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Siglo XXI / Serie Ciencias sociales

Francisco Sierra (ed.)

Teoría del valor, comunicación y territorio

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En un momento de crisis y tensiones geopolíticas, donde la brecha que separa a ricos y pobres es cada vez más profunda, repensar la agenda para la crítica materialista de la sociedad debe considerarse la tarea más urgente y necesaria. Hoy, en la era de las plataformas digitales, donde la figura protagonista es la del trabajador precario que las alimenta, el capitalismo opera desde la abstracción de un proceso de acumulación por desposesión procurando limitar el alcance de la lucha de clases como un problema del pasado merced a la dependencia del capital financiero.

Con el fin de comprender las contradicciones y procesos de transformación de nuestro tiempo, los intelectuales y críticos sociales que se reúnen en este libro reformulan y amplían el horizonte de comprensión de la clave fundamental de cualquier reflexión que quiera enfrentar la actualidad del capitalismo: la teoría del valor.

Francisco Sierra Caballero es Catedrático de Teoría de la Comunicación de la Universidad de Sevilla e Investigador del Instituto Andaluz de Investigación en Comunicación y Cultura (INACOM). Presidente de la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura y de la Asamblea de la Confederación Iberoamericana de Asociaciones Científicas en Comunicación (CONFIBERCOM), es Director del Grupo Interdisciplinario de Estudios en Comunicación, Política y Cambio Social (COMPOLITICAS) y de la Sección de Comunicación y Cultura de la Fundación de Investigaciones Marxistas.

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ISBN: 978-84-323-1959-4

PREFACIO

Francisco Sierra Caballero

En un momento de crisis y tensiones geopolíticas, en un tiempo de emergencia y construcción de nuevas narrativas de la izquierda, marcadas –podría afirmarse– por una vocación teórica profundamente antimarxista, repensar los lugares y tópicos de la agenda para la crítica materialista de la mediación social se nos antoja una tarea urgente y más necesaria que nunca, pues hoy por hoy el capitalismo opera, en la era del trabajo inmaterial, por la abstracción y representación caótica del nuevo espíritu del proceso de acumulación por desposesión, negando así, en origen, la violencia devastadora del capital, con las imágenes apocalípticas de la ficción, en una suerte de hiperrealismo que todo lo absorbe y coloniza. En la era de Cosmópolis, de David Cronenberg, en la era del Cosmocapital, la pregunta –por capciosa, y no menos relevante– de un escenario complejo e intrincado como el contemporáneo de la comunicación-mundo es qué hacer. La reflexividad sobre el nuevo horizonte cognitivo de un marco histórico-cultural distinto exige repensar, primero, aportes fundamentales para la crítica, como la teoría del valor. De acuerdo con David Harvey, como hace décadas señalara Mark Poster, «cuando el ambiente histórico e intelectual nos desafía con interrogantes y peligros aparentemente novedosos, por fuerza tiene que cambiar y adaptarse también a la forma en que leemos El capital» (Harvey, 2014, p. 21). El capitalismo, desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días, ha sufrido diversas mutaciones. Cuando afirmamos el modelo o lógica informacional que propone el llamado capitalismo cognitivo es que resulta, a todas luces, evidente que se ha producido una transformación radical de las estructuras del mundo del trabajo y del sistema de reproducción social. Ahora bien, cumplido recientemente el 150 aniversario de su publicación, El capital sigue siendo una poderosa caja de herramientas como filosofía del trabajo y hermenéutica de la totalidad social y la memoria del tiempo de la humanidad en su vida en común. El origen del presente volumen no es otro que impulsar estas lecturas y diálogo entre distintas tradiciones materialistas. Retomar, de esta forma, las íntimas conexiones entre los procesos económico-políticos y las dinámicas socioculturales para una renovación de la potencia de la teoría crítica en un marco histórico, que requiere una nueva crítica inmanente. Ello pasa por el clásico problema epistemológico de la relación entre sujeto y objeto y la reconceptualización del papel del conocimiento desde el punto de vista del cambio social. Esto es, pensar el papel de la crítica, los contornos y perfiles de la sociedad posmoderna liberal y la articulación de la acción y la razón en estos tiempos de libre comercio, si hemos de procurar comprender el proceso de configuración del trabajo abstracto y la función estructurante de la mediación social sobre el conjunto de la vida humana.

