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Índice

Este libro (y esta colección)

Agradecimientos

Acerca de la autora

Antes de empezar

La sordera de la araña

De los pies (y las manos)…

Ampollas

Callos

Mal olor

Verrugas

Micosis

Hongos en las uñas

Pie de atleta

Manchas en las uñas

Sabañones

Calambres

Pasando por el ombligo…

Hipo

Acidez

Hora del baño

Estreñimiento

Diarrea

Meteorismo

Ataque al hígado

… A la cabeza

Dentadura imperfecta

Caries

Dientes blancos

Halitosis

Resfrío

Trastornos del sueño

Ronquidos y apneas

Insomnio

Problemática capilar

Canas

Caída del pelo

Piojos

¡Al fin!

Para leer un poco más y que duela un poco menos…

colección

ciencia que ladra

Dirigida por Diego Golombek

Valeria Edelsztein

LOS REMEDIOS DE LA ABUELA… ¡2!

Medicina casera de los pies a la cabeza (pasando por el ombligo)

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Edelsztein, Valeria

© 2014, Siglo Veintiuno Editores Argentina S.A.

Este libro (y esta colección)

Y a seguir adelante,

con farmacia y con aguante.

Porque me falta lo más importante.

“Negrita” (Andrés Calamaro)

Éramos pocos y parió la abuela… ¡por segunda vez! Luego de enseñarnos cómo aplicar (y a veces reemplazar) el botiquín con sentido común y mucho humor, ahora contraataca con nuevos remedios para los pies del caballero, el ombligo de los niños o la cabeza de la dama.

Ya habíamos aprendido que, desde tiempos remotos, la naturaleza fue la farmacia más cercana. Y con ella las abuelas del antiguo Egipto tenían trucos infalibles para atender a sus nietos faraoncitos. Con los primeros remedios de esta colección paseamos por la ciencia de tirar el cuerito, el anillo de oro para curar el orzuelo, la barrita de azufre y hasta la sopita de pollo para aliviar la gripe. También desmitificamos el rol de las zanahorias para asegurar una vista infalible, o el de la vitamina C para terminar con el resfrío, y hasta develamos el misterio del aroma a clavo de olor en la sala del dentista.

Pero Valeria Edelsztein se había quedado con mucho para contar bajo el brazo, y por eso acá se calza nuevamente el batón, los ruleros y la sabiduría abuelística para recorrer el cuerpo, sus dolencias y las soluciones, que a veces están mucho más cerca de lo que sospechamos.

Esta vez la abuela Valeria recorre nuestra anatomía, de los pies (y las manos) a la cabeza –con una escala en el ombligo y sus circunstancias–, para adentrarse en sus molestos secretos y en las curas prescriptas por la cultura popular (que nunca descansa). Consejos, advertencias y datos muy curiosos son desmenuzados y ordenados según su nivel de efectividad (nula, limitada o comprobada), y los veredictos son implacables.

¿Quién no ha tenido ampollas, callos o verrugas? Y el que no haya sufrido hipo o problemas en la panza ¡que tire la primera pastilla! Subiendo por el cuerpo, nuestra querida abuela se detiene en la cabeza del lector, apuntando sus cañones al sueño, el resfrío o la caída del pelo.

Ojo: no hay que confundir los remedios de la abuela con la medicina “alternativa”, “heterodoxa” ni con ninguno de esos otros conceptos que se debaten en oposición al viejo arte de ir al médico a ver qué nos pasa y qué hacer con ello. No encontraremos aquí mesmerismos ni pulseras magnéticas, ni tampoco habrá espacio para medicinas tradicionales como la hindú o la china, que tienen su propio registro histórico (y milenario) de pruebas y contrapruebas. Este es, antes que nada, un libro de ciencia, que busca ahondar en las evidencias a favor y en contra de los remedios caseros, a veces útiles, otras veces inocuos y otras –las más graves– directamente contraproducentes.

