9788483932254_04_m.jpg

Javier Fernández Panadero

 

 

Como Einstein por su casa
la (brico)ciencia para todos

 

 

 

 

logotipo_INTERIORES.jpg

Javier Fernández Panadero, Como Einstein por su casa

Primera edición digital: noviembre de 2017

 

ISBN epub: 978-84-8393-608-5

IBIC: YQS

 

 

Colección Voces / Ensayo 248

 

 

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

 

 

Nuestro fondo editorial en www.paginasdeespuma.com

 

 

© Del texto: Javier Fernández Panadero, 2017

© Del diseño de cubierta: www.koonkoko.com, 2017

© De esta portada, maqueta y edición: Editorial Páginas de Espuma, S. L., 2017

c/ Madera 3, 1.º izquierda, 28004 Madrid

Teléfono: 915 227 251

Correo electrónico: info@paginasdeespuma.com

 

 

 

 

 

 

Dedicado a aquellos que nunca se divirtieron
con la Ciencia. Esto es para vosotros.

 

Al Bien tras el velo.

Introducción

 

–¿De qué me valen en mi vida diaria los conocimientos científicos?

–Pues mira, la ciencia es muy bonita, las estrellas, los animalicos…

–No, pregunto: ¿de qué me valen en mi vida diaria los conocimientos científicos?

–Pues mira, hay que saber termodinámica para que funcione tu coche, relatividad para que funcione tu GPS…

–Pero yo puedo usar mi coche y mi GPS sin saber nada de eso…

 

Maldita sea, tiene razón…

Para ser usuario de tecnología o para beneficiarse de los adelantos de la medicina no es necesario conocer la ciencia que los hace posibles, por eso en muchas sociedades modernas se da la aparente paradoja de que convivan el adelanto tecnológico y la falta de cultura científica.

Sin embargo, no creáis que me habéis vencido: yo poseo conocimientos científicos, que puedo aplicar en mi vida diaria y tener una ventaja en distintos momentos. Yo puedo andar como Einstein por su casa.

Este libro va dirigido a todos los lectores, cualquiera puede aplicar sencillos principios científicos y sacar partido. Para mostrar a ese científico del día a día, se reúnen un buen número de trucos que me resuelven problemas y otros tanto que presentan datos que descubren y ponen en evidencia que estoy haciendo algo que me perjudica o bien no lo estoy usando de la mejor forma.

Además, para enriquecer este libro con distintos órdenes de lectura y hacer así tu propio libro, podrás descubrir en cada apartado un icono de una habitación que remite a un plano situado al final del libro para que puedas hacer una excursión doméstica y científica por tu misma casa.

Por saber Ciencia, yo tengo una ventaja directa, en lo más cotidiano de mi vida, que otros no tienen.

¿Querrías tú andar como Einstein por su casa?

Comencemos…

1

Si quieres saber cómo pelar un plátano, pregúntale a un mono

 

[Biología]

 

 

 

Aunque la experiencia del mono no nos asegura que su estilo sea el mejor, si vamos a preguntar a alguien, ¿por qué no a ellos?

De cuando en cuando, habréis dado con pedúnculos de plátanos especialmente duros, y habréis recurrido a maldecir, morder o usar cuchillos.

Parece ser que la aproximación al problema que hacen nuestros primos es abrirlo por el otro lado. Si quieres probarlo, con un «pellizco» más o menos ligero cede con facilidad, resultando además el pedúnculo un buen lugar para agarrarlo sin mancharse.

Hay muchos trucos para pelar o desgranar fruta, más o menos útiles, más o menos rebuscados, pero me permitiré compartir con vosotros uno que me encantó y me solucionó el tremendo problema de comer las granadas, proceso largo y que mancha mucho. Una manera de encarar esto es cortar la granada por la mitad (dejando el pedúnculo en un «polo») como podéis ver en la figura.

 

 


Tomáis una mitad, la ponéis boca abajo sobre un bol (a poca altura, casi dentro, para no salpicar) y la golpeáis por detrás, fuerte, con la parte convexa de una cuchara. Veréis como van cayendo todos los granos en muy poco tiempo. Repetimos la operación con la otra mitad, y ¡a comer!

De nuevo os animo a que busquéis: Cómo ablandar la mantequilla antes de cortarla (ponerla bajo un vaso que haya tenido agua caliente), cortar una cebolla para no llorar (enfriarla primero), y otro montón de problemas de cocina sufridos por mucha gente (y algunos monos) antes que nosotros. Cuando tengamos un problema, paremos un momento y busquemos ayuda. Eso hacemos en ciencia, subirnos a hombros de gigantes o de otras especies. Lo llamamos «Estado del arte».