Sabemos que toda teoría crítica del valor –ser marxista– presupone un ejercicio de deconstrucción de las categorías para edificar, en coherencia con el materialismo histórico, nuevas relaciones reveladoras del sentido de la praxis en nuestro tiempo. Lo que implica que toda crítica del orden real pasa por desfetichizar el mundo o reino de las mercancías desde la crítica fundada en la comprensión de los procesos de producción de riqueza, más allá de David Ricardo, la economía neoclásica y, en cierto sentido, de algunas lecturas, inadecuadas en nuestro tiempo, que formulara en su inicio Marx. De la esencia al modo de aparición y las formas, ello pasa, sin duda, por abrir nuevos campos de consideración teórica, incluyendo objetos tradicionalmente ajenos al marxismo y ámbitos discursivos abandonados o simplemente no razonados en el devenir de la historia, pues toda alteración de las condiciones sociales exige nuevos interrogantes y vías de lectura inéditas que nos llevan, necesariamente, a reconfigurar el campo y las posiciones de observación. «El cientificismo, […] limitación del marxismo, se supera social y filosóficamente en el conjunto de los problemas humanos. Lo que decide, en cada momento de la historia, es la concepción que cada clase tiene del mundo y de la vida. Ahí se resumen el interés material, el saber y la actitud» (Giudici, 1974, p. 37).

El núcleo problemático de la propuesta de reflexión del presente libro es la teoría del valor y las formas contemporáneas de mediación que han alterado las condiciones históricas y sociales de los mundos de vida: en la comunicación, en el tiempo y en el espacio. De acuerdo con Jameson, «en el pensamiento, la mediación no es sino una palabra sujeta a todas las objeciones antidialécticas más perniciosas; en la realidad, es un misterio que obstruye por completo el pensamiento. Es preciso que la abordemos con inmensa preocupación y con el mayor virtuosismo» (Jameson, 2013, p. 20). La complejidad de la producción social en nuestro tiempo, la dimensión ecológica del lenguaje y la comunicación humanas, entre otros muchos procesos, nos remiten a una crítica del oikos y la política distinta, si hemos de reconocer la mediación social como constitutiva de la propia lógica de producción. En este libro colectivo partimos, para ello, de la hipótesis general según la cual no es válida ni pertinente una teoría ahistórica del valor que no pondere las transformaciones del Estado y del capital. Más allá del funcionalismo e individualismo metodológico, y de las lecturas reduccionistas de la economía política, volver a Marx y los procesos constituyentes, entre la estructura de producción y las prácticas y agenciamiento de los actores sociales, se torna necesario hoy más que nunca. Y este ya es un punto de partida que debemos considerar para dotar de sentido vivo –y real– todo ejercicio de teoría crítica, considerando, por principio, las formas estructuradas tanto como las estructurantes de la vida en común.

En otras palabras, del academicismo estéril de los estudios culturales a la filosofía de la praxis, repensar la teoría del valor y volver a Marx, en la era de lo espectacular integrado, es concretar el análisis del capital desde un contexto político y social que nos permita vías de fuga, líneas de transformación y despliegue de los nodos potenciales de la emancipación social; considerando que, durante mucho tiempo, la comunicación, como advirtiera Dallas Smythe, ha constituido el agujero negro del marxismo. No se trata, desde luego, de leer El capital a la luz de la comunicología, dado que, en esencia, el trabajo de la teoría crítica, desde Marx, obedece a la lógica transversal del pensamiento relacional. Y ello, pasando de una visión distributiva –habitual en la escuela crítica, por cierto– a una lectura más bien productiva del valor y las formas cosificadas de relación social, invalida desde luego tal pretensión. Pero sí precisamos al menos, en la era de la cultura digital, pensar las máscaras y las formas de realización del trabajo para definir una nueva agenda de investigación-acción, reconociendo la centralidad de la subsunción del trabajo intelectual, a partir de tres tipos de aperturas:

a) Epistemológica: definiendo con claridad los puntos y marcos de observación reflexiva de la complejidad y los ecosistemas de vida para dialectizar teoría y praxis, la relación entre el sujeto y el objeto del conocimiento ante el movimiento histórico de lo social en el entendimiento de que la verdadera crítica es la crítica de las formas y de la práctica teórica.