Mucho se ha avanzado desde que en la Edad Media se recomendaba frotar la cabeza con excremento de ganso para curar la pelada, o cubrir las pecas con sangre de todo tipo de criaturas para borrarlas, o tocar el diente de un muerto para aliviar el dolor de muelas; pero siempre habrá curas populares, remedios que vienen de quién-sabe-dónde y tratamientos que, si no matan, engordan. Aquí aprenderemos –y nos divertiremos– con muchos de ellos. Y descubriremos que no sólo curan: también son un tema infalible de conversación.

Esta colección de divulgación científica está escrita por científicos que creen que ya es hora de asomar la cabeza por fuera del laboratorio y contar las maravillas, grandezas y miserias de la profesión. Porque de eso se trata: de contar, de compartir un saber que, si sigue encerrado, puede volverse inútil.

Ciencia que ladra... no muerde, sólo da señales de que cabalga.

Diego Golombek

Para Tomi Tomatito, que siempre va a ser mi bebé aunque crezca mucho, mucho.

Para Juli, mi amor, mi full poroto.

Si somos felices…

Agradecimientos

Voy a aprovechar este espacio de agradecimientos para hacer una confesión: la idea de escribir Los remedios de la abuela 2 no me resultaba muy atractiva. En realidad, no tenía ni la menor intención de hacerlo. Quizá por temor a encasillarme en un tema, a aburrirme o a no saber cómo y qué contar. Si este libro llegó a buen puerto se debe a que tanto Carlos (Díaz) como Diego (Golombek) insistieron varias veces y, como no puedo decirles que no, terminé poniendo manos a la obra. En el camino debo admitir que me fui entusiasmando cada vez más. Y hacia el final no podía parar de agregar temas y continuaba posponiendo la fecha de entrega por el placer que me generaba seguir aprendiendo, leyendo, releyendo y escribiendo el libro que hoy, señor, señora, joven, jóvena, ustedes tienen en sus manos.

Esa es la historia. Ahora los agradecimientos:

A mis papás. Es un privilegio poder poner por escrito y que todo el mundo se entere de lo increíbles que son como padres, el ejemplo de trabajo y perseverancia que siempre me dieron y lo mucho que los amo.

A Carlos y Diego, por su guía constante y permanente confianza, porque siempre tienen palabras de aliento y porque gracias a ellos existe esta maravillosa colección (y me dejan ser parte).

A Gabriela, porque sus correcciones mejoraron infinitamente estas páginas (y las de mis libros anteriores también).

A Laura y Ezequiel, por la garra y el empuje que ponen en la tarea de prensa y comunicación, por arreglarse sin tener fotos mías actualizadas y responderme todas y cada una de mis consultas.

Acerca de la autora

Valeria Edelsztein

(valecaroedel@yahoo.com)

Nació en Buenos Aires en 1982. Es doctora en Química por la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet.

Participa como columnista científica en medios radiales, gráficos, televisivos y digitales. Desde 2012 es columnista del programa Científicos industria argentina (TVP) y se ha desempeñado como asistente de contenidos para Proyecto G (Canal Encuentro). Es editora adjunta del encarte y revista de divulgación científica para niños Chic@s.

Ha dictado numerosas charlas en el marco de actividades de divulgación científica. Es autora de varias publicaciones en revistas nacionales e internacionales, entre las que se destacan las separatas “200 años de ciencia en Argentina”, que forman parte de la edición 2010 del manual Ciencias Naturales 6 (Kapelusz), y de los libros Los remedios de la abuela y Científicas, ambos publicados en la colección Ciencia que ladra… Científicas mereció el primer premio de la primera edición del Concurso Internacional de Divulgación Científica Ciencia que ladra-La Nación por decisión unánime del jurado, integrado por Nora Bär, Marcelino Cereijido, Diego Golombek y Guillermo Jaim Etcheverry.

Antes de empezar

Me interesa, me interesa,

de los pies a la cabeza.

Petete (pensador contemporáneo)[1]

Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas. Dudo de que mi hermana menor esté de acuerdo con esa consigna. Sin embargo, siguiendo la regla, trataremos de ser una excepción. Después de todo, si El Padrino pudo, ¿por qué la abuela no?

