Hubert Dreyfus – Charles Taylor
RECUPERAR EL REALISMO
Traducción y prólogo de Josemaría Carabante
EDICIONES RIALP, S. A.
MADRID
Título original: Retrieving realism.
© 2016 by HUBERT DREYFUS – CHARLES TAYLOR.
Publicado en acuerdo con Harvard University Press.
© 2016 de la versión española por JOSEMARÍA CARABANTE,
by EDICIONES RIALP, S. A.,
Colombia, 63, 8.º A - 28016 Madrid
(www.rialp.com)
Realización ePub: produccioneditorial.com
ISBN: 978-84-321-4682-4
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A la memoria de Samuel Todes
ÍNDICE
PORTADA
PORTADA INTERIOR
CRÉDITOS
DEDICATORIA
PRÓLOGO
PREFACIO
1.“UNA IMAGEN NOS TUVO CAUTIVOS”
2. HUYENDO DE LA IMAGEN
3. LA COMPROBACIÓN DE LAS CREENCIAS
4. HACIA UNA TEORÍA DEL CONTACTO: EL LUGAR DE LO PRECONCEPTUAL
5. LA COMPRENSIÓN ENCARNADA
6. FUSIÓN DE HORIZONTES
7. EL REALISMO RECUPERADO
8. UN REALISMO PLURAL
AUTORES
PRÓLOGO
UN REALISMO RENOVADO
La aportación principal por la que debe medirse la importancia de un libro de filosofía no es por las respuestas que aporta, sino por la capacidad de suscitar de nuevo las grandes preguntas que originaron en sus comienzos el pensar filosófico. Desde este punto de vista, este ensayo rebate los presupuestos de una tradición gnoseológica, la que los autores denominan “mediacionalismo”, y propone resituar de nuevo el saber humano en un nivel más primordial, revelando los condicionamientos que nacen de la estructura encarnada del hombre.
La crítica, como comprobará el lector, es profunda y sigue debates especializados que han tenido mucha relevancia en el ámbito académico. La reflexión de Dreyfus y Taylor se extiende en un diálogo ininterrumpido con las grandes tradiciones del pensamiento, desde el escepticismo hasta la posmodernidad, esculpiendo una argumentación y discurso que concita al tiempo la virtud de lo clásico y de lo contemporáneo. Al no ser un texto sencillo, queremos ofrecer en esta breve introducción algunas claves para facilitar su lectura.
A la dificultad argumental se suman los problemas terminológicos. En el caso de Taylor, ampliamente conocido en el panorama filosófico, muchos de sus conceptos cuentan con un acuñación precisa, pero hemos optado por aquellas expresiones que facilitan la comprensión de un público amplio. Más complicadas resultan las peculiaridades de Dreyfus, cuyo proyecto filosófico, a pesar de su seriedad y rigor, ha sido poco difundido entre los lectores hispanohablantes; también hemos preferido emplear términos que, siendo fieles al original, sean más claros y comprensibles en nuestra lengua.
Como es sabido, en filosofía todos los temas están conectados, de modo que las respuestas que se ofrezcan a una determinada problemática descubren también la postura sobre otras. Cuando lo que se debate es la naturaleza del conocimiento, hay implícitas concepciones antropológicas y ontológicas de envergadura. La crítica de estos dos autores al representacionalismo —una visión que afirma que el saber es solo la representación interna de lo externo y cuyo influjo todavía late en ciertas constelaciones filosóficas de hoy— constituye también una clara refutación del dualismo. Asimismo, cuando se declaran partidarios de un realismo robusto pluralista están reafirmando la riqueza y la multiplicidad cultural, pero al tiempo, y para guarecerse del relativismo, descubren una unidad natural entre los hombres y la posibilidad de alcanzar una fusión de horizontes culturales y vitales que posibilite la convivencia y comprensión recíproca. Y, finalmente, al reflexionar sobre el saber humano, lo hacen con la convicción de que este término solo tiene sentido si se refiere a una realidad que es independiente del sujeto que la conoce.
Taylor y Dreyfus son tajantes a la hora de mostrar su rechazo a una tradición filosófica —mediacional, representacional, racionalista…— que cosifica cuerpo y mente y cuyo examen ocupa gran parte de la argumentación de este libro. Explican sus problemas pero los contextualizan ofreciendo su génesis, sus desarrollos y sus derivaciones contemporáneas. Lo más interesante de este viaje intelectual que nos proponen es, precisamente, seguir las huellas y los vestigios de esta corriente e implicarse en los debates de hoy denunciando la influencia de una imagen (bild) que ha cautivado el imaginario filosófico y que amenaza con perpetuar el dogmatismo epistemológico, alejando al hombre tanto de sí mismo como de su compromiso con lo que le circunda.
Ni en Taylor ni en Dreyfus la crítica es nueva: el primero de ellos ya ofreció una completa reflexión sobre la identidad del sujeto moderno en esa obra capital de la filosofía contemporánea que es Fuentes del yo. Dreyfus ha reflexionado sobre la fenomenología y se ha aprovechado de la sugerente obra de Heidegger para reubicar el saber en la existencia, es decir, en la antesala nutricia de la razón. Su convencimiento de la relevancia de lo preteórico le ha convertido en uno de los principales críticos de esa moda que trata de asimiliar razonamiento humano y computación y, frente al nihilismo al que conduce la expulsión de lo sagrado, propone en su último ensayo —All things shining. Reading the Western Classics to find Meaning in a secular Age, escrito junto con Sean Dorrance Kelly— una suerte de reencantamiento mediante las grandes obras de la literatura.
