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Primera edición.

Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2004.

Primera reimpresión

Editorial Tecnológica de Costa Rica, 2010.

375.001

F294c       Fëdorov,Andrei

¿Cómo programar un curso? guía para

elaborar y autoevaluar el programa del curso/

Andrei Fedorov. -- 1a. ed. -- Cartago :

Editorial Tecnológica de Costa Rica,2003.

152 p.

ISBN 9977-66-152-9

ISBN EPUB 978-9977-66-275-6

 

1.PROGRAMACIÓN DE CURSOS. 2.

 ASIGNATURAS. 3. EVALUACIÓN. 4.

 AUTOEVALUACIÓN. 5. INSTRUCTIVO.

©  Editorial Tecnológica de Costa Ric

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ePub x Hipertexto Ltda. / www.hipertexto.com.co

A la energía omnipotente que me une

con Dios todopoderoso.

A mi abuela y mis padres, que me educaron

y me legaron lo mejor de sí mismos.

A mis amigos que, sin importar dónde se encuentran,

 siempre están en mi corazón.

 

A los (as) compañeros (as) y amigos (as) del TEC

por enseñar y compartir conmigo cotidianamente

toda la riqueza de su conocimiento y sabiduría.

Sobre todo a los colegas del CEDA

Rosita, Carlos, Rodo, Ulises, Mario y Fabio,

 por ser parte de este trabajo y una fuente

de inspiración para seguir adelante.

I

Introducción

                  La especie que sobrevive no es la más fuerte

ni la más inteligente,

 sino la que mejor responde al cambio.

Charles Darwin

Una frase filosófica que encierra una verdad casi absoluta abre las puertas del futuro para los estudiantes de una Universidad del siglo XXI: “La constante es el cambio”. Evolucionará exitosamente quien se adapte mejor a la transformación y desempeñe un papel proactivo en esta dinámica renovación. La economía, la ciencia, la tecnología, la cultura, la religión y la ética, la sociedad en general, evolucionan. Como encarnación de estas sucesivas transformaciones avanza vertiginosamente la información.

La educación superior está íntimamente vinculada con la información. Por lo tanto, ya no podemos enseñar y aprender de memoria toda la teoría que se ha generado alrededor de las amplias áreas del saber y las específicas de cada carrera. Si lo continuáramos haciendo, los futuros profesionales se desactualizarían antes de graduarse.

La universidad moderna se encamina hacia la educación totalizadora y en sus políticas, da prioridad al desarrollo de las habilidades y actitudes para la comunicación, el razonamiento y pensamiento crítico, la investigación, la resolución de problemas y toma de decisiones, la inteligencia interpersonal, el espíritu emprendedor, el trabajo en equipos y el aprendizaje cooperativo, la ética y los valores, la responsabilidad personal y cívica y la sensibilidad intercultural.

Cumpliendo su Misión, la Universidad debe ser consciente de su obligación de brindar una formación que prepare a los estudiantes, no solamente para las exigencias de hoy, sino para las próximas siete u ocho décadas de su vida: enseñándoles a aprender por sí mismos, y logrando el desarrollo de personas y especialistas integrales.

Ser profesor en un ámbito universitario del siglo XXI exige la reflexión acerca de educación superior y de las prácticas, retos y responsabilidades del proceso educativo, incluidos aspectos tales como la planificación, el diseño, el desarrollo y la evaluación de los cursos frente a las exigencias de las nuevas realidades y perspectivas.

La elaboración de un programa de curso es un proceso científico que se construye con base en un paradigma educativo. Por lo tanto, cualquier proceso de planificación didáctica exige una previa reflexión sobre los aspectos más inclusivos de la educación superior y sus procesos. ¿Cómo construir un curso para fomentar en los estudiantes la capacidad de construir conocimiento por cuenta propia, pero en forma cooperativa ¿Cómo lograr que el aprendiz ponga en práctica sus conocimientos, que interactúe efectivamente en ámbitos pluriculturales, que se adapte en forma natural y continua al incesante cambio de su entorno y se encargue de realizar a plenitud su potencial de ser humano?