Este libro nos pasea por diversos dolores y malestares con el fin de entenderlos un poco más y conocer lo que la abuela y la ciencia tienen para decirnos. En cada afección encontraremos no sólo sus causas y su tratamiento sobre la base de la evidencia científica existente, sino también secretos de la abuela para discutir, datos curiosos (“Píldora de bolsillo”) y el maravilloso apartado “Creer o reventar”, dedicado a aquellos remedios cuya eficacia es únicamente una cuestión de fe. Ah, y algunos consejos de la abuela (que mi mamá repite y a veces yo también) donde la ciencia y la tradición se dan la mano (aunque no siempre sean certeros).

Antes de empezar nuestro recorrido, es importante aclarar algunas falacias –esos argumentos que parecen válidos pero no lo son– en las que solemos caer y que, como veremos, están íntimamente relacionadas con los remedios de la abuela.

La sordera de la araña

Es muy conocida la historia de aquel científico que experimentaba con arañas. Parece ser que un día ubicó una arañita en un extremo de la mesa e hizo sonar una campanita en la otra punta, y pudo observar que el animalito caminaba dócilmente hacia el lugar del que provenía el sonido.[2] Entonces, el científico decidió cortarle una pata y repetir el experimento, y otra vez la araña recorrió la mesa. El cruel investigador le sacó otra patita, y la araña, ahora con más esfuerzo, volvió a realizar el recorrido. El científico repitió el experimento una y otra vez observando el mismo resultado. Finalmente, le cortó la última patita y al hacer sonar la campana la araña no se movió. ¿Cuál fue su conclusión? Al cortarles todas las patas, las arañas se vuelven sordas.

El cuento nos causa gracia (y tristeza por el pobre bicho) porque reconocemos claramente dónde está la falacia. Pero a veces no es tan fácil descubrir el razonamiento equivocado y confundimos correlación con causalidad. El hecho de que dos variables estén correlacionadas no significa que una sea la causa de la otra. Por ejemplo, y sin ir más lejos, puesto que desde 1860 se produjo un descenso en el número de piratas y a la vez un aumento de la temperatura media de la Tierra, podríamos decir que la solución al calentamiento global es muy sencilla: necesitamos más piratas.

Figura 1. Temperatura global versus cantidad de piratas

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Fuente: Wikipedia Commons.

Es evidente que aquí hay una falla en el razonamiento. Aunque existe una fuerte correlación entre estas dos variables, nada indica que estén unidas por un nexo causal, es decir, que una cause la otra.

Otro ejemplo es el increíble trabajo de un cardiólogo sueco que encontró una correlación entre comer chocolate y ganar premios Nobel. Aparentemente, cuanto mayor es el consumo promedio de un país, mayor es su probabilidad de alzarse con el famoso galardón. El trabajo trata el tema en un tono muy simpático, y concluye que comer chocolate mejora la función cognitiva, lo cual es una condición sine qua non para ganar el Premio Nobel, aunque queda por determinar si el consumo de chocolate es realmente el mecanismo subyacente para la correlación observada. Incluso, para evitar conflictos de interés, el doctor Messerli informa acerca de su propio hábito diario en ese sentido (predominantemente, la variedad amarga de Lindt). Esto no hace más que demostrar a qué extremos puede llegarse tratando de encontrar relaciones causa-efecto donde sólo hay aparente correlación entre variables.

A veces, el problema consiste en no tener en cuenta ciertas variables escondidas. Analicemos el siguiente ejemplo:

  1. Las estadísticas muestran que cuanto mayor es el número de bomberos que van a un incendio, más altas son las pérdidas.
  2. Conclusión: Si acuden menos bomberos a un incendio, habrá menos pérdidas.