b) Intercultural: el capital no tiene memoria ni identidad. La abstracción del principio de universal equivalencia niega las diferentes formas de experiencia, identidad y representación, por lo que el propio Marx insistía, como advirtiera Horkheimer, en la necesidad de investigar las diferencias entre distintas agrupaciones humanas, y en el interior de los diferentes grupos sociales, tratando de comprender las singulares formas de transformación que imprime el capitalismo tardío.

c) Política: las nuevas formas de gestión y soberanía compartidas en la era de la economía de los bienes comunes exige, cuando menos, recuperar la dimensión transversal, de acuerdo con Guattari, propia del discurso crítico de Marx, para rearticular un proyecto y una crítica consistente en su vocación emancipadora.

En otras palabras, a nuestro modo de ver, y de acuerdo con Jameson, hoy como antaño «cualquier lectura creativa de El capital es hoy un proceso de traducción, por medio del cual un lenguaje y un bagaje conceptual inventados para la Primera Revolución Industrial de la sociedad victoriana se transcodifican, permaneciendo fieles a su construcción original, y aseguran su representatividad contemporánea en virtud de que aprehenden las ambiciosas dimensiones y la intrincada estructura de su representación inicial» (Jameson, 2013, pp. 20 y 21). Así por ejemplo, la politización de la decolonialidad del saber-poder en nuestro tiempo proyecta un programa de trabajo en esta línea que debe ser discutido prioritariamente, partiendo del principio de la apertura de espacios de cooperación y apropiación del conocimiento en función de los cambios en la producción académica, determinada por la relevancia de lo virtual sobre lo presencial y la centralidad de la mediación social de la ciencia. Y del mismo modo, en la misma línea, discutir los sistemas de propiedad intelectual y sus lógicas estructurales se torna una prioridad estratégica por la radicalización creciente del sistema de apropiación del conocimiento (como patentes y copy­right) que, con otros tipos de mecanismos regulatorios, se imponen con fuerza a través de diferentes escenarios, desde las negociaciones político-económicas supranacionales hasta las agendas políticas que prefiguran la promoción de modos de vida precarios y flexibles. En estos contradictorios procesos radica la lucha en común que pretenden llevar a cabo los movimientos políticos y sociales en contra de los abusos y de la radicalización de los sistemas de patentes, copyright y otras formas de monopolios artificiales sobre bienes materiales e inmateriales, en favor de un biosocialismo de los bienes de información y conocimiento de código compartido que dan cuenta de problemas no imaginados en la Primera y Segunda Revolución Industrial y que hoy conviene revisar para releer El capital desde las lógicas de articulación y reproducción concretas y reales de nuestro tiempo.

El desplazamiento del eje de acumulación del capitalismo global, desde el capitalismo industrial fordista al capitalismo posfordista –en el que, además de la explotación de la fuerza del trabajo físico e intelectual, se produce la subsunción total de la vida, transformando la actividad relacional y las actividades sociales mediadas por las tecnologías digitales como parte de nuevas relaciones económicas y productivas–, nos sitúa, ciertamente, ante el reto de repensar necesariamente el trabajo inmaterial, las industrias culturales y los bienes de producción y reproducción simbólica, como un problema central en nuestro tiempo, al menos por varios motivos, desde el punto de vista marxista:

a) Capitalismo financiero y comunicación constituyen hoy un sistema de codeterminación central para el proceso de acumulación. La comodificación de las formas de vida, a partir de los núcleos de fantasía que hacen posible la captura del trabajo vivo, adquiere una función determinante de toda producción y reproducción social.

b) Marx avanzó, en el tercer volumen de El capital, la categoría de capital ficticio para explicar el proceso ampliado del fetichismo de la mercancía, ilustrando así la importancia de la imagen, la abstracción o transfiguración de las formas concretas no realizadas. Se trata de un nuevo modo de producción de la riqueza vinculada al crédito (confianza), un problema de comunicación que mantiene el relato, como hoy, de una crisis sistémica, de modo similar a como el videojuego ejerce el efecto placebo y dura lo que la ficción perdura, de forma episódica.

c) Los flujos, conexiones y redes que la comunicación facilita hacen posible la exigencia de flexibilidad, la flexiseguridad y otras variantes del mundo del trabajo y los mercados, garantizando –más allá de Manuel Castells– una topología concreta y poderosa de articulación sistémica en la economía-mundo, que valida algunas de las tesis neomarxistas sobre el imperialismo cultural.