Entre estos aspectos fundamentales, la presente guía se orienta al proceso de planificación y de diseño, con la intención de proporcionar a los profesores criterios para la elaboración o revisión de los programas de cursos presenciales o virtuales, seminarios, laboratorios o talleres de las carreras de las instituciones universitarias sumergidas en un continuo proceso de autoevaluación y automejoramiento.

El trabajo de elaboración del programa es un proceso útil, cualquiera que sea nuestro nivel de experiencia docente y preparación académica. Para un profesor nuevo es muy difícil programar su curso coherentemente con el diseño curricular de la carrera o programa.

El docente que comienza su camino enfrenta varios obstáculos: en el caso de los profesores de las universidades, en su gran mayoría no fueron formados formalmente para desempeñar un papel de educador y, por lo tanto, en muchos casos no poseen conocimientos básicos en el área curricular. Además, en sus inicios aún no poseen una visión íntegra de la carrera como un todo y del papel que en ella desempeña su curso específico. Con el tiempo, esa carencia se supera por medio de la formación permanente en la docencia y con las vivencias en la cátedra. Para quien imparte un curso por primera vez, dedicar algún tiempo para hacer o rehacer el programa permite una mayor seguridad y organización de su trabajo en el salón de clases.

Para los profesores con amplia experiencia docente, la elaboración del programa constituye un ejercicio insustituible para someter a revisión y mejorar su manera de enfocar o abordar los cursos que dictan.

La presente guía no pretende ser un recetario o conjunto de reglas infalibles para el diseño de un programa. Nuestro mayor interés es que el diseño de programas sea, para quienes ejercemos la docencia universitaria, una práctica continua y valiosa, en la medida en que la sintamos como un alto en el camino, un tiempo que nos tomamos para incorporar nuevas ideas y resolver aquello que no nos satisface en nuestros cursos.

Mahatma Gandhi dijo: “La regla de oro es hacer, sin miedo, lo que uno cree que es correcto”. Afirmemos y confiemos en el espíritu autocrítico, reflexivo, colaborativo y constructivo de los profesionales que trabajan en educación y formación todos quienes ejercemos la docencia frente a los retos del tercer milenio.

II

Definición

Tú puedes triunfar en todas tus actividades,

mas no es suficiente pensar en el éxito.

Quien realmente logra salir adelante

es quien pone todo su entusiasmo en un plan concreto;

quien determina medios, métodos y metas claras

y luego trabaja con persistencia hasta lograr

lo que se propone.

¡Organízate! No camines a la deriva.

Fíjate objetivos precisos y convenientes.

 Y entonces sí, decídete y actúa.

Tiberio López

No es necesario ser un sabio para predecir que sólo quien sabe lo que quiere con exactitud llegará a conseguirlo con más seguridad. De este modo tenemos que definir el concepto del programa de curso y presentarlo en su función planificadora y ejecutora: ¿qué es lo que queremos y cómo pensamos alcanzarlo?

Margarita Pansza González, citada por Hernández (2001:175), destaca la importancia que reviste para el docente no ser un simple ejecutor, sino participar en la elaboración de sus programas.

Existe un amplio espectro de opiniones sobre lo que es un programa del curso. Por ejemplo, Quesada, Cedeño y Zamora (2001:175) presentan el programa del curso como “(...) el espacio que define la organización de las experiencias de enseñanza y aprendizaje, y orienta el proceso de interacción dialógica entre el docente y los estudiantes”.

La profesora Ana Cecilia Hernández (2001), del departamento de docencia universitaria de la UCR, resalta la cualidad de flexibilidad del programa y lo define así: “(...) un instrumento que sintetiza la conceptualización y organización de un curso universitario. Resume la intencionalidad, los contenidos y la forma en que será desarrollado, así como la forma o estrategia de evaluación de los aprendizajes, la bibliografía a emplear y otros aspectos atinentes al curso”.