Evidentemente, la conclusión no tiene el más mínimo sentido. Lo que ocurre es que estamos pasando por alto una variable oculta: la gravedad del incendio. Cuanto más grave es el incendio, más bomberos se necesitan y, a su vez, cuanto más grave es el incendio, mayores destrozos se producen. Esta variable escondida es la que rige a las otras dos. Pero si no nos damos cuenta de que está ahí bien podemos pensar que, para el próximo incendio, conviene enviar menos bomberos.

Estas falacias son las que tenemos que evitar cuando, por ejemplo, hacemos un ensayo clínico y queremos extraer conclusiones acerca de la efectividad de determinada droga o de cierto tipo de tratamiento. Por esto, los estudios deben ser planeados cuidadosamente y cumplir con gran número de requisitos.

¿Qué tienen que ver las falacias con los remedios de la abuela? Nadie diría que, como el gallo canta antes de que salga el sol, la salida del sol se debe al canto del gallo. Sin embargo, a veces sí nos parece lógico decir cosas como:

  1. Tenía culebrilla.
  2. Me pusieron tinta china y dijeron que esperara.
  3. Esperé y la culebrilla desapareció.
  4. Conclusión: La culebrilla se cura con tinta china.

¿Existe una relación causa-efecto entre poner tinta china y curar la culebrilla? ¿O la culebrilla desapareció porque esperamos lo suficiente como para que el virus que la causa cumpliera su ciclo y fuera eliminado por nuestro sistema inmunológico?

Muchas veces, los remedios de la abuela se mantienen gracias a falacias de esta clase. Otras, podemos encontrar explicaciones científicas. Los invito a iniciar el recorrido, esperando que les sea, a la vez, útil, interesante y un poquito divertido también.

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1 Petete es un personaje de historieta creado por el genial Manuel García Ferré. Parece un pingüino, pero es un pato con gorro de lana y un chupete colgando del cuello. El libro gordo de Petete tuvo como lema la frase pronunciada por el propio Petete “¡Una sólida cultura es la herencia más segura!”.

2 En realidad las arañas no oyen como nosotros, sino que son capaces de sentir las vibraciones transmitidas por el aire y por la superficie en la que se encuentren.

De los pies (y las manos)…

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Un corcho para el bolsillo del caballero o la cartera de la dama o la cama de ambos o la mesa de luz. Eso, al menos, sugieren muchas abuelas a lo largo y ancho del mundo. Nuevamente estamos ante una cosa’e mandinga.

Podemos pensar que la idea de usar corcho está relacionada de alguna forma con la quinina (un alcaloide que se utilizó para tratar los calambres durante muchos años, hasta que la FDA desaconsejó fuertemente su uso médico por graves efectos adversos asociados a hipersensibilidad y sobredosis).[38] Ambos se obtienen de una corteza: el corcho, del árbol Quercus suber, y la quinina, del Cinchona offinalis. Pero hasta ahí llegan las similitudes, porque no existe ni siquiera un renglón de evidencia científica que sostenga la práctica del corcho. Así que si los hace felices tenerlo de compañero de sueños o paseos sepan que no tiene efectos secundarios, pero tampoco propiedades reales. No caigamos nuevamente en una falacia…

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Para finalizar, y con todo lo leído, podríamos pensar que la mejor solución para los calambres asociados al ejercicio es realizar estiramientos para relajar el músculo. Suena a poco, y lo peor es que ni siquiera tenemos la certeza de que funcione,[39] pero es lo que hay y tendremos que conformarnos hasta que nueva evidencia nos sorprenda.

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Así concluimos esta primera sección, con todo lo que usted siempre quiso saber acerca de los pies y las manos pero nunca se atrevió a preguntar. Sin embargo, el recorrido no termina acá. Ahora nos encaminaremos hacia un huequito confortable, amigo de pelos y pelusas, más profundo y tímido en algunas personas, más valiente y extrovertido en otras. Por supuesto, estamos hablando del ombligo.

3 El grosor de la piel varía considerablemente según la edad, el género, nuestro lugar de nacimiento y las diferentes regiones de la superficie corporal. Y sí, hay investigadores dedicados a este tipo de determinaciones, como pueden ver, por ejemplo, en "Skin thickness of Korean adults" (2002). En este trabajo se realizaron numerosas biopsias en diferentes regiones del cuerpo, en hombres y mujeres coreanas.