Las transformaciones económico-políticas de las últimas décadas parecen haber generado, al respecto, una suerte de consenso en torno al actual dominio absoluto del capital, al sintetizar un único modelo posible –y sobre todo imaginable–, hasta tal punto que consigue presentar la propia disposición de poder como natural; ampliando y dictando no solo la agenda temática, sino incluso las modalidades, los tiempos y las formas para competir y participar de las formas particulares de mercado y consumo. Sin embargo, el actual dominio del capital revela la total incapacidad de resolver los problemas de la humanidad, actualizando la vigencia y las lecturas de Marx en nuestro tiempo, más allá de los aniversarios celebratorios de la primera edición de El capital. Y es que el capitalismo hoy vive una crisis cuasi terminal y no se puede extender orgánicamente sino en la forma de la explotación y de la depredación, lo que provoca (¡al mismo tiempo!) una crisis de sobreproducción y de infraconsumo, crisis ecológicas y sociales, desigualdades y exclusiones, guerras y exterminios varios a lo ancho y largo de todo el planeta Tierra.

Hay, sin embargo, quien observa que la era capitalista está evolucionando de forma ineluctable hacia un nuevo paradigma económico apoyado en los Collaborative Commons, lo que en parte explicaría cómo se están transformando nuestros modos de vida. El fin del trabajo –se afirma–, la fuga desde el trabajo asalariado a las dinámicas de autogestión cultural en nuevas cuencas de cooperación no capturadas, a priori, por el capital, constituyen nuevas realidades emergentes que conviven con la precarización de una nueva forma de cooperación social productiva expresión de deseos inalienables, que son el signo de cada existencia y que, ontológicamente, dan cuenta de la realidad de una casa o un hábitat común que nos vincula como especie. En este proceso innegable de alteración radical del capitalismo, parece haber entrado en crisis la misma teoría del valor. Sin embargo, hablar de «crisis del valor» no supone para nada su superación, ni su abandono, cuando al contrario podemos observar una continua ampliación de los procesos y de los mecanismos de valorización del capital en nuestras sociedades, comenzando por el proceso de apropiación arbitraria de bienes públicos, privados y comunes, que transforma nuestros modos de vida en ganancia y miseria.

Deviene así estratégico observar estas contradicciones y nudos críticos con el fin de repensar las dinámicas de valorización y los nuevos ejes de acumulación: ¿cómo se ha transformado el proceso de valorización del capital en nuestro tiempo?, ¿cómo cambia el proceso de valorización, la lucha y de resistencia con el colapso de los ecosistemas; con la explotación de los conocimientos; con los mecanismos de subsunción algorítmicos de la cooperación social distribuida que conllevan las nuevas formas de comunicación?, ¿hasta qué punto, y de qué manera, se redefine como estratégico el desarrollo de la teoría del valor de Marx en nuestro tiempo?, ¿qué procesos políticos y culturales intervienen en la valorización del capital, cómo comprendemos y tiene lugar la lucha de clases ante tales procesos en la economía y el trabajo ya no fordizado?

El objetivo del presente volumen no es otro que aportar algunos elementos y miradas para la reflexión crítica sobre las transformaciones de la sociedad actual. Se trata de un ambicioso proyecto editorial que en modo alguno procura ofrecer respuestas cerradas a estas y otras preguntas fundamentales sino, antes bien, abrir el diálogo y continuar con más fuerza el trabajo de comprensión y transformación de nuestra realidad a partir de tres ejes centrales:

a) Pensamiento crítico y teoría del valor. Marx afirmaba que un periodo de crisis es, al mismo tiempo, un periodo de investigaciones teóricas. En los últimos años, hemos visto una revitalización significativa del interés en el pensamiento económico por volver a pensar a Marx, sobre todo por lo que concierne a la teoría del valor-trabajo. De un lado, han sido varios los esfuerzos de quienes persiguen la ampliación sistémica y metodológica de los instrumentos analíticos de esta teoría; por otra parte, es posible observar el retorno de la crítica, post y antimarxista, de quienes ven el fin de la teoría misma a partir de la interpretación del fragmento sobre las máquinas de los Grundrisse, su manifestación en el modo de producción posfordista y la nueva configuración de la clase en términos antagónicos y conflictivos, lo que nos lleva, necesariamente, a abrir el debate a tales consideraciones.

