unas creencias siendo coherente, honesto y transparente consigo mismo; independientemente de un dogma, es en el seguimiento de unos parámetros de vida, aprendiendo a ser un SER integral, en donde prima el conocimiento personal en armonía con el universo.

La espiritualidad NO implica castigo; es un estado de conciencia que se consigue basado en el equilibrio del bien y del mal, en la razón de causa y efecto de acuerdo con el punto de vista personal y, por consiguiente, se ve reflejado en un estilo de vida.

SER ESPIRITUAL

Ser espiritual es vivir de acuerdo con lo que yo creo, siendo coherente y respetando mis principios para compartir en mi comunidad; a diferencia de lo que se cree, no está ligado a ninguna religión; se deriva de aplicar los conocimientos de acuerdo con mi estado de conciencia a la cotidianidad en la que me desempeño y de acuerdo con mis creencias, es decir, aplicando mi libre albedrío; da como resultado una vida espontánea, sana y natural.

ILUMINADO

Un iluminado es un ser humano que posee características especiales, denominadas"dones"por algunos, los cuales utiliza en pro del mundo, olvidándose incluso de él y de su propia familia; tiene totalmente claro el concepto del amor universal, el cual aplica para llevar a cabo su misión.

El iluminado entiende perfectamente qué es SER UNO con la energía universal llamada Dios.

Posee unas características específicas y además especiales que lo diferencian del resto de la humanidad.Un iluminado puede llegar a tener mucho poder sobre comunidades enteras, pero, así mismo, ve aumentada su responsabilidad sobre el manejo de la información y de sus dones; puede estar en esta o en varias dimensiones al mismo tiempo. Los iluminados:

En cada dimensión cambian las percepciones; en el plano astral, por ejemplo, solo está nuestra esencia, nuestra energía. Existen varias dimensiones, la primera y la segunda son las dimensiones del inframundo (como es arriba es abajo): estas dimensiones están representadas con la oscuridad; son todas las acciones malas que realizamos y nos dañan la integridad física y espiritual, trayendo una consecuencia real a la tercera dimensión, que es la que habitamos.

Los Iluminados tienen el poder de generar cambios radicales (milagros)

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MAESTRO

Maestro es aquel que enseña y transmite un conocimiento, necesariamente vivido o aprendido; se dedica a entregar diferentes herramientas para mejorar la calidad de vida en todas las áreas, y espera que sean usadas con libre albedrío (libre decisión).

Es muy importante saber que al transmitir información, esta sea totalmente real y libre de influencias personales; los maestros se convierten generalmente en un modelo a seguir (recuerda en tu época de colegio el significado de los maestros para ti. ¿Recuerdas cuál era tu maestro favorito?).

Generalmente, los maestros se convierten en iluminados. Usualmente se empieza a desarrollar una sincronía entre maestro e iluminado; pueden llegar a ser líderes en sus comunidades y así pasar a la historia; un ejemplo claro de un maestro/iluminado es Jesús, conocido como único representante de la religión católica.

Los maestros espirituales transmiten a través del ejemplo y de la vivencia; ya está demostrado y apoyado en varios estudios científicos que la espiritualidad se encuentra prácticamente en nuestro ADN; en estos estudios, y haciendo un seguimiento minucioso, se evidenció, a través de equipos electroencefalográficos, que el cerebro humano responde en forma diferente frente a una meditación u oración en personas consideradas totalmente espirituales pero sin ningún dogma personal, además de la creencia en un ser superior representado en energía, frente a personas religiosas, monjes tibetanos, monjas de clausura, personas del común, grupos que practicaban actividades de meditación o ejercicios de relajación y un grupo de personas que se reconocía por ser ateo; después de varios días sometidos a estudios mientras se les realizaban ejercicios de meditación o se les inducía para que pensaran un tema específico, los resultados fueron sorprendentes, porque los cambios en las ondas cerebrales de las personas que no tenían aparentemente una religión determinada, pero que se consideraban espirituales, mostraban una elevación en algunos casos mucho más elevada que en las personas religiosas, quedando demostrado que la espiritualidad es un estado energético que traemos desde el nacimiento y no un dogma religioso.

DIOS

Dios está representado como la energía suprema, es invisible ante nuestros ojos, es omnipresente, omnipotente, hemos aprendido por cuestión de fe que está presente en todos los momentos de nuestra vida, es la unidad y la integridad, es conocido universalmente como PRANA o energía universal.

El dibujo de la página siguiente nos muestra energéticamente el ciclo de la vida, le da forma a la teoría de la energía de Dios integrada a nuestras creencias. Dentro de la pirámide están los maestros e iluminados; ellos son considerados la mano derecha de Dios.