4 “El gigante de Illinois / murió por una ampolla en el dedo del pie / después de caminar todo el día a través de la nieve del primer invierno / lanzando trozos de pan duro a las últimas palomas moteadas. / Ni siquiera sintió el zapato lleno de sangre”.

5 Pensar que detrás de algo tan simple hay toneladas de papeles y litros de tinta… Bueno, quizá sea un poco exagerado, pero seguro que al menos existen dos estudios en donde se analiza la influencia de los antitranspirantes en la prevención de ampollas: “Influence of an antiperspirant on foot blister incidence during cross country hiking” (1998) y “Effects of an antiperspirant with emollients on foot sweat accumulation and blister formation while walking in the heat” (1995).

6 Por supuesto, hay estudios al respecto, como “The skin surface and friction” (1955) y “The skin and friction: deviations from amontons’ laws and the effect of hydration and lubrication” (1971). Al parecer el talco reduce ligeramente la fricción, pero la aumenta cuando se humedece.

7 Y como muestra, tenemos un estudio en hámsters (“The effect of chronic frictional stimulation on hamster cheek pouch epithelium”, 1973) y ¡uno en marineros! (“A friction blister prevention study in a population of Marines”, 1981.) ¿Pueden imaginarse frotando al pobre hámster para generarle un callo? ¿Y al marinero? No se asusten, con los hámsters usaron un cepillo rotatorio.

8 Un minuto de silencio.

9 O por lo menos eso dicen en un trabajo de 2010 bajo el (ahora) comprensible y larguísimo nombre “Callus formation is associated with hyperproliferation and incomplete differentiation of keratinocytes, and increased expression of adhesion molecules”.

10 Si pueden, echen mano al libro For appearance sake: The historical Encyclopedia of good looks, beauty, and grooming. Encontrarán muchas anécdotas y curiosidades como esta.

11 En Rito y fórmula en la medicina popular vasca. La salud por las plantas medicinales (1990), su autor, Juan Garmendia Larrañaga, nos pasea por prácticas de uso doméstico que son o pretenden ser curativas en distintos pueblitos de España.

12 Una de las acepciones de la palabra “mandinga” es “diablo”. Cosa’e mandinga es una expresión común en el ámbito rural de algunas zonas de Sudamérica para referirse a lo que es obra del diablo.

13 La frase Something is rotten in the state of Denmark (algo está podrido en Dinamarca) la pronuncia Marcelo, guardia del castillo de Kronborg en Elsinor, en La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca, de W. Shakespeare.

14 Los premios IgNobel son una parodia estadounidense de los premios Nobel, y se entregan cada año a trabajos científicos que “primero hacen reír y luego pensar”, por ejemplo aquel en que se demuestra que las pulgas saltan más sobre los perros que sobre los gatos. Son organizados por la revista Annals of Improbable Research, y en ocasiones, otorgados por auténticos premios Nobel. El director de esta colección es el orgulloso ganador de uno de ellos en la categoría “aviación”.

15 El hermano, el olor a chivo, se ve favorecido por el vello, que coopera en la proliferación de bacterias y atrapa los compuestos volátiles. Además, en esa zona tenemos más glándulas apocrinas, que, como dijimos, liberan sustancias que pueden ser metabolizadas por las bacterias. También es notoria la aparición de olor desagradable cuando usamos una muñequera o un yeso por largo tiempo. Las razones son las mismas: más bacterias que comen, más compuestos malolientes y menos posibilidad de escape.

16 “Instrucciones para subir una escalera”, en Historias de cronopios y de famas. Impecable. Impresionante. Imperdible.

17 El escritor estadounidense Mark Twain fue un gran recopilador del folclore y las tradiciones de su tierra. Las citas en el idioma original: “Barley-corn, barley-corn, injun-meal shorts / Spunk-water, spunk-water, swaller these warts” y “Devil follow corpse, cat follow devil, warts follow cat, I’m done with ye!”.