2

¿Vas a limpiar eso con… el estropajo?

 

[Microbiología]

 

 

 

Hay un viejo chiste que dice: ¿Por qué se ensucia la toalla si, cuando la uso, me acabo de duchar?

Quizá penséis que el estropajo o la bayeta no pueden estar más limpios, de hecho, con ellos limpiamos y están en contacto con el jabón, pero, en realidad, son de los objetos más sucios de la casa. Se van acumulando microorganismos y forman una película (biofilm) muy difícil de eliminar, seguro que recordáis esa sensación pegajosa en bayetas usadas. Nos lo cuenta con detalle Gemma del Caño (@farmagemma) aquí:

 

 

https://goo.gl/WX1JDd

 

 

 Por esto, es necesario lavar el estropajo y la bayeta con frecuencia y bien. Concretando, y por consejo de Gemma, experta en estos asuntos:

–Nunca lo dejamos mojado o en la pila.

–Cada tres usos lo hervimos, al lavavajillas o lavadora a alta temperatura.

–Aprovecha y pon una lavadora con trapos, paños, estropajos a 90 ºC de cuando en cuando.

–Y ya que estamos, otra con ropa interior.

–Si se ha formado el biofilm, a la basura.

Para la higiene en nuestra cocina también es importante no «transportar» bichos de un lugar a otro, por ejemplo, cuando andamos con pollo. Este alimento trae consigo muchos microorganismos y por eso el primer consejo siempre es cocinarlo a conciencia, nunca dejarlo poco hecho. Pero ¿qué pasa si cortamos pollo crudo en una tabla en la que luego cortamos otros alimentos? ¿O si solo pasamos una bayeta para «limpiarla»? ¿O un estropajo? ¿Y el cuchillo? ¿Lo hemos lavado bien?

Otra manera de producir esa contaminación es precisamente si intentamos lavar el pollo crudo. Las salpicaduras de agua que caen por todas partes llevarán «pasajeros». No te líes, simplemente cocínalo bien.

Fíjate que es curioso que estén sucios objetos como un estropajo porque entendíamos que no era necesario limpiarlo y en cambio otros que se ensucian más los tengamos en mejor estado porque nos preocupamos más de su cuidado. En algunos estudios se ha detectado más materia fecal (léase caca) en teclados de ordenador o pantallas de teléfonos móviles que en la mismísima tapa del váter, que era limpiada a diario. Pregunta: ¿Cuánto hace que no has limpiado el teclado de tu ordenador o la pantalla de tu móvil? Pues que sepas que estás poniendo el libro perdido. ¿Y esos ordenadores compartidos donde teclea todo el mundo? Rico, rico.

3

¿Puedes echar la leche dentro del vaso, por favor?

 

[Física]

 

 

 

Pues, sinceramente, no puedo. Abro el tetrabrik, empiezo a echar, y unos borbotones hacen que caiga o bien más lejos o bien más cerca del vaso, pero siempre sobre la mesa.

Cuando uno vacía un recipiente de leche, en realidad no lo está vaciando. Quiero decir, no solamente lo vacía de leche, sino que también llena de aire el espacio que ha quedado libre.

Al servir la leche, si el tetrabrik está lleno, la boca está completamente tapada por el flujo de leche y el aire no puede entrar. Cada vez hay menos leche dentro y se genera una bajada de presión porque no está entrando aire. El aire sigue empujando por fuera hasta que llega un momento en el que la presión de fuera ejerce una fuerza mayor que el peso de la leche que quiere salir y el aire entra, y así se producen los borbotones.

Esto deja de ocurrir cuando el tetrabrik se ha vaciado suficiente de forma que la parte superior del volumen de leche que hay dentro quede a la altura de la boca de salida. Entonces puede salir leche y entrar aire a la vez. Como la boca suele estar en la parte inferior, el tetrabrik debe vaciarse bastante para que se dé esta situación.

 

 

 

¿Qué tal si le damos la vuelta al recipiente? ¿Qué tal si ponemos la boca por la parte de arriba? En este caso, al poco de empezar a vaciar el tetrabrik, la superficie del líquido estará a la altura de la boca y no saldrán borbotones. Veréis que no hay que echar la leche desde más arriba, solo bajar un poco el recipiente.

4

¿Me haces el favor de terminarte la caja de antibióticos?

 

[Medicina]

 

 

 

Los médicos nos insisten y nosotros insistimos en no hacerles caso.