b) Teoría del valor: naturaleza, conocimiento y territorio. La expansión de los flujos internacionales de capitales a escala global tiende a confundir la posibilidad de superar los vínculos espaciales con la irrelevancia de la categoría del espacio. Sin embargo, los lugares nunca desaparecen, sino para recomponerse. Es en este proceso de recomposición del territorio donde los procesos de valorización del capital intervienen de forma predominante, generando nuevas formas de cooperación social asociada, así como nuevas formas de desigualdad, explotación y miseria.

c) Comunicación y cultura local. El desarrollo local está siempre marcado por procesos de gentrification que parecen configurarse como un proceso abierto, un commons, detrás del cual se esconde aquel capitalismo sin propiedad teorizado por Benkler. En este proceso y en este espacio abierto, sin embargo, el intercambio entre agentes y prosumers es desigual y se configura más que nada como un robo. Al final del juego, en efecto, el capital se concentra y acumula en las sociedades que gestionan y producen las «plataformas» que permiten la captación del valor social asociado, el intercambio, la producción y la difusión de conocimientos, informaciones y modos de vida (modas, culturas, artes) por los que los prosumers se vinculan, ya que sus motivaciones son extraeconómicas y no implican expectativas monetarias directas.

Los aportes recogidos en el libro a propósito de estos ejes de discusión son, en buena medida, resultado del Seminario Internacional Milton Santos de Comunicación y Cultura Urbana celebrado en CIESPAL (Quito, 25 y 26 de enero de 2016). Junto a las principales ponencias se han incluido otros aportes esenciales para la discusión en la materia, que esperamos sean de utilidad para el debate. El objetivo es procurar abrir el diálogo, actualizando una reflexión que necesariamente, a nuestro entender, ha de partir de la radical conexión de los aspectos económicos y culturales, los tecnológicos y económico-políticos, y los político-informativos y tecno-estéticos que aparecen en diferentes autores, momentos y aportes de las páginas que a continuación presentamos. Esperamos que, de esta forma, el lector pueda definir un marco lógico y una comprensión global de la interrelación existente entre los diferentes niveles de acción y dilemas teóricos, que se nos presentan en el nuevo escenario del llamado capitalismo cognitivo.

Considerando el panorama u horizonte de trabajo sobre el porvenir, el futuro de la teoría crítica pasa, desde este punto de vista, por una incesante labor de deconstrucción, tanto de los procedimientos como de las ideas, renovando las formas de expresión del análisis y abordando la realidad multidimensional del debate democrático en comunicación y, en general, de las ciencias sociales, como un problema de articulación productiva con el proceso de cambio e innovación de nuestra posmodernidad. En ello nos jugamos el futuro. Más aún cuando se constata que el contexto de operación del científico social es hoy un escenario global desnacionalizado, sobredeterminado por una lógica cultural des/ilustrada y en vías de deconstrucción e impugnación radical por manifestaciones emergentes, como los saberes locales y un acceso a la información y el conocimiento deslocalizado, desmaterializado, virtual, proliferante y reticular –al tiempo que colonizado por la lógica privatista del capital–, que necesariamente están alterando las bases de toda práctica teórica. En este marco general, si la comunicación es una máquina de guerra, la catástrofe consustancial a la destrucción creativa del capitalismo, es preciso repensar el «desnivel prometeico» (Anders dixit) del pensamiento y la realidad, cuestionando la opacidad de las textualidades y dispositivos de representación. Esta tarea propia de la teoría crítica de la mediación constituye la matriz fundamental del pensamiento filosófico emancipador que debe siempre hacer visible lo invisible, concretar la abstracción de lo real, aproximar y hacer comprensibles las distintas formas de sociabilidad. Tareas todas ellas dirigidas a subvertir el universo simbólico mediatizado por el fetichismo de la mercancía y su esfuerzo de re-enunciación del trabajo del mercado sobre el imaginario social, con el fin de generar un antagonismo en la creación entre el circuito de producción y el consumo de bienes. Las páginas que siguen han de ser pensadas como un operador que ha de fungir de traductor o, más bien, servoconductor colectivo, convocando a la comunidad académica a repensar el papel de la comunicación y las nuevas mediaciones digitales para poner en común y difundir los avances científicos en materia de economía, política y estructura social, con la idea de ofrecer líneas de conocimiento y el estado del arte sobre las posibilidades teórico-metodológicas de la escuela crítica y la propia teoría del valor en tiempos de conectividad global. Una suerte de crítica de la crítica (en palabras de Rancière) que contribuya a revisar los conceptos originales de Marx, triangular perspectivas teóricas, reconstruir las lógicas del sentido y la genealogía moderna de la comunicación y la cultura, y apuntar lecturas contemporáneas en el modo de ver y pensar la era posmedia. Pues, en cierto modo, en el reino de lo extraordinario y de lo espectacular integrado, la creatividad, el acto de lectura que evoca y articula El capital, puede y debe seguir alimentando el acervo común teórico, aunque sea reconociendo la emergencia de una nueva fase capitalista con el denominado capitalismo cognitivo.

