Dos disparos. Sarajevo 1914

Plàcid
Garcia-Planas

Sarajevo 1914

Fotos: Quim Roser
Foto de portada: Pistola utilizada por Gavrilo Princip para el atentado de Sarajevo.


 

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Plàcid Garcia-Planas (Sabadell, 1962) es reportero de la sección internacional de La Vanguardia. Ha cubierto la desintegración de Yugoslavia y las guerras del golfo Pérsico, Líbano, Israel, Palestina, Afganistán y Libia, entre otras. Es autor de La revancha del reportero (Diëresis), Jazz en el despacho de Hitler, Como un ángel sin permiso; cómo vendemos misiles, los disparamos y enterramos a los muertos. Es coautor, junto a Rosa Sala Rose, de El marqués y la esvástica.

Una lágrima en el ojo de Serbia

Sarajevo, 25 de junio de 2014

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La parte vieja y turca de Sarajevo, donde Francisco Fernando y Sofía se compraron una alfombra el primer día de su visita. FOTO: QUIM ROSER

La Primera Guerra Mundial empezó con amor.

A las tres de la tarde del 25 de junio de 1914, Sofía Chotek esperaba a su esposo en un andén de Sarajevo. Había llegado unas horas antes: Bosnia era un viaje de riesgo y ella quería estar a su lado.

Estaba casada con un tipo sin demasiada gracia. Sobrino del emperador, Francisco Fernando era heredero del imperio austro-húngaro por descarte. Maximiliano, hermano pequeño del emperador, fue ejecutado en México. Rodolfo, el hijo, se suicidó en Mayerling. Carlos Luis, hermano mediano, murió de tifus al beber agua del río Jordán... El siguiente en la lista era él.

No le gustaba Wagner y Goethe le dejaba indiferente. La Academia de Bellas Artes de Viena cerró la puerta a Gustav Klimt por la aversión del heredero hacia las vanguardias. Admiraba la autocracia del zar y le caían mal los húngaros, los masones, los protestantes, los socialdemócratas y los judíos.

Era carca en todo menos en una cosa: el amor. Conoció a Sofía Chotek y se casó atraído hacia ella y ella hacia él, plantando cara al emperador. Los Chotek eran una antigua aristocracia de Bohemia, pero no suficientemente alta. No eran elegibles. Hofburg, el palacio más estricto de Europa, lo intentó todo para que se olvidara de ella. Pero Francisco Fernando no creía en los enlaces y círculos cerrados: «Hace que nuestros niños sean idiotas o epilépticos».

Ese acto de libertad gustó a las clases medias vienesas y disgustó a la Corte, que impuso un matrimonio morganático: Sofía y sus descendientes eran desposeídos de los derechos sucesorios y de todos los títulos y privilegios propios de los príncipes elegibles. El 28 de junio de 1900, Francisco Fernando firmó el acta de renuncia ante el emperador y el Estado. Tres días después se casaba con ella. Ningún miembro masculino de los Habsburgo asistió a la boda.

Catorce años después, Sofía seguía sin poder acompañar a su esposo al palco imperial de la Ópera de Viena: la sangre lo prohibía. Pero ella le esperaba aquí, en el andén de una lejana ciudad donde podían pegarles dos tiros.

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Antes de partir hacia Sarajevo, el archiduque recibía un telegrama del káiser Guillermo:

«Las rosas de mi jardín están floreciendo. Los rododendros también están floreciendo».