–Termine usted el tratamiento.

–Si es que ya estoy mejor.

Habréis oído hablar de la teoría de la evolución. Si no, os lo resumo: vive para copular otro día.

La idea es que los organismos que están mejor adaptados al medio consiguen ser más eficientes en pasar sus genes a la siguiente generación. Cuando el medio es hostil se van seleccionando las características que permiten la supervivencia en él, se «aprende» a sobrevivir allí.

Y eso es lo que pasa cuando sometemos bacterias a entornos difíciles, con antibióticos, pero no acabamos el tratamiento. Al final se acaban generando variedades resistentes a esos antibióticos. No parece una buena idea.

En este vídeo que nos llegó a través del periodista y gran divulgador científico Antonio Martínez Ron (@aberron) veis el proceso de una manera tan clara como espeluznante.

 

 

 

https://goo.gl/cpfVVt

 

 

 

Es un asunto de extrema importancia porque puede llegar un momento en el que los antibióticos actuales ya no nos sirvan y que aún no hayamos descubierto otros, o que quizá nunca los encontremos, y empiecen a ser muy peligrosas dolencias que teníamos dominadas.

Así que hagamos el favor de no entrenar a superbacterias, por nuestro bien, y por el de los demás. Acaben sus tratamientos.

5

No taches, vuelve a escribir

 

[Psicología]

 

 

 

Por la misma razón que cuando miras a las manchas de las paredes te parece ver caras, cuando tachas una palabra todavía alcanzas a leerla, por mucho que te esfuerces en tachar.

Tu cerebro se obstina en buscar patrones en las imágenes que le llegan. Si una imagen tiene dos cosas redondas, es fácil que las interpretes como ojos y pronto empieces a ver una cara. Así hemos evolucionado, uniendo puntitos de luz, intentando darles algún sentido, identificando depredadores, presas, caras, expresiones de alegría, de ira, de interés, buscando patrones.

La cuestión es que cuando tachas algo haciendo líneas horizontales eso genera un patrón con cierta uniformidad y se sigue detectando el otro patrón de la escritura que hay debajo. Por eso hay quien aconseja que se escriban palabras con sentido una y otra vez encima del texto a ocultar, de esa forma se generan muchos patrones que confundirán más a nuestro cerebro que una tradicional tachadura.

Mira este ejemplo. ¿Qué opinas?

 

 

6

Cortar cuerda sin tijeras

 

[Rozamiento]

 

 

 

Al frotar dos objetos se produce un desgaste por el puro arrastre mecánico de partículas y por el calor producido debido a la fricción. Lo hemos visto en las pastilla de freno de las bicis o los coches, en escalinatas de piedra muy transitadas o en la erosión del viento y el agua.

Podemos usar este efecto para cortar cuerdas sin necesidad de tijeras o cuchillos.

1. Marca el punto de la cuerda por el que quieres cortar.

2. Separa los pies y pisa la cuerda a ambos lados de la marca, sin que la cuerda esté tensa.

3. Pasa el resto de la cuerda perpendicularmente a ese segmento y tira hacia arriba justo en el punto en el que quieras cortar, formando una cruz.

4. Ahora frota con energía la cuerda contra ese punto. Si no es una cuerda muy resistente se cortará en pocos segundos.

 

 


¿Cómo conseguimos que se rompa justo por donde yo quiero en lugar del otro trozo de cuerda, con el que estoy frotando?

Fácil, la cuerda de tus manos la mueves a lo largo de una buena distancia, así el desgaste no se concentra en un punto, mientras que la otra parte, la que está entre tus pies, siempre está en contacto por el mismo lugar que marcaste, donde se concentrará toda la acción. El efecto es suficiente incluso para cortar una cuerda gruesa usando una más fina.

Si no quieres que se deshilachen los extremos, pon un poco de cinta aislante o celo a ambos lados de la marca antes de cortar.

7

Elegir una contraseña

 

[Seguridad]

 

 

 

En estos días andamos con contraseñas y pin para todo: el móvil, las tarjetas, el correo, las redes sociales. Es difícil elegirlas, acordarse de todas y que sean buenas. Después de que se nos pierdan algunas, acabamos poniendo contraseñas tan simples que no proporcionan ningún tipo de seguridad.

Busca en la red «Las contraseñas más usadas» en inglés o español y alucinarás. Son cosas como: 1111, 1234, password, qwerty, 123456, iloveyou, admin, y así todo.

Somos muy básicos, muy parecidos, y eso nos hace muy predecibles.