18 Los valores estadísticos detallados de todos los estudios analizados pueden verse en “Topical treatment for skin warts”, en la base de datos Cochrane de revisiones sistemáticas (2012). Allí se señala que una solución tópica de ácido salicílico tuvo un efecto beneficioso aunque moderado en comparación con el placebo, y fue efectivo para verrugas en todos los sitios y con pocos efectos adversos, aunque para observar resultados pueden requerirse varias semanas de uso diario.

19 Razón por la cual no deben ponerse en la gelatina así nomás. Al cortar las cadenas de proteínas ya no puede formarse la red que da lugar a la gelificación y nos queda for ever líquida. La solución es inactivar las enzimas, por ejemplo blanqueando las frutas antes de colocarlas.

20 El citosol es parte del citoplasma de las células. Está formado, mayormente, por agua, y contiene iones disueltos y algunas macromoléculas, como proteínas. Cuando se congela el citosol, al ocupar el agua sólida más volumen que el agua líquida, las estructuras celulares se rompen y ¡chau, célula!

21 Nuevamente apelamos a la revisión “Topical treatment for skin warts” en la base de datos Cochrane (2012).

22 En el estudio “The efficacy of duct tape vs cryotherapy in the treatment of verruca vulgaris (the common wart)” (2002) encontraron que en el 85% de los casos que completaron el tratamiento con cinta la verruga había desaparecido durante el primer mes, pero fue criticado por no contemplar el efecto placebo. Por eso, en 2006 se hizo el estudio “Efficacy of duct tape vs placebo in the treatment of verruca vulgaris (warts) in primary school children” y allí no se encontraron mejoras significativas usando cinta aisladora respecto del placebo.

23 La contribución del lecho ungueal a la formación de la lámina termina siendo de un quinto de su espesor total; en promedio, alcanza 1,4 milímetros en las mujeres y 1,6 en los varones.

24 En la revision “Oral treatments for toenail onychomycosis: a systematic review” (2002) se encontró que hay buena evidencia de que un régimen continuo de terbinafina durante tres meses es el tratamiento oral más eficaz para las uñas de las hongos. Peeeeeero… la mayoría de los ensayos fueron financiados por la industria farmacéutica, con lo cual es posible que se haya introducido cierto sesgo en los resultados.

25 Es curioso notar que la mayoría de los casos en la población común son causados por el Trichophyton rubrum, mientras que en los atletas prevalece el Trichophyton mentagrophytes. ¿Será que el hongo es capaz de darse cuenta si somos vagos o no?

26 Entre muchos otros trabajos, y sólo a modo de ejemplo, en la revisión “Herbal medicines for treatment of fungal infections: a systematic review of controlled clinical trials” (2004) se evaluaron preparados a base de hierbas antifúngicas probadas en siete ensayos clínicos controlados. Entre ellos los del aceite de árbol de té, con resultados promisorios, aunque requieren investigación adicional en ensayos clínicos rigurosos. En cuanto al ajo, por ejemplo, el estudio doble ciego de 1999 “Efficacy of ajoene in the treatment of tinea pedis: A double-blind and comparative study with terbinafine” encontró que una crema hecha a base de ajoeno era igual de efectiva para las infecciones micóticas que el medicamento estándar terbinafina. Esto podría explicar por qué el ajo tradicionalmente era aplicado directamente en las heridas para prevenir infecciones (aunque puede quemar la piel).

27 Todo lo que usted quiso saber sobre la leuconiquia y más en “Leukonychia. Review and classification” (2007).

28 “Hay quienes” vendrían a ser los autores del trabajo “Leukonychia” (2009) y algunos cuantos más que pululan por las citas.

29 Algunos estudios sugieren que los suplementos de biotina pueden ser de ayuda para las pezuñas deformadas en caballos y cerdos. No, no se asusten. No estamos comparándolos con un cerdo. Lo que ocurre es que, como las pezuñas de los animales están hechas de queratina al igual las uñas de los humanos, estos descubrimientos han alentado a los investigadores a estudiar los efectos de la biotina en las uñas quebradizas.