Pero, volviendo a Recuperar el realismo, puede señalarse que toda la argumentación y el debate que se plantea en estas páginas con los principales representantes de la filosofía moderna y contemporánea gira en torno a varios conceptos claves. El primero de ellos es el de vinculación, que revela la natural implicación del hombre con un entorno que conoce y sobre el que opera, un contexto con el que está familiarizado y que posee significado existencial. Frente a esa epistemología que distancia el mundo de cosas sin sentido de la razón humana que lo objetiva, estos autores recuerdan que la perspectiva que adopta la ciencia no es la primaria ni la fundamental, sino que deriva y depende de la constitución originaria que hermana mundo y hombre.
Pero esta actitud natural de implicación, ¿en qué rasgos o características humanas arraiga? Es aquí donde Dreyfus y Taylor ofrecen una lúcida fenomenología del agente encarnado que desmantela la abstracción fundacionalista y el dualismo, ya sea implícito o explícito, de muchas teorías filosóficas vigentes, como el naturalismo cientificista. Esta última concepción constituye hoy el epicentro desde el que irradia un materialismo vigoroso y empeñado en reducir lo mental a lo cerebral, pero que admite fronteras inflexibles o límites inexpugnables entre ellos y que, por tanto, quiebra la unidad que Dreyfus y Taylor defienden. La condición encarnada del hombre es lo que determina la apertura de lo real, que adquiere significación en cuanto se ofrece al ser humano.
Otros conceptos claves, relacionados con los anteriores, son el de “afrontamiento absorto” y “trasfondo de comprensión”. El primero hace referencia al modo en que el hombre, mediante sus habilidades y acciones corporalizadas, se las ve o trata con las cosas del mundo de una manera no conceptual, prerreflexiva y prelingüística. El hombre reconoce de un modo natural las cosas que conforman su mundo; se enfrenta con éxito a las situaciones en las que se desenvuelve, ofreciendo respuestas inmediatas a toda coyuntura existencial. Y la suma de esos reconocimientos ayuda a configurar un trasfondo que da sentido a su mundo y lo convierte en inteligible.
Todas estas aclaraciones serán suficientes para comprender la relevancia de la teoría del contacto que se propone en estas páginas; una teoría que es el presupuesto de un nuevo realismo o de una “tercera vía” que solvente el dilema entre los férreos partidarios del cientificismo y los defensores del “realismo deflacionario”. Los argumentos de los primeros son bien conocidos; en el caso de los segundos, la contraparte es la concepción relativista de R. Rorty. Sin embargo, más allá de la validez de este realismo renovado que Taylor y Dreyfus defienden y más allá de las soluciones que ofrecen a los problemas que hoy se plantean en torno a la naturaleza del conocimiento, su aportación es la de admitir que el debate gnoseológico sigue abierto y que es obligación de todo proyecto filosófico serio replanteárselo, sin soslayar sus dificultades.
A nadie se le escapa que algunos de los planteamientos de Dreyfus y Taylor son discutibles. Pero no tienen la intención de proponer su concepción dogmáticamente. Sus intuiciones son estímulos que mantienen vivo el diálogo filosófico sobre el saber humano y lo reubican. En este sentido, la apuesta filosófica contenida aquí se entenderá mejor subrayando el compromiso de sus autores con la reflexión libre e independiente. Para ellos tanto la existencia humana como el mundo tienen sentido; no está el hombre, a pesar del embate escéptico y posmoderno, en tierra extraña y hostil, encarcelado en sus representaciones o cegado por una plétora de construcciones culturales arbitrarias. Si se confía, vienen a concluir ambos pensadores, en que la paulatina implicación del hombre con su entorno puede revelar la verdad, a pesar de que su descubrimiento sea provisional o tentativo, tiene sentido la tarea verdaderamente filosófica, es decir, esa tenaz e irreprimible búsqueda de la auténtica sabiduría.
JOSEMARÍA CARABANTE
PREFACIO
Empezamos a escribir este libro durante las tres semanas que compartimos en el centro de Bellagio y queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento a la Fundación Rockefeller por hacerlo posible.
Asimismo, estamos también agradecidos a todos los interlocutores con los que hemos discutido y especialmente a todos aquellos que participaron en el debate Dreyfus-McDowell.
En concreto, hay una persona, Richard Rorty —amigo, adversario, y sparring—, cuyas críticas nos han permitido mejorar nuestra exposición. Su muerte prematura impidió que discutiera con su agudeza habitual la versión final. Esta es solo una de las muchas razones por las que seguimos hoy lamentando su pérdida.
También queremos recordar a otro amigo, Samuel Todes, cuya innovadora obra ha influido mucho en nuestro pensamiento. Tal vez este libro consiga llamar la atención sobre la importante contribución que realizó a los temas que aquí se discuten.
Nos gustaría dar las gracias, asimismo, a Geneviève Dreyfus y Muhammad Velji por su inestimable ayuda en la preparación del manuscrito final. También a Muhammad Velji le agradecemos su importante trabajo en la elaboración del Índice.
Partes de los capítulos 1 y 2 fueron publicados previamente en J. K. Schear (ed.), Mind, Reason, and Being-in-the-World. The McDowell-Dreyfus Debate (Abindgdon, Oxon, Routledge, 2013), capítulo 3.