Hay dos tipos de ataques muy sencillos a los que resultamos vulnerables con esta actitud.

a) Ataque de fuerza bruta. Es justo eso, buscar la contraseña a lo bestia, probando. Podemos empezar con toda esta lista de contraseñas más usadas, repito, increíblemente más usadas. Se puede seguir con tu nombre, tu apellido, tu año de nacimiento, el de tu madre, etcétera. Combinaciones todas que quizá te parezcan muy ingeniosas, pero que no lo son.

b) Ataque de diccionario. Muy simple también. Pásale el diccionario palabra por palabra y ya está. Quizá algún usuario está muy orgulloso de su ocurrencia, porque su contraseña es «abejaruco» y piensa que nadie podría nunca relacionar a ese animal con él. Puede que tenga razón, nadie va a relacionarlos y a nadie le importa hacerlo. Simplemente le voy a pasar el diccionario palabra por palabra, y cuando llegue a «abejaruco», premio.

Hay que complicar un poco más el trabajo a los que intentan entrar a nuestros sistemas. Estos son algunos consejos que, aunque también son relativamente conocidos, pueden mejorar tu seguridad.

a) Usa contraseñas de cierta longitud, ocho caracteres o más.

b) Combina números y letras, mayúsculas y minúsculas, tildes y caracteres poco habituales como &%$.

c) Cambia las letras de tu contraseña por números (A-4,E-3,I-1,O-0). Un ejemplo: en lugar de poner «murcielago» pongo murc13l4g0.

d) Elige una frase que te guste y elimina las vocales. Podría ser una como «Luke, soy tu padre»: Lk, s t pdr.

e) Usa un sistema generador. Por ejemplo, nombre de tu colegio + nombre del servicio al que entras + tu edad. De esta forma, todas tus contraseñas son diferentes, pero es fácil de recordar. Eso sí, si alguien encuentra una clave tuya, ya tiene una idea que puede probar en tus otras cuentas.

f) Guarda el pin de tu teléfono o de tu tarjeta de crédito como parte de un teléfono en tu agenda. Por ejemplo, M.ª Luisa García 629 124 451 siendo mi pin los cuatro primeros números, o los del medio o los últimos. Este sistema puede ser útil para personas mayores o con problemas de memoria.

g) A pesar de todos estos esfuerzos, se aconseja cambiar las contraseñas cada pocos meses, porque, como dijo con mucho acierto y gracia el experto en seguridad Fernando de la Cuadra (@ferdelacuadra): «Las contraseñas son como la ropa interior, no hay que dejarlas a nadie, no hay que enseñarlas y hay que cambiarlas cada cierto tiempo».

A pesar de todo, no existe algo así como un «sistema completamente seguro», pero entre dejar la casa abierta o poner una alambrada de espino, podemos hacer algo intermedio como echar la llave.

8

¿Frenazo que viene el radar?

 

[Matemáticas]

 

 

 

Hace unos años en Holanda, hice un viaje largo en taxi y me sorprendió lo respetuoso que era el taxista con los límites de velocidad. Como ya había algo de confianza le pregunté y me dijo que aquello estaba plagado de radares y que cometer la infracción y ser multado era todo uno. Eso explicaba muy bien el «civismo» que se apreciaba.

En España no hay demasiados radares y es bastante frecuente que los conductores sobrepasen el límite de velocidad. De hecho resulta también frecuente que las señales tengan una indicación de velocidad un poco conservadora. Siempre me dio la impresión de que era un pacto tácito: «Yo te pongo de menos, porque sé que tú vas a ir de más y viceversa». No me hagan mucho caso, serán cosas mías.

Sea como fuere, un conductor multado por exceso de velocidad lo contará como un claro caso de «mala suerte», ya que el porcentaje de multas respecto al de infracciones es mínimo. No es raro que los conductores frenen ante la presencia de un radar (suelen anunciarse en los paneles luminosos) y después retomen la velocidad que llevaban. Para luchar contra esto se están comenzando a usar radares de «tramo».

Lo que hacen es tomarte una foto al principio de un tramo (un túnel, por ejemplo) y otra al final, sabiendo el tiempo entre una y otra calculan la velocidad media. Por ejemplo, si has recorrido una distancia de 1 km en un minuto es porque vas a 60 km/h de velocidad media.

Imagina que la velocidad máxima permitida es de 50 km/h, eso quiere decir que es completamente seguro que en algún momento has ido a 60 km/h, puede que en otros momentos hayas ido a menor velocidad (lo que implicaría que también fuiste más rápido aún), pero esto no puede comprobarse, lo que sí puede asegurarse es que al menos llegaste a ir a 60 km/h. Multa al canto.