30 En medicina se denomina isquemia al estrés celular en un tejido causado por la disminución de flujo sanguíneo. Si la irrigación es menor, también disminuye el aporte de oxígeno (hipoxia), de nutrientes y la eliminación de productos del metabolismo. Este estrés celular puede ser suficientemente intenso como para causar la muerte del tejido al que pertenece (necrosis).

31 En el pequeño pero categórico estudio “Vitamin D3 is not effective in the treatment of chronic chilblains” (2009) los investigadores analizaron los alcances del tratamiento de sabañones crónicos con vitamina D3 por vía oral en 33 pacientes. Los resultados fueron equivalentes a los del grupo placebo.

32 En el trabajo “Calambres nocturnos” (2003), de la Revista de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, se realiza una revisión de la etiología y el tratamiento de los susodichos. Bonus: ¡está en español!

33 En la revisión “Magnesium for muscle cramps” (2012) de la biblioteca Cochrane, se realizaron búsquedas de todos los estudios publicados de alta calidad que evaluaban la efectividad del magnesio para prevenir los calambres musculares y se encontraron sólo estudios para personas mayores y embarazadas.

34 Pueden ver, por ejemplo, “Serum electrolytes in Ironman triathletes with exercise-associated muscle cramping” (2005) o “Plasma potassium concentration and content changes after banana ingestion in exercised men” (2012), mientras se preparan una bananita pisada con miel.

35 En el trabajo “Electrolyte and plasma changes after ingestion of pickle juice, water, and a common carbohydrate-electrolyte solution” (2009) los investigadores realizaron análisis de sangre sobre nueve participantes, antes, inmediatamente después y hasta una hora luego de consumir jugo de pickles, bebidas azucaradas y agua de la canilla, para determinar sus niveles de sodio, calcio, magnesio y potasio en sangre, además de otros parámetros. El resultado fue que ninguna de las bebidas causó cambios sustanciales en los niveles electrolíticos de los participantes.

36 Supongamos que ponemos, sin querer, un dedo en el fuego. El acto reflejo es retirarlo de modo inmediato. Para que esto ocurra necesitamos toda una serie de componentes llamados arco reflejo: un receptor (terminaciones nerviosas del dedo), vía aferente (lleva la información de la quemadura a las neuronas en la médula), proceso de sinapsis (las neuronas se comunican y elaboran la respuesta al estímulo), vía eferente (lleva la respuesta elaborada hacia un órgano) y órgano efector (en este caso, el músculo que se contrae para que saquemos el dedo del fuego). Todo este proceso involuntario ocurre tan rápidamente que no somos conscientes de él, y por suerte es así, ya que si esa información tuviera que llegar al cerebro para ser procesada nos quemaríamos mucho más.

37 Muchos estudios refutan la hipótesis electrolítica. Entre ellos “Exercise-induced muscle cramp: a prospective biochemical study in marathon runners” (1986) y “Muscle cramping in the marathon: aetiology and risk factors” (2007). La nueva hipótesis pueden leerla en “Aetiology of skeletal muscle ‘cramps’ during exercise: A novel hypothesis” (1997).

38 En la revisión “Quinine for muscle cramps” (2010), de la biblioteca Cochrane, se analizó el uso de la quinina como medicación para reducir significativamente la frecuencia, duración e intensidad de los calambres. Sin embargo, está bien documentado que la sobredosis causa daños graves, incluida la muerte, y por eso ya no se utiliza.

39 En la revisión “Non-drug therapies for lower limb muscle cramps” (2012) de la biblioteca Cochrane se evaluó la efectividad de un único tratamiento por estiramiento de los músculos de las pantorrillas durante el día para prevenir los calambres nocturnos en 97 adultos mayores. Después de doce semanas, no hubo diferencias estadísticamente significativas en la frecuencia de los calambres entre los grupos bajo tratamiento y el control.

Pasando por el ombligo…

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