Pansza indica: “(...) el programa es la herramienta fundamental del trabajo que realiza el docente y está íntimamente relacionado con los problemas de finalidad (consciente e inconsciente) y con la intencionalidad que caracteriza a la práctica docente” (Hernández 2001:91).

La misma autora propone la siguiente definición de programa: “Un programa de estudios es una formulación hipotética de los aprendizajes que se pretende lograr (...). En todo programa es importante también considerar el tiempo con que se cuenta para desarrollar el trabajo docente y las condiciones en que éste se llevará a cabo; el programa (. ) debe ser concebido como una propuesta mínima de aprendizajes relativos a un curso particular” (Hernández 2001:15).

Carlos Masís (2001) señala la importancia de las relaciones de congruencia, interdependencia y de jerarquía que existen entre los planes de estudio de la carrera, el programa del curso y el planeamiento didáctico; de tal modo, cada uno de los planes mantiene su propio nivel de inclusión y permite que de él surjan, como subdivisiones y especificaciones operantes, los programas y planes más concretos. Por lo tanto, es preciso indicar que el programa del curso debe desempeñar el rol de planificador estratégico, con su propio nivel de concreción y generalización, como importante eslabón intermedio entre los planes de estudio y el quehacer cotidiano en el aula universitaria.

Mas adelante, Masís (2001) define el término de la siguiente manera: “El programa de curso constituye el trabajo de previsión en un determinado período de tiempo (un mes, dos meses, un semestre o un año) que dure un curso. Es una versión anticipada de lo que el instructor enseñará y cómo enseñará un determinado conjunto de conocimientos y promoverá la adquisición de un conjunto de habilidades y actitudes, distribuidas, organizadas y delimitadas para ser cubiertos en el tiempo previsto”.

En las definiciones anteriores, se destaca el papel de planificación de la materia, del tiempo, del espacio y del quehacer de los actores del proceso educativo que desempeña el programa de curso. Se nota que los autores citados, expertos en el tema tanto nacionales como internacionales, impregnan las definiciones con cierta posición epistémica, lo que en la práctica atribuye diferentes significados y grados de importancia a los procesos de la enseñanza y el aprendizaje y resalta diferentes componentes o requisitos que el programa debe contener o cumplir. Por ejemplo, Quesada, Cedeño y Zamora (2001: 177) presentan los detalles de cuatro diferentes modelos de los programas de curso: “el modelo lineal, el modelo basado en preguntas generadoras (problemas), el modelo basado en resolución de casos y el de planteamiento de hipótesis para cursos prácticos”.

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Uno de los puntos de interés para nosotros es el formato del programa del curso. Pansza, citada por Hernández (2001) anota: “Aunque el formato de un programa de estudios puede ser variado, es recomendable que en las instituciones se logren, de ser posible, acuerdos entre los profesores para unificar la presentación de los programas a los alumnos” (Hernández 2001: 32).

Los documentos normativos consultados para la elaboración de esta guía hasta cierto grado definen los puntos que deben ser representados en un programa del curso. Por ejemplo, el artículo 46 del Reglamento del Régimen de Enseñanza y Aprendizaje del ITCR puntualiza y exige los elementos referentes al plan de estudios y los operativos que deben conformar un documento de esta índole. De este modo, tomaremos la posición epistémica plasmada en los documentos normativos del Instituto como el fundamento para definir los requisitos que debe cumplir un programa de curso impartido en él.

Cabe señalar que en el caso de los cursos o módulos virtuales y bimodales, que resaltan las funciones de organización y planificación del programa de curso, se propuso el término “Eje organizador”. La construcción de esos ejes permite concretar las declaraciones macro del plan de estudios y llevarlas a nivel adecuado para poder con facilidad operacionalizarlas posteriormente en el planeamiento didáctico.

