Escribir sobre el ayuno no es nada nuevo. No es mi intención crear un decálogo del ayuno, ya que de estos se han escrito unos cuantos, y por cierto muy buenos. Y es que el ayuno es, posiblemente, una de las técnicas instintivamente utilizadas por las civilizaciones desde que el hombre es hombre.

Lo que me ha motivado a escribir esta obra ha sido aportar mi granito de arena a partir de las experiencias que he podido compartir con centenares de pacientes que inician anualmente sus ayunos en mi consulta. Gracias a ellos he obtenido mucha información sobre el funcionamiento del cuerpo, la mente y el espíritu. Y los astros, la vida y las personas que me rodean me han hecho saber que ha llegado el momento de compartir este conocimiento, algo que espero lograr por medio de este libro.

Mi intención es que las personas sepan que tienen una gran posibilidad de conocerse a sí mismas por medio del ayuno. Mientras se practica surgen nuevos horizontes; el ayuno nos ayuda a sacar brillo –o a desempolvar– aquello que ya somos y que desde la individualidad no estamos reconociendo.

Por medio del ayuno emprendemos un viaje en el que descubrimos grandes verdades de nuestro ser. Además, la ciencia ha verificado que a fecha de hoy no existe ninguna pastilla que sea tan prodigiosa como el ayuno como herramienta de sanación.

Yo misma, durante todos estos años, he visto cómo infinidad de patologías físicas, emocionales y espirituales han encontrado alivio por medio del ayuno. Las personas adquieren una mejor comprensión de sí mismas y se disponen realmente a mejorar sus vidas; aprenden a gestionarse y disponen de nuevas herramientas que les brindan la oportunidad de volver a empezar.

Esto no tiene lugar de la noche a la mañana; es un proceso, y como tal, requiere tiempo. Con el paso de los días, las personas van abriendo los ojos, van adquiriendo una mayor conciencia. Y no solo conciencia de sus aspectos físicos. De hecho, somos cuerpo, mente y espíritu. Estos tres sistemas interactúan, formando una unidad, y cada uno de ellos necesita un tipo de alimento diferente: comida, abrazos, amor, meditación...

Ocurre sin embargo que muchas veces la mente se desconecta del cuerpo. Entonces el alma vibra dentro de la persona pidiendo ayuda, mientras la mente no entiende qué está pasando. Pues bien, durante el ayuno se van a alinear inevitablemente los tres sistemas, con lo cual la persona adquirirá una mayor comprensión y coherencia: lo que subyace en cada uno de los tres es exactamente lo mismo, de modo que al arreglar uno mejorarán también los demás.

Si resuenas con algo de lo mencionado, no lo dudes: haz el ayuno, emprende la acción. Experimenta, pues tú eres el soberano de las células que configuran tu cuerpo físico. Ahora es el momento de que hagas una apuesta clara por la salud y tomes decisiones que te ayuden a vivir con plena conciencia de lo que eres y de cómo relacionarte con tus semejantes y con tu entorno.

Te propongo que efectúes un parón con conciencia, un alto en el camino que te ayudará a limpiar, depurar y reprogramar. Un ayuno auténtico constituirá un reset en tu vida. Te reiniciará a nivel físico, mental y espiritual, los tres ámbitos clave del ser humano; constituirá una puesta a punto que te permitirá avanzar con paso firme en el a veces difícil camino de la vida. Nunca algo tan antiguo ha tenido tanto sentido hoy.

Eso sí, te darás cuenta de que para realizar un ayuno tienes que estar dispuesto a ser flexible de mente, de manos y de corazón. Si crees que no eres así, no te preocupes: haz el ayuno, y estas cualidades serán tuyas.