Cubierta

001

Portada

LA OTRA CARA DEL
AJEDREZ

DEBICEI

L. A. O

ÍNDICE

COMIENZA LA PARTIDA

LA TORRE

EL CABALLO

EL ALFIL

LA REINA

EL REY

EL PEÓN

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Derechos de autor

Copyright ©2008 Dolores Arjona Olmo (DEBICEI)

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Library of Congress Catalog No. 2008015830

ISBN 978-1-59835-068-5

First Edition

Printed in Canada

10 9 8 7 6 5 4 3 2 1

Dedicatoria

Con todo mi inmenso cariño
a Zartóm y Ceperis por estar ahí, en el silencio,
siempre ayudándome y,
a Carolina, por quererme a viva voz.
Gracias

GUÍA DEL LECTOR

(Principales personajes de esta historia en orden alfabético)

» SR. ALARUK Guía en las ruinas de Babilonia.
   
» MONSIEUR DE CROIX Jefe del servicio médico de la ONG-Belga.
   
» IMÁN EMEJERY Máxima autoridad religiosa iraní.
   
» SR. GREDIMBURG Profesor de la Universidad de Edimburgo.
   
» SR. IBRAHIM Director del Departamento de Arqueología Caucasiana.
   
» SR. JALANDIA Profesor Emérito de la Escuela de Sabios de Alejandría.
   
» SR. JARONA, Jerónimo Abuelo de Ludovica. Investigador.
   
» LUDOVICA Nieta del Sr. Jarona.
   
» SRA. MAGDASALA, Mabeluk Doctora e investigadora.
   
» NEFTALÍ Joven ayudante del Sr. Ibrahim.
   
» SR. NIANDROSORU Filósofo de la Escuela de Filosofía Griega.
   
» Dr. VAN THEUSEN Responsable de la ONG-Holandesa.

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LUGARES CITADOS

1. NAIROBI (África)
   
2. BAGDAD (Irak)
   
3. QOM (Irán)
   
4. CHELIABINSK (ciudad de la Rusia Asiática)
   
5. JATANGA (ciudad de la meseta siberiana)

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COMIENZA LA PARTIDA

La habitación quedó en silencio. Al fondo, iluminado por la luz que entraba por la ventana alta de la estancia, se veía el tablero de ajedrez con sus figuras, preparadas para empezar la andadura por las casillas blancas y negras del mismo. Los colores simbólicos de la vida: el blanco y el negro.

A Ludovica siempre le había fascinado el poder encerrarse en la buhardilla de su abuelo y adueñarse de ese gran mundo de misterio que en ella reinaba.

—Abuelo, hoy voy a subir a la buhardilla. Si me necesitas, me llamas —le comentó.

El abuelo sonreía y, por encima de sus quevedos, sus ojos la animaban a hacerlo.

Al ver el tablero de ajedrez, le dio por pensar que la parte oculta del mismo encerraba algún misterio y ella estaba dispuesta a descubrirlo.

Las figuras alineadas en sus casillas, listas para cumplir su misión en el juego, siempre atraían su atención. De pronto se imaginó que cada movimiento correspondía a una orden recibida desde el lado oculto del tablero de ajedrez. Era como si las fuerzas invisibles de la vida se manifestaran a través de los movimientos de las figuras y ello diera como resultado un hecho o acontecimiento extraordinario que, una vez descubierto, significaría la apertura de un camino o la respuesta a una incógnita en la vida de la humanidad.

Ludovica decidió involucrarse en la partida y se dijo a sí misma: “Vamos, señores, ¡comencemos el juego!”.

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LA TORRE

Al bajar de la buhardilla me encontré al abuelo muy concentrado viendo la televisión, con ese gesto tan característico que lo distinguía: su mano izquierda cerca, más bien apoyada en su cara, y abierta en forma de ele, con el dedo índice dirigido hacia la sien y el corazón, simulando un bigote. Estaba escuchando las noticias. En ese momento, el presentador informaba acerca de la revuelta que se había producido en Siberia, protagonizada por trabajadores de una compañía farmacéutica que llevaba años realizando trabajos de investigación en esa parte del mundo. La protesta se debía a la controversia suscitada entre los investigadores y el gobierno ruso por el resultado de las investigaciones realizadas. Mientras que estos estaban seguros de haber encontrado la solución para combatir la enfermedad o, mejor dicho, la plaga que asolaba a la humanidad, el sida, el gobierno ruso pensaba que se había exagerado el resultado de la investigación y exigía al equipo investigador un silencio absoluto por carecer de resultados fiables que demostraran el descubrimiento.

El abuelo me observó y comentó:

—Ludovica, la torre, que aunque todo lo ve debido a su posición estratégica en el tablero de ajedrez y, por tanto, se podría decir que es más importante que el peón, nunca se podría mover si el peón no se lo permitiera.

Escuchaba al abuelo a la vez que oía al locutor relatar los hechos que acontecían en Siberia.

—¿Qué será lo que han descubierto los investigadores soviéticos en Siberia para sospechar que, con ello, se puede combatir el sida? —comenté en voz alta.

—Siberia posee grandes yacimientos de diamantes. Tal vez, un elemento de la composición del diamante posea cualidades altamente eficaces para ser utilizado en la vacuna contra el sida. Si mis conjeturas fueran ciertas, imagínate lo que ocurriría con el comercio de diamantes.

De repente me di cuenta de que los científicos rusos podrían seguir con sus investigaciones siempre y cuando su gobierno lo permitiese. Luego esta conclusión significaba lo mismo que me había dicho el abuelo: la torre se podrá mover siempre y cuando lo permita el peón. Para mí, el gobierno ruso no jugaba el papel de peón, sino que el peón significaba los intereses creados alrededor del mercado de diamantes.

Ludovica pasó toda la noche en vela. ¿Cómo era posible estar ante el descubrimiento más importante del siglo XXI y no poder proclamarlo a los cuatro vientos? En vista de que no podía dormir, decidió tomar un vaso de leche. Mientras bajaba a la cocina, divisó luz y pensó que el abuelo tampoco podía dormir.

—Hola, abuelo.

—Hola, Ludovica. Te estaba esperando.

—¿Me estabas esperando, abuelo?

—Sí. Creo que es hora de hacer un viaje a África.

—¿¡Nos vamos a África!?

—Así es. Debemos de contactar con determinadas personas en África que nos ayuden a conseguir que la humanidad se pueda beneficiar con el nuevo descubrimiento: la vacuna para combatir el sida.

—Estoy de acuerdo, abuelo. ¿Cuándo salimos?

—Tan pronto como consigamos los billetes y hayamos realizado toda la gestión burocrática que nos exija el viaje.

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