Siguiendo primordialmente el modelo lineal caracterizado por Quesada, Cedeño y Zamora (1999: 38-39), para los efectos de este guía se establece el siguiente formato de la estructura de un programa de curso (Fig. 2): 1 Datos generales del curso; 2 Descripción general del curso; 3 Objetivos generales y específicos; 4 Contenidos y cronograma; 5 Metodología del proceso educativo; 6 Actividades de aprendizaje; 7 Evaluación y medición; 8 Referencias bibliográficas; 9 Información acerca del profesor. A continuación presentaremos en detalle cada uno de los apartados que forman parte de un programa.

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III

Instructivo

Los ideales son como las estrellas:

 nunca las podemos tocar con las manos,

pero al igual que los marinos en alta mar,

las tenemos como nuestro guía y, siguiéndolas,

 llegamos a nuestro destino.

Carl Schürz

1. Datos generales del curso

Como ya mencionamos, una de las principales funciones de un programa de curso es facilitar una buena comunicación entre la institución, los profesores y los estudiantes. Por ello, es importante que el documento escrito incluya un encabezado con datos relevantes y concisos acerca de la institución, la carrera y la asignatura. Ya que es usual observar que en algunos programas se maneja mayor cantidad de datos (útiles para los estudiantes, los procesos administrativos, de acreditación, de equiparación y de reconocimiento, etc.) que en otros, es conveniente lograr en cada institución e, inclusive entre todas las instituciones públicas, un acuerdo respecto a qué información se proporcionará en este espacio.

1.1. Colocar logo oficial de la Institución

1.2. Indicar las siglas de la Institución

1.3  Indicar el nombre completo de la Institución

Éste parece ser uno de los apartados del programa más triviales, en el cual muchas cosas aparentemente no están dentro de la competencia del profesor y son preestablecidas a nivel de la institución (como lo es el logo definido por la comisión de la imagen institucional), de la escuela o del plan de estudios (como el nombre del curso, su código, los requisitos y la ubicación dentro del plan de estudios). Aun así, aquí existe mucho campo para la reflexión, el análisis e, inclusive, para la creatividad, hasta con los elementos tan estáticos como el logo institucional: se puede darle apariencia tridimensional, jugar con la luz y sombra, la textura de la imagen, lo que al fin dará desde el principio un toque particular a su programa y será uno de los elementos distintivos de su curso.

1.4. Indicar la (s) Escuela (s) o Departamento(s) a la (s) que pertenece el curso

Comúnmente conocemos los cursos que están adscritos a una escuela o departamento particular, pero cabe anotar que últimamente en algunas instituciones surgen iniciativas innovadoras de gran interés. Por ejemplo, desde el 2001 tres o cuatro profesores de tres escuelas diferentes del TEC (Departamento de Ingeniería en Computación, Escuela de Diseño Industrial y Escuela de Ingeniería Electrónica) trabajan en conjunto en unos cursos electivos dónde están involucrados estudiantes de las tres escuelas, con el objetivo de desarrollar un trabajo de resolución de problemas en forma inter y transdisciplinaria.

En este caso se puede anotar una sola escuela a la cual pertenece el curso y las demás son simples usuarias de un curso “de servicio”; en el caso de un curso multidisciplinario, el curso pertenece a todas las escuelas participantes y, por lo tanto, involucra con toda la responsabilidad colegiada a estas escuelas y profesores a cargo. De hecho, la relación y las obligaciones de los profesores respecto al curso se plasmarían en la definición del curso colegiado (curso cuyos “contenidos” son “impartidos” entre dos o más profesores, existiendo una estrecha coordinación en el desarrollo del programa. Debe existir un profesor responsable del mismo y es necesaria la presencia de todos los profesores involucrados cada vez que se den lecciones). Es de gran trascendencia tener esto en cuenta, ya que cualquier decisión sobre el curso (por ejemplo, algún cambio en el programa) debe ser aprobada por los consejos de las tres escuelas involucradas.

1.5. Indicar el código del curso