De manera parecida hay gente que «puentea» el limitador de potencia eléctrica que le pone la compañía, el Interruptor de Control de Potencia (ICP). Al fin y al cabo, ¿cómo podrían saber ellos si un día utilizo más potencia que otro?

Dependiendo de lo avaricioso que seas, sí puede saberse. Es sencillo hacerlo a partir de la energía consumida, que está midiendo el contador y que se te facturará a fin de mes.

La potencia se mide en kW (kilovatios) y la energía en kWh (kilovatioshora). Esta unidad de energía es muy intuitiva, representa la cantidad de energía que gasta un aparato de un kilovatio encendido durante una hora.

Imagina que tienes un límite de potencia de 4,6 kW. Y ahora contemos las horas que hay en un mes:

24 horas x 31 días = 744 horas

Supongamos que estás con lo máximo que puedes tener encendido todo el mes sin apagarlo ni un segundo:

4,6 kW x 744 horas = 3422,4 kWh

Si tu consumo es mayor que eso, sé que has estado tirando de más potencia de la que tenías contratada. Si no te pasas, quizá hayas solicitado más potencia durante un tiempo y luego hayas tenido muchas cosas apagadas para compensar.

Por supuesto desaconsejamos esta práctica que además de ser ilegal, será muy fácilmente detectada por los sistemas de control cada vez más precisos. De la misma forma, en los radares de tramo no es suficiente con frenar al empezar o terminar.

Recordando a mi taxista holandés me pregunto si el buen comportamiento que percibimos en algunas organizaciones o sociedades tiene más que ver con el control que con el nivel cívico de la población y pienso en dos cosas: Primero, quizá la legislación y el control transmite a la gente la importancia del hecho y es parte de la «educación» de la sociedad. Segundo: Es triste que aún seamos así.

9

Se me ha caído el móvil al váter

 

[Propiedades de materiales]

 

 

 

Por risible que nos pueda parecer, muchas de las averías en los teléfonos móviles son consecuencia de caer al váter. También hay gente que se mete con él en la playa, la piscina, o lo deja en el pantalón para lavar.

Vamos a pensar que solo se ha mojado con agua, y vamos a ver cómo arreglarlo.

Lo primero que hay que hacer es apagarlo.

Después sacar la batería y tratar de secarlo todo lo más posible con algo que no deje restos de papel o fibras. Esto es obvio, pero, ¿qué hacer con la humedad que ha quedado dentro?

Para eso está nuestro conocimiento, sabemos que el arroz crudo es capaz de absorber mucha humedad. Así que, mete tu móvil desmontado y la batería en un bol con arroz y déjalo ahí un par de días. Es posible que después de eso, reviva.

Desde hace mucho tiempo nuestros abuelos usan el mismo efecto para que no se les apelmace la sal en los saleros. Les dejan dentro unos granos de arroz y la sal queda suelta.

Otra opción es usar esas bolsitas que vienen en las cajas de muchos aparatos eléctricos y que pone «silica» (dióxido de silicio), son justo para absorber la humedad.

Si no te quieres ver haciendo «arroz con móvil» y andas con tus dispositivos electrónicos en la ducha, en la playa o la piscina, puedes meterlos en una bolsa de plástico con cierre hermético. También así evitas que se te llene de arena y será divertido ver cómo cuelgas la bolsa de una percha con pinzas y esta del grifo de la ducha para oír música o ver tu serie favorita.

En teoría funciona incluso al meterlo bajo el agua, pero si eres un poco manazas, como el que escribe, la bolsa estará mal cerrada o tendrá agujeros, así que declinamos toda responsabilidad.

10

Cuchillos sin filo

 

[Supervivencia]

 

 

 

Aunque siempre es mejor que lo haga alguien que sabe y con el aparato correcto, en ocasiones podemos salir de algún apuro.

Si tu cuchillo metálico ha perdido el filo, no es fácil tener piedras de afilar a mano. Bueno, en realidad sí, aunque no las has identificado. Da la vuelta a un plato o a una taza de cerámica y apreciarás un borde de acabado rugoso.

Frota el cuchillo suavemente a lo largo de toda la hoja contra ese borde y conseguirás (si no lo haces demasiado mal) mejorar algo el filo de tu herramienta. Yo no abusaría de ello ni lo haría demasiado, afilar es una técnica compleja, todo un arte, y lo más probable es que si insistes con esto acabes estropeando el cuchillo.