INTRODUCCIÓN

 

El Sermón de la montaña es una de las piezas literarias más bellas y de más rico contenido, no solo de los evangelios, sino de todo el Nuevo Testamento. Más aún, de la Biblia entera. Al mismo tiempo, las enseñanzas de este maravilloso discurso de Jesús representan un enorme desafío y una descomunal tarea para cuantos creemos en él como nuestro Mesías y Salvador. En efecto, las instrucciones y exhortaciones contenidas en los diversos pasajes de Mt 5-7 poseen un alcance nada sencillo de comprender. Sobre todo, de ahí derivan exigencias difíciles de asumir y de cumplir cabalmente. Incluso no han faltado los que han llegado a pensar que es imposible practicarlas.

Sin embargo, el Sermón de la montaña ha sido y seguirá siendo la página más emblemática del cristianismo en todos los tiempos y bajo cualquiera de sus formas y modalidades. Una comunidad católica, protestante, ortodoxa, evangélica o comoquiera que se denomine, si quiere ser auténticamente cristiana, debe considerar siempre las enseñanzas de Jesús en este sermón como sus principios rectores más importantes. En efecto, aquí encontramos las directrices fundamentales que caracterizan o, en todo caso, debieran caracterizar y conducir las actitudes, acciones, comportamientos y sobre todo las relaciones interpersonales como creyentes en Jesucristo y discípulos suyos.

Las enseñanzas de Jesús recopiladas y aglutinadas en el Sermón de la montaña son, en primer lugar, una especie de retrato del Maestro, que enseña como quien tiene autoridad. Él es también el primero en cumplir su propia doctrina, inspirada en la humildad, la sencillez, la fraternidad y la misericordia. En segundo lugar, pero de manera directa y como consecuencia necesaria, estas enseñanzas configuran el retrato de los seguidores de Jesús, sus discípulos, aquellos que están dispuestos a responder al llamamiento e «ir detrás» del Maestro, buscando aprender y asumir su estilo de vida, con todas sus consecuencias.

Podríamos decir que este magnífico discurso de Jesús, como aparece en el evangelio de san Mateo, esboza y sintetiza las enseñanzas principales y, aunque en virtud de su radicalidad representan una tarea difícil de entender y practicar, son y serán siempre las que habrán de generar actitudes fundamentales e ineludibles para todo aquel que cree en él.

El título de este ensayo ha querido conservar el sabor semítico del texto. Por eso se emplea una traducción literal: «Y abriendo su boca les enseñó diciendo» (Mt 5,2), que es la frase con la que inicia el Sermón de la montaña. «Abrir la boca y hablar» constituye una expresión de cuño eminentemente hebreo para indicar que una persona empieza a hablar, en este caso Jesús. A ello corresponde «escuchar». Esto es lo que buscamos resaltar. Si el Maestro «abre su boca» para hablar y enseñar, a los discípulos nos toca «abrir los oídos» para «escucharlo». Y hacerlo conforme a la riqueza de sentido que tiene el Shemá en la lengua hebrea: «oír», «escuchar», «aceptar», «asumir», «obedecer»... (cf. Dt 6,4).

La finalidad de estas reflexiones no va propiamente en la línea de en un estudio exhaustivo y con el rigor de la exégesis acerca de todos los contenidos que giran en torno al Sermón de la montaña. Las consideraciones que hacemos aquí se enmarcan en el intento de ofrecer una propuesta con el fin de motivar la reflexión. La esperanza es ayudar a vivir las enseñanzas en la vida cristiana y fomentar una espiritualidad inspirada en ese maravilloso discurso del Señor.

Antes de abordar de forma directa los contenidos del Sermón de la montaña es preciso lanzar una mirada de conjunto a todo el evangelio de san Mateo, no solo para enmarcar dicho discurso en un horizonte más amplio, sino sobre todo para comprenderlo mejor desde la obra evangélica completa. De este modo evitamos el riesgo de considerar el sermón como una pieza aislada o independiente del resto del evangelio. Así podremos descubrir al evangelista como alguien más que un simple recopilador y, más bien, como el autor de una obra bien hilvanada desde el punto de vista literario, teológico y catequético.

El objetivo es entender mejor el Sermón de la montaña inserto en el conjunto de todo lo que el evangelio que san Mateo propone a su comunidad. Propuesta siempre válida para todos los que creemos que Jesucristo es «el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16,16).

Ojalá las reflexiones propuestas en el presente ensayo sean útiles no solo para una mejor comprensión de tan bello sermón de Jesús, sino para motivar a asumir y vivir mejor sus enseñanzas en nuestro camino como discípulos y misioneros de Jesucristo.