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En el nombre de la madre

Cita

Acostúmbrate, hijo, al desierto.
Joseph Brodsky

Hebreo_antiguo

En hebreo antiguo existen dos emes, una normal que va en cualquier lugar de la palabra y una que solo la cierra. En el nombre de Miriàm hay dos emes, una de exordio y otra terminal. Tienen dos formas opuestas. La eme final, mem sofit en hebreo, está cerrada en todos sus lados. La inicial está hinchada y tiene una abertura hacia abajo. Es una eme grávida.

Premisa

Las noticias acerca de Miriàm/María provienen de las páginas de Mateo y de Lucas. Aquí se agranda un detalle por ellos esbozado: el ascua de la natividad en el cuerpo femenino, el más perfecto misterio natural.

En el fondo carece de peso, es el escupitajo de un minuto, el concurso masculino. En esta historia está ausente sin que se sienta su ausencia.

No está escrito en sus libros que en el establo hubiera parteras o demás personal en torno al parto. Lo que no está escrito forma igualmente parte del relato: no los había. Parió ella sola. Ese es el mayor prodigio de aquella noche de natividad: la pericia de una joven madre, su soledad asistida. Nada de astros-cometa ni de Magos, tres, por pistas de camellos: la sabiduría del parto de Miriàm/ María.

Aquí se agrandan detalles para intentar una aproximación.

«En el nombre del padre»: inaugura la señal de la cruz. En el nombre de la madre se inaugura la vida.

Prólogo

Maestral de marzo

No es raro en la naturaleza el inseminarse al viento,
como las flores.
Flor es el nombre del sexo de las vírgenes,
quien lo coge, desflora.
Miriàm/María quedó preñada de un ángel en adviento
con las puertas de par en par, a mediodía.
El viento se enroscó a su costado
soltando la cintura, dejó semilla en el regazo.
Fue ascendida sin apartar el dobladillo del vestido.
En la primera cosecha del trigo contaba tres meses
desde el maestral de marzo que le besó el aliento
haciéndola matriz de un hijo de diciembre, que es luna de kislev1 para ella, Miriàm/María,
hebrea de Galilea.