Algunos maestros e iluminados:

Jesús, Thot, Buda, Kuan Yin, María, Anubis, Atenea, Sananda, Sogyal Rimpoche, la mujer del búfalo blanco y muchos otros que no cito aquí, no porque sean menos importantes sino porque quería poner solo algunos ejemplos, para dar una visión más clara de estos seres especiales que nos han dejado un legado a través de diferentes filosofías de vida y un mensaje común: el amor y la fe.

Voy a hacer un recorrido corto por estos temas, porque en mi libro, Caminos para sanar, profundice en ellos; este recordatorio es muy importante para enlazar los temas siguientes.

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EL AMOR

La base de todo es el AMOR; a través del amor podemos sanar las heridas que nos hemos permitido tener en nuestra vida; cuando entendemos que el amor por nosotros es lo esencial (amor puro y no narcisismo) podemos perdonar a todas las personas y situaciones que nos hayan afectado; a lo largo de nuestra existencia nos encargamos de recoger maletas y las llevamos inconscientemente sobre nuestros hombros; además, con nuestras acciones y actitudes las vamos llenando poco a poco, exactamente como si diariamente les depositáramos una piedra o ladrillo, sin darnos cuenta; llega el momento en que tenemos tanto peso que lo depositamos inconscientemente en alguno de nuestros cuerpos; y allí observamos una reacción más complicada.

Fases del amor

Las fases del amor que aplican en todas las relaciones son:

Eros

Ágape

Filia

Eros

Es la primera fase del amor y se caracteriza por un encantamiento o admiración, producida por una química cerebral (hormonas, feromonas y endorfinas).

Las hormonas, feromonas y endorfinas ponen unos velos invisibles, que no nos dejan ver siempre la realidad tal como es; esta fase se considera normalmente como un encantamiento.

Ágape

Es la segunda fase del amor y se caracteriza porque unificamos nuestros objetivos con los de otra persona. Aquí trascendemos la parte del gusto físico; en esta etapa el otro pasa a ser de mi propiedad y yo paso a ser de la propiedad del otro.

Es muy importante recalcar que la amistad se mantiene y se comparten todas las cosas o experiencias. La mayoría de las relaciones se terminan en esta fase, cuando pasa el encantamiento y se caen los velos.

Filia

Es la tercera fase del amor. Aquí perdemos el Eros, porque ya el vínculo es muy familiar. La relación sexual pasa a ser más entregada, más real.

La idea es mantener algo del Eros y del Ágape cuando lleguemos a esta etapa, para mantener la magia del amor viva.

Para recordar:

Amar es buscar la integridad, el respeto y la coherencia con nosotros mismos.

La única forma de amar es incondicional, sin miramientos ni discrimaciones (asexual).

Hay que aprender a soltar el amor que está dentro de nuestra alma, para lograr que la vibración sea unificada y expandida.

Cuando aprendamos a integrar la definición de amor en nuestro ser, la podremos integrar al todo.

FE

Es un sentimiento de creencia y convicción en algo que no es tangible materialmente ante nuestros ojos. Para que haya amor tiene que haber FE. Sin fe no hay intención, no hay objetivo.

La fe es la gasolina, es el combustible del amor

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AMISTAD

La amistad es un sentimiento que se desarrolla de la afinidad química entre diferentes personas, forjando un vinculo afectivo que permite el aprendizaje, descubrimiento y compromiso de todas las partes.

HOGAR

Es la base que fundamenta la estructura familiar y las relaciones interpersonales; se convierte en un motor para trascender y evolucionar. Es la creación de una relación donde existen la coherencia y el respeto suficientes para mantener la individualidad y la colectividad necesarias para convivir, teniendo en cuenta los propósitos que sirvieron como base para iniciarlo. Esas bases nos sirven como soporte, para aprender a conocernos y a descubrir nuestra esencia en un mundo compartido, teniendo claridad en la búsqueda interior de nuestra verdadera vibración unificada y cósmica. Desde el enfoque material se convierte en el espacio que compartimos con otras personas, siendo nuestro refugio y apoyo.

NUESTROS CUERPOS

Nosotros tenemos varios cuerpos; no solamente el cuerpo físico, que es el único del que somos realmente conscientes; cuando hemos escuchado que alguien tiene un problema emocional o mental, nunca nos detenemos a pensar en dónde podríamos ubicar esos problemas, porque aunque están generando una situación específica, no tienen una forma determinada que podamos imaginar.Cuando nos dicen, por ejemplo, que fulano tiene gastritis o que se fracturó una mano, automáticamente visualizamos el lugar de la enfermedad; nos acostumbramos tanto a reconocer solamente el cuerpo físico que actuamos como si los otros no existieran.

A través de las páginas de este libro voy a hacer un recorrido por cada uno de nuestros cuerpos, para que tú, lector, aprendas a identificarlos, y para que te conviertas en tu propio sanador, porque sin excepción cada uno de ellos opera desde el principio del amor.

El cuerpo espiritual