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A la Reina Roja, por tantas razones que tomaría una vida tratar de explicarlas.

Prólogo


Sergio de Régules


Niños: aunque ustedes y yo aún no nos conocemos, puedo decir algunas cosas acerca de ustedes. Por ejemplo, que en este momento están leyendo. Es inútil que lo nieguen. También puedo decir que son personas muy ordenadas, porque empezaron a leer por el prólogo. Si el libro fuera una casa, el prólogo sería como la entrada, así que ¡bienvenidos! Pasen, pasen, ¡qué gusto que vengan por aquí!

Para irnos conociendo y para estar a mano les diré algo de mí. ¿No les pasa que, cuando ven una película muy buena, luego se mueren de ganas de ir a contársela a todo el mundo? Así estoy yo después de terminar Arañas, pesadillas y lagañas… y otras misiones para niñonautas. Cuando se trata de una película, uno puede cometer el error de contar el final y con eso arruinarles a los demás el placer de verla. Lo bueno de un libro como este es que, por más que yo les cuente, es imposible que les arruine el placer de leerlo, porque lo más interesante no ocurre al final ni en medio ni al principio: ocurre en cada capítulo.

Porque cada capítulo de este libro consiste en un breve texto informativo con tres datos interesantes acerca de los temas más raros, y un cuento o poema relacionado con ellos. Conforme lo iba leyendo, me di cuenta de que, además de disfrutar lo que nos dicen Kirén Miret y Maia F. Miret sobre las arañas, las pesadillas, las lagañas, hacer pipí o el bloqueador solar, me daba mucha curiosidad ver qué harían con esa información los autores de los cuentos o poemas acompañantes.

Primero traté de adivinar de qué se trataba el cuento antes de leerlo. Fallé todas las veces: el cuento siempre fue una sorpresa. ¿Cómo me iba a imaginar que la información acerca de los elevadores iba a inspirarle a la escritora Mónica Brozon un cuento sobre abuelitas? ¿O que el origen de la famosa señal S.O.S para pedir auxilio iba a dar lugar, en la mente de Alberto Chimal, a una historia de opoluks? (Si no se aguantan las ganas de saber qué es un opoluk, vayan al capítulo sobre el S.O.S.; en este libro no tiene nada de malo saltarse páginas o dejar el prólogo a medias.) Por más esfuerzos que hacía, no lograba imaginar cómo se podían escribir cuentos sobre las zanahorias, los cepillos y los pulpos, así que me di por vencido. Después de mi fracaso adivinatorio decidí dejarme llevar y descubrir maravillas a cada vuelta del camino, como turista sentado en la parte alta de un Turibús.

Donde yo fallé, tal vez ustedes tengan éxito. Así, pues, como misión especial para niñonautas les propongo que vean si ustedes sí pueden adivinar de qué se tratarán los cuentos tras leer los textos informativos o de oír las cápsulas correspondientes. Aquí van unos ejercicios para ir entrenando: ¿cómo se pueden relacionar los cambios de voz, tema de un capítulo, con un famoso cantante del siglo XVIII en el cuento que escribió Luigi Amara? O vayamos al capítulo sobre los orines: imagínense qué dice el texto súper creativo de Gabriela Damián Miravete que lo adorna. Nada más de acordarme me dieron ganas de ir al baño, así que mientras ustedes adivinan… No me tardo.

Los buenos libros te hacen pasar emociones de todo tipo. Los que más me gustan a mí son los que no solo te hacen maravillarte y reír (o que te dan asco con sus brujas recolectoras de lagañas), sino que además tienen rincones para ponerse triste o reflexionar. ¿Les digo dónde hay uno en estas páginas? Está en un capítulo relacionado con minas y mineros. Pero tal vez sea mejor que ustedes mismos descubran los otros rinconcitos tristes, íntimos y reflexivos de este libro, y escojan su preferido.

En la sección “Guácala” veo un dibujo de una ballena que hace gesto de echarse un eructo y escupe a una persona que se había tragado. En este libro las ilustraciones no están nada más para decorar: están para comentar lo que pasa en las partes escritas, como un personaje de teatro que, mientras los demás actores declaman sus parlamentos, se dirige al público y le dice otra cosa con un guiño y como en secreto. Algunas de las ilustraciones de plano se sublevan y cuentan su propio cuento, de modo que este libro es como tres libros: el de la información, el de los cuentos y poemas y el de las ilustraciones de Jazmín Velasco. De hecho, es como cuatro libros si tomamos también en cuenta el increíble diseño, ¡o como cinco libros si sumamos las cápsulas grabadas!

Después de leer Arañas, pesadillas y lagañas… y otras misiones para niñonautas tengo tres preguntas para las autoras:

¿Cómo se le hace para ser un niñonauta?

Para ser niñonauta hay que preguntar, preguntar y preguntar, y cuando crees que no puedes preguntar más, ¡pregunta otro poquito! No importa cuántas veces te hagan “duuuuh…”; no ceses en el esfuerzo ¡y sigue preguntando!

¿Todavía quedan lugares?

¡Claro que hay lugares!, es más, cuantos más seamos, mejor. Aquí cabemos todos, ¡pero apúrense!

¿A fuerzas hay que ser niño?

Noup. Tenemos integrantes de todas las edades, sexos, nacionalidades y gustos (hasta se colaron un perro y tres gatos). Contamos con maestros, pedagogos, papás curiosos, unos cuantos chismosos y un par de merolicos que iban pasando por ahí.

Y ahora, por favor, entren. No se queden parados en la puerta. ¿Qué les ofrezco? Tenemos (como descubrirán en estas páginas) malteada de sangre con fresa, mermelada de lagañas, tortas vomitadas a medio digerir y tacos de bichos.

Siéntanse como en su casa. Visiten todos los cuartos en el orden que quieran. Disfruten el libro.

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Presentación



Este tercer libro de la serie Niñonautas trae un montón de sorpresas: cuentos increíbles, ilustraciones y un diseño súper ingenioso, un disco con las cápsulas en audio para que te diviertas mucho y un capítulo muy especial, el de los asuntos escabrosos. En él encontrarás diez temas que por lo general parecen complicados, pero justo por eso los incluimos y procuramos abordarlos de la manera más natural posible, pues sabemos que pueden resultar difíciles y hasta un poquitín incómodos.

Nosotros creemos que se tiene que hablar de todo, y como sabemos que eres inteligente te explicamos las cosas como son, sin muchas vueltas, muy a nuestro estilo, pues.

Arañas, pesadillas y lagañas… y otras misiones para niñonautas es el resultado del trabajo en conjunto de un gran equipo. Está compuesto de muchas partes y para hacerlo posible participamos muchísimas personas, cada quien haciendo lo que mejor sabe hacer; así que cuando lo abras y lo leas, veas o escuches, imagina que tienes en tus manos una maquinita perfectamente aceitada, donde cada detalle hace posible que funcione a la perfección.

Disfruta tu libro y bienvenido seas a este tercer y último tomo de la serie Niñonautas.

Con gran cariño,


Kirén

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