En este empeño, la crítica necesita deconstruir –con capacidad de asombro y atención por lo auténtico– para denunciar, tal como advierte Žižek, que la verdadera utopía es la creencia de que el sistema mundial actual puede reproducirse de forma indefinida. Si algo dejó claro hace más de 150 años Marx en su libro primero de El capital a todos los lectores de la época es, justamente, que la única forma de ser verdaderamente realistas es prever lo que, en las coordenadas de este sistema, no tiene más remedio que parecer imposible. Confiamos en ello. Al menos, los autores invitados así lo creen. Valga pues este prefacio para dejar constancia de mi agradecimiento personal como editor y responsable de la compilación a todos ellos. En especial, a los profesores Daniela Garrossini y Francesco Maniglio, como coorganizadores de las jornadas, por su apoyo incondicional en la ardua labor de sistematización, traducción y análisis de los aportes y contenidos del presente volumen. A mi editora de cabecera y amiga, Noemí Mitter, y a Jeremy Rayner por su profesionalidad y respaldo brindado en la preparación editorial de este trabajo durante más de un año de dedicación y esfuerzos colectivos para ofrecer a los lectores un volumen, a nuestro juicio, más que oportuno necesario. También quiero agradecer a María Suárez, a Federica Soro y a Thomas MacFarlane su colaboración en la traducción al castellano de los capítutluolos I, II, IV, V, VI y VII. Finalmente, agradecer a Eddy Sánchez, director de la Fundación de Investigaciones Marxistas, el apoyo institucional brindado. Esperemos que la lectura productiva de las siguientes páginas cumpla cabalmente con los objetivos propuestos inicialmente, mientras la vida va, o la vida sigue.

Sevilla, 10 de abril de 2019

BIBLIOGRAFÍA

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Harvey, D. (2014), Guía de El capital de Marx. Libro Primero, Madrid, Akal.

Harvey, D. (2016), Guía de El capital de Marx. Libro Segundo, Madrid, Akal.

Jameson, F. (1996), La estética geopolítica. Cine y espacio en el sistema mundial, Barcelona, Paidós.

Jameson, F. (2013), Representar El capital. Una lectura del tomo I, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.

Marx, K. (1978), Líneas fundamentales de la crítica de la economía política, Barcelona, Crítica.

Rancière, J. (1974), El concepto de crítica y la crítica de la economía política de los Manuscritos de 1844 a El capital, Buenos Aires, Noe.

Sierra, F. (coord.) (2016), Capitalismo Cognitivo y Economía Social del Conocimiento. La lucha por el código, Quito, CIESPAL.

Žižek, S. (2008), «Mayo del 68 visto con ojos de hoy», El País, jueves 1 de mayo de 2008, p. 27, disponible en [https://elpais.com/diario/2008/05/01/opinion/1209592812_850215.html].