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¿Qué es el Peronismo?

Una mirada transpolítica

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¿QUÉ ES EL PERONISMO?

UNA MIRADA TRANSPOLÍTICA


CARLOS DANIEL LASA

Lasa, Carlos Daniel

¿Qué es el peronismo? : una mirada transpolítica / Carlos Daniel Lasa. - 1a ed. - Salta : Universidad Católica de Salta. Eucasa, 2018.

Libro digital, PDF - (BASE / Rossana Caramella de Gamarra)

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-950-623-149-1

1. Filosofía. 2. Política. I. Título.

CDD 320.01

Publicación con referato.

Aceptado: julio de 2018 (Res. Rect. N.º 753/18).

Para citar este libro:

Lasa, Carlos Daniel. ¿Qué es el peronismo? Una mirada transpolítica. Salta: EUCASA (Ediciones Universidad Católica de Salta), 2018.

© 2019, por EUCASA (EDICIONES UNIVERSIDAD CATÓLICA DE SALTA)

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ISBN: 978-950-623-149-1

Digitalización: Proyecto451

Este libro no puede ser reproducido total o parcialmente, sin autorización escrita del editor.

Quiero dedicar este libro

a mis hijas,

María de los Ángeles, por acercarme a destacados filósofos de la política

del siglo XX y abrirme al campo de cuestiones de la filosofía práctica,

María Sofía por mostrarme, mediante su arte, que la realidad

se deja aprehender a través de diversos caminos,

María Dolores, por hacerme comprender la importancia

de la dimensión subjetiva en el descubrimiento de la verdad,

a mi esposa,

Susana, por enseñarme que la búsqueda de la verdad debe

estar animada por un corazón amoroso (Veritatem facientes in charitate).

INTRODUCCIÓN

El peronismo tiene quince años más de antigüedad que mi edad actual. Este fenómeno me acompañó a lo largo de toda mi vida. Mi padre fue peronista de la primera hora. Tuve la ocasión de conocer a un ex-intendente de mi ciudad natal, Luján (Buenos Aires.), que ejerciera esa función durante el primer gobierno de Perón. Ignoro por completo su actuación; pero sí sé que vivió y murió en la más absoluta austeridad.

Desde muy chico comencé a escuchar el nombre de Perón. Mi padre, junto a este hombre y a otros compañeros, mantenía vivo el peronismo. Mi madre, por el contrario, se manifestaba abiertamente como antiperonista. Viví, de esta manera, inmerso en una escisión familiar en lo que respecta al mundo de la política argentina.

Seguí con muchísima atención la vuelta de Perón al país. Mi simpatía por el peronismo era creciente. Me emocionaba escuchar al líder frente a sus seguidores en la Plaza de Mayo y escuchar el «rugido» que brotaba de sus gargantas cuando salía al balcón o cuando lo aclamaban frente a una frase que les impactaba. Fue así que mi primer voto, en el año 1983, fue a favor de Ítalo Argentino Luder. No puedo dejar de recordar la amargura que sentí, ese domingo que volvía a La Plata, cuando supe del triunfo de Ricardo R. Alfonsín. Durante los años siguientes mantuve mi adhesión al peronismo. Consideraba, además, que era el movimiento político que mayor correspondencia guardaba con la fe cristiana que profeso.

Ahora bien, ¿qué ha sucedido en mi espíritu, para dar paso a una posición completamente opuesta a la primera?

Seguramente los motivos han sido varios. No los puedo determinar exactamente. Sí puedo señalar que uno fue decisivo y que tiene que ver no con la afectividad, sino directamente con la inteligencia. Un domingo por la mañana, estudiando un importante libro de Augusto Del Noce en el que se ocupaba de precisar el pensamiento del fascismo, advertí que las palabras del filósofo italiano se aplicaban, casi in totum, al fenómeno peronista. Decidí, a partir de ahí, comenzar a leer los escritos de Perón a la luz de la doctrina del fascismo. Mi conclusión fue categórica: Perón, al modo del demiurgo de Platón, había tomado la idea fascista y la había aplicado a una materia indeterminada llamada Argentina.

Para mí fue fundamental, entonces, tratar de desentrañar el pensamiento de Perón por cuanto, no solo había determinado una praxis política, que se extiende hasta nuestros días, sino que, además, había hecho surgir un tipo antropológico muy particular que es el hombre argentino actual. El peronismo dio paso a un ethos propio del hombre argentino caracterizado por una praxis ético-política ejercida al margen de toda verdad y de todo bien objetivos. La medida es el éxito, que es como decir, el logro de aquello que la voluntad ha determinado producir, ejecutar.

Esta lógica, que califico de praxista, es ajena a toda norma objetiva, a todo valor común. De allí se genera una anomia habitual que desemboca en el todo vale. Inmersos en un atomismo individualista, los argentinos solo se preocupan y ocupan de sobrevivir. El escepticismo radical ha dominado el espíritu de la ciudadanía que, pasiva y resignadamente, ve sucederse gobiernos guiados, todos ellos, por un praxismo alejado de todo valor. Todos los argentinos sabemos que cuando un político expresa algo, debemos pensar que está diciendo exactamente lo contrario. El valor verdad se ha evaporado. La palabra, en el ámbito político, ha perdido toda densidad, toda sustancia. Generalmente se dice para no decir nada. Resulta rarísimo encontrar a un político que defina, que precise mediante contornos netos su posición, por lo contrario, tiende a huir de las definiciones.

He intentado, mediante la publicación de este libro, llevar adelante un intus-legere de la filosofía peronista (clave, a mi juicio, para entender la praxis sociopolítica del hombre argentino). Cuando Perón regresó a nuestro país en el año 1972 se le interrogó, en una conferencia de prensa, acerca de las fuerzas políticas que competían con el objetivo de gobernar el país. El General respondió que entre esas fuerzas había radicales, socialistas, conservadores. Pero, le preguntó un periodista, ¿y el peronismo? Y Perón contestó: ¡Ah, no! Es que peronistas somos todos.

Perón tenía toda la razón: Argentina «es» peronista. Y cuando afirmo que la Argentina es peronista no estoy sosteniendo que los argentinos se hayan afiliado al partido peronista. La afirmación va mucho más allá porque el peronismo es mucho más que un partido político: es una concepción global de lo real de la cual se sigue una praxis ético-político-social que da forma al alma argentina desde hace ya setenta años. Desentrañar su esencia equivale a entender tanto a la política como al hombre argentino.

No quiero terminar estas palabras iniciales sin dejar de agradecer a todos aquellos que leyeron y me hicieron llegar observaciones a mi escrito publicado en el año 2012 titulado Juan Domingo Perón: el demiurgo del praxismo en Argentina (1). Han sido varios. No los refiero para no cometer una injusticia a causa de mi mala memoria. Gracias a sus agudas sugerencias he sido conducido a reescribir el libro, ocupándome de brindar un mayor desarrollo a determinados problemas, de precisar el sentido de algunos otros que podían ser mal interpretados y, finalmente, de añadir cuestiones que permitan una mayor comprensión del fenómeno estudiado. Pienso que me he acercado al objetivo. De todas maneras, la última palabra la tendrá el juicio del lector.

Soy plenamente consciente de que lo afirmado en este libro va a contrapelo del sentido común del pueblo argentino cuya cultura es, esencialmente, peronista. Pero sé también, que la verdad es transhistórica y que, por lo tanto, si lo afirmado por mí fuese verdadero, nada podrá oponérsele y, tarde o temprano, se mostrará con toda su fuerza arrolladora. Con toda seguridad que no seré testigo de esa realidad. Cuando esto ocurra, Argentina estará en condiciones de gestar otra lógica que dé paso a una nueva praxis ético-política ordenada al pleno desarrollo de cada argentino.

Villa Oeste, Villa Nueva,

Córdoba (Argentina)

18 de julio de 2015.

1. Buenos Aires, Dunken